Escenas dantescas y episodios emblemáticos, en este primer cuarto del siglo XXI

La mula y los gusanos /// El resurgimiento sin pudor de la extrema derecha en todo el mundo, como reacción tardía a la descolonización de África y de Asia, a la victoria de los regímenes nacionalistas y de izquierda en América Latina, a la resistencia de países como Rusia contra el cerco occidental y al fortalecimiento de los BRICS, que están creando un banco internacional de fomento que reúne a algunos de los principales acreedores de los EE.UU y un fondo de reservas por un valor de 100 mil millones de dólares, ha sido pródigo en escenas dantescas y episodios emblemáticos, que pocos imaginarían posibles, en su sordidez y brutalidad, en este primer cuarto del siglo XXI.

En Alemania, dos neonazis invaden un vagón de tren y, a los gritos de ¡Heil Hitler!, después de hacer el saludo nazi, orinan sobre una inmigrante y sus dos pequeñas hijas.

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En Suecia, un inmigrante rumano, gitano y sin techo, es atacado con ácido en la cara, mientras dormía en un parque de Estocolmo.

En Ucrania y en varios países del este del Viejo Continente, los gitanos se encuentran acosados, en sus propios barrios, que han sido invadidos por milicias racistas y fascistas.

En Francia y en otras naciones, judíos de clase media, profesionales liberales, artistas y empresarios, forman filas para emigrar hacia Israel, asustados con el recrudecimiento de un virulento antisemitismo, por parte de aquellos que también siempre atacaron a los árabes, negros y otras minorías.

Las amenazas de neonazis al Papa Francisco, en vísperas de su viaje a los Estados Unidos, y las escenas de una camarógrafa de una emisora ligada al partido de extrema derecha Jobbik, dando patadas, como una mula enardecida, a niños de menos de diez años, y derribando con zancadillas a padres con sus hijos en brazos, desesperados, que intentaban escapar de las agresiones de la policía en la frontera de Hungría, acción que fue recibida con aplausos en Internet por parte de los propios brasileños – «Si alguien con coraje hubiese hecho esto con los furgones que llegaban a San Pablo (sic), hoy la ciudad sería más bonita y mejor para vivir. ¡Felicitaciones a esta chica!» – que defienden también a la dictadura, la tortura y el asesinato por parte de agentes del Estado, como en el caso de la masacre de Osasco, no son sino diferentes ángulos de un nuevo despertar: el del Fascismo, que emerge, por todos lados, como una plaga de gusanos, favorecida por un mundo dominado, todavía, en su mayor parte, por un sistema basado en el egoísmo, en el preconcepto, en la hipocresía.

Un sistema que, no obstante, se siente cada vez más presionado, y que es responsable por las consecuencias y contradicciones que él mismo estableció, a lo largo de los últimos 500 años, al permitir organizarse y crecer, y continuar expandiéndose, basado en la más despiadada explotación de países por otros países, de pueblos por otros pueblos, de hombres por otros hombres, indefinidamente.

Siempre que el Capitalismo se siente amenazado – ya nos hemos referido a esto en otras oportunidades – abre la puerta del canil y sale a pasear con el Fascismo.

Es preciso aplastar a los gusanos cuando rompen los huevos, para no tener que cortar, después, una a una las cabezas de sus serpientes, como ocurrió en la Primera y en la Segunda grandes guerras, con un costo de millones de víctimas civiles y militares, en los campos de concentración y de exterminio, y también en los campos de batalla.

Por Mauro Santayana
Periodista brasileño

Traducido para La ONDA digital por Cristina Iriarte

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