El jueves 8 de julio del 2010 asumió el cargo de Intendenta de Montevideo la profesora Ana Olivera, el próximo 9 de julio a las 11 de la mañana finaliza su mandato. Lo que sigue a continuación es el dialogo que La ONDA digital mantuvo con Olivera en las últimas horas de su gestión al frente de la IM.
– A pocas horas de finalizar su mandato como Intendenta de Montevideo, ¿cuáles son las vivencias más fuertes que se lleva de este ejercicio?
– Lo primero, le agradezco el tono de la pregunta. Porque últimamente todos me dicen: “le queda poco”. A lo que yo les digo: “No, no me queda poco. Todavía tengo cuerda para rato (risas). Pero sí de terminar el mandato.” La verdad que sí, están siendo unos días muy intensos. Creo que en este poquito rato de espera eso le quedó en evidencia. Primero que nada, porque nosotros nos venimos preparando para esta transición desde finales de año, prácticamente. Uno, convencidos que íbamos a entregarle al Frente Amplio (a alguno de los candidatos del Frente Amplio), la Intendencia de Montevideo, pero igual preparándolo con la misma responsabilidad como si fuera a cualquiera. Es decir, trabajando con una matriz que nos preparó un excelente funcionario público – hoy subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Martín Dibarbouren – que fue quien preparó la transición del gobierno que encabezó el gobierno de Tabaré Vázquez al gobierno de Mujica. Él se reunió con las personas que cada uno de los departamentos nombraron como responsables y les dio las pautas. Primero, yo había convocado a todo el equipo de gobierno y les había dicho cuál era el sentido. Que no era dejar una memoria de lo que cada uno había hecho, sino que – básicamente – era poderle trasmitir al que venía cuáles eran los temas que iba a tener que abordar en los primeros seis meses de la gestión, que son los más complejos de todos. Entre otras cosas, porque el que llega y se ajusta a un presupuesto que es de otro, tiene que culminar tareas que – de alguna manera – comenzó otro, en el corto o en el mediano plazo. Y eso, para nosotros, era lo sustantivo. O sea, que los ciudadanos no sintieran la transición. Este es un objetivo que nos lo planteamos hace un año y medio, porque – y esto lo planteé el otro día en la Departamental del Frente Amplio como un tema de debate político – me parece que es un debate de todos los sectores políticos, no sólo un problema del Frente Amplio, sino un tema de la sociedad uruguaya. Y es que nosotros estamos en elección durante un año y medio. Ese año y medio, la batalla para que la gestión no se paralice… Porque es la elección nacional, fantástico. Pero están las elecciones internas, la elección nacional y, enseguida, las elecciones departamentales. Entonces, ese ciclo hace que nos tengamos que concentrar. Nosotros, acá, hacemos una broma con mi vice intendenta. Que ella y yo hemos sostenido esto porque, quizás, como habíamos tomado la decisión de llegar hasta el fin del mandato y no éramos candidatas en ninguna instancia de nada, nos permitía tener la cabeza concentrada acá y no en ningún otro lado. Y eso es muy importante para llevar a buen puerto lo que te propusiste para el quinquenio. ¡No podés pensar que terminaste un año y medio antes! Y nosotros estuvimos trabajando con todo el equipo de gobierno todo el tiempo en este sentido.
Y a eso se le suma un segundo problema que es cuando llega enero, en este caso fue antes – o sea, Tabaré Vázquez nombró a los tres días del balotaje a su equipo – hace que tengas una parte del equipo que ya, a partir de ahí, empieza a tener la cabeza en otra cosa. Por ejemplo, el ministro Jorge Basso, empieza a tener la cabeza en otro lado y, además, a delinear su equipo… De aquí, a partir del 1° de marzo, se fueron los tres integrantes de la tripartita. Ni más ni menos que los tres que acumularon, durante todo el quinquenio el trabajo del vínculo con el gremio. ¡Y en qué momento! ¿Verdad? Unos meses antes de la elección departamental. Entonces, creo que lo bueno es que nos dio el tiempo para poder verbalizar esto. Creo que esta es una enseñanza que le tenemos que dejar a la fuerza política. Porque yo me imagino que esto que se plantea en Montevideo se puede plantear en otro lugar. Por eso digo que venimos trabajando desde lejos con este tema de la transición.
– Usted ha insistido en que se propuso terminar el quinquenio. ¿Cuáles fueron de este los momentos más fuertes, los que tuvo que decidir cosas importantes.
– Lo primero de todo, antes del quinquenio, creo – y se lo trasmití al intendente electo, al compañero Daniel Martínez – que es una etapa muy difícil la etapa de definir tu equipo. La etapa de la definición de tu equipo de gobierno – salvo que la tengas muy pensada desde antes tiene su complejidad y lleva su tiempo.
– ¿Lo tiene que elegir usted o intervienen otros?
– Lo elegí yo. Lo que hice fue pedirle opinión y pedirle nombres. Conservo aun en la caja fuerte los nombres que me propusieron los sectores políticos. Uno simultáneamente se plantea objetivos en relación al equipo de gobierno. Yo me planteé la paridad y solamente llegué al 33% en cuanto a mujeres y tuve que ponerme a pensar, hablar con diversos compañeros, porque muchos sectores ni siquiera me habían planteado mujeres. El otro día hice una rendición de cuentas en la fuerza política de los setenta y nueve cargos de confianza que tuvo la Intendencia de Montevideo. Al día de hoy hay veinte que son funcionarios de carrera. Mi secretario general de este período es un hombre que el sábado pasado cumplió 52 años de funcionario de la Intendencia de Montevideo. Y lo decidí yo. Las propuestas eran otras y hubo muchas propuestas para la Secretaría General. Yo tomé una decisión bastante diferente a la de otros intendentes y es que era un frenteamplista pero no pertenecía a mi sector dentro del Frente Amplio pero yo había trabajado con él diez años, cuando estuve acá, en la Intendencia. A mí me parecía que tenía que ser alguien conocedor de la interna, porque esta es una institución muy compleja. En la campaña electoral hay tres o cuatro temas que aparecen, pero esta institución tiene que ver con la vida de la gente, desde la gestación hasta la muerte, pasando por todos los aspectos de la vida de los ciudadanos.
– ¿Me puede explicar un poco eso? ¿De la gestación hasta la muerte?
– Si. El gobierno departamental tiene 25 policlínicas. En esas 25 policlínicas tenemos atención ginecológica, se trabaja la salud sexual y reproductiva, tenemos atención pediátrica, atención odontológica, atención a la mujer víctima de violencia doméstica. El primer dispositivo existente a nivel nacional de atención telefónica – que hoy es nacional, pero inicialmente fue departamental – es de la Intendencia de Montevideo y tiene cerca de veinte años. Nosotros nos ocupamos de la primera infancia en un sistema llamado “Nuestro programa, nuestros niños”. Nos ocupamos de los jóvenes a través de nuestra Secretaría de la Juventud, abordamos los temas de la educación no formal, como es la Escuela de Música “Vicente Ascone”, donde desde los 8 a los 29 años hay 350 estudiantes que estudian música gratuitamente y los primeros instrumentos los pone el gobierno departamental. Tenemos la Escuela de Arte Dramático – que hoy tiene carácter universitario, en un convenio que hicimos con la Universidad de la República – donde, no solamente se estudia dramaturgia, sino que se estudia todo lo vinculado con el teatro. Tenemos escuelas de deportes en los barrios, actuamos en conjunto con el Ministerio, en este sentido, actuamos con instituciones sin fines de lucro. Tenemos programas de carácter social, programas vinculados con la discapacidad, programas vinculados con los adultos mayores. Bueno, la actividad cultural de la Intendencia explota en dos sentidos: en gente protagonista de la cultura o en espectadores, pero en todo el departamento de Montevideo. Nuestra red de Casas de la Cultura, nuestros teatros, nuestros museos, están vinculados – en general – con el barrio. Hicimos una muestra de los Talleres de “Esquinas de la Cultura” con 3.000 participantes en el Parque Rodó. Yo hablo de la muerte porque nosotros tenemos el Sistema de Necrópolis que está a cargo de la Intendencia de Montevideo. Nosotros nos ocupamos de la salud de los montevideanos no solamente en las policlínicas. El Servicio de Salubridad Pública de la Intendencia es el que vela – junto con el de Bromatología – por nuestra calidad de vida. Nuestra Bromatología, que hace que hace muchos años que la gente no se intoxica con productos, dado que hay un contralor permanente. Y, en este quinquenio, hemos incorporado equipamiento. La Salubridad, que tiene que ver con el control de epidemias, de plagas, con toda la lucha contra el dengue. También nos ocupamos de los temas de la alimentación de los ciudadanos.
-¿Cómo se hace para tener una agenda diaria sobre esa diversidad de centros? ¿No es demasiado para un intendente?
– No. Primero que nada, no lo hace solo. Sin plan y control no existe posibilidad de gestión. Sin saber qué es lo que uno quiere hacer, para después querer controlar sobre ello, es imposible. Yo mencioné las cosas que están por fuera de lo que la gente se imagina. Porque después está lo que la gente sabe que tenemos que hacer, ¿verdad? O sea, la limpieza, el tránsito, la poda, el alumbrado, la construcción del espacio público. Es decir, todo eso la gente se imagina que es responsabilidad nuestra. Pero hay otra cantidad de cosas. A ver, le planteo un caso claro, que es la formación de las frutas y las verduras. Montevideo administra el Mercado Modelo. Al Mercado Modelo llegan todas las frutas y verduras de todo el Interior del país, se forma el precio y de allí se genera la distribución a todo el resto del país. También supimos tener un mercado minorista que hoy es una maravilla, que es el Mercado Agrícola de Montevideo, que – además – se ha transformado en el motor de la recuperación de un barrio.
También la gente se imagina que tenemos algo que ver con el saneamiento. Pero somos el único departamento. En el resto del país, del saneamiento se ocupa el gobierno nacional, en Montevideo, del saneamiento se ocupa el gobierno departamental de Montevideo. Esto es para que vea la gama de todo lo que tenemos que hacer.
– ¡Asombra la diversidad de centros de responsabilidad que tiene el intendente de Montevideo! Casi tantos como los del presidente del país.
– Es que este es un “almacén de ramos generales”, como lo definí hace mucho tiempo. Así como acuñé esa frase “desde la gestación a la muerte”, yo digo que nosotros compramos maquillaje para la Comedia Nacional, compramos medicamentos, compramos alimentos, compramos cemento, hierro y equipamiento.
– Usted me iba a decir cómo hacía la agenda diaria.
– Primero que nada, nosotros establecemos un vínculo con el equipo. Tenemos una reunión de gabinete semanal. En este período, al secretario general le llegaban las preocupaciones de los distintos Departamentos, a eso se incorporaban las propias – las del secretario general y las mías – y, con eso, se armaba la agenda. En segundo lugar, periódicamente, hicimos reuniones con todo el equipo de gobierno – que no es sólo el gabinete -, de manera de hacer puesta a punto con temas que son de toda la administración. Porque nosotros también dijimos que el tema de los trabajadores de la Intendencia no es sólo un problema del Departamento de Gestión Humana. Es un tema de conducción, de trabajo y de involucramiento de cada una de las Direcciones con sus trabajadores. Son 8.600 los trabajadores de esta institución que, de lejos, no es la Intendencia que proporcionalmente a la cantidad de población que tiene, tiene la mayor cantidad de funcionarios.
– ¿Tiene más que cuando usted llegó o menos?
– No, tengo la misma cifra. Y no porque me lo haya propuesto. Si le digo que cuando llegó Tabaré Vázquez a la Intendencia hace 25 años, había 14.000 funcionarios. Hoy hay 8.600 y algo y había 8.600 y algo cuando yo asumí. El gremio de los trabajadores planteó con mucha fuerza la necesidad de incorporar más gente, a lo que nosotros les dijimos que tenemos que tener los funcionarios que sean necesarios. Porque, efectivamente, nosotros dimos un incentivo para el retiro y se retiraron 1.100 funcionarios por esa vía. Después se han ido por jubilación normal y no por el retiro incentivado, por renuncia o por fallecimiento, otros funcionarios. Y, prácticamente, los que se incorporaron fueron los mismos. No necesariamente con la misma distribución, porque ahí fuimos incorporando trabajadores en función de los objetivos que nos habíamos ido planteando. Y creo que una de las áreas que buscamos revitalizar, rejuvenecer, fortalecer, fue el área de limpieza de la Intendencia de Montevideo.
– Tuvo momentos de tensión con los funcionarios.
– Bueno, hablando de la pregunta por la que arrancamos acerca de cuáles fueron los momentos más complejos, yo empecé diciendo que la generación del equipo de gobierno era un tema. Era un tema porque uno puede encontrar gente que es muy brillante, que es muy reconocida, pero después nunca la vio trabajar en equipo. Y acá, el trabajo en equipo y cómo nos llevamos entre nosotros – aunque no hayamos venido a hacer amigos, dijera mi viejo amigo Casartelli – es muy importante. El poder conformar un equipo afianzado, que tira para el mismo lado, es un desafío muy importante. En segundo lugar, nosotros teníamos un gran desafío cuando llegamos que se le plantea a cualquier gobierno departamental o nacional. Porque tu llegás, tenés que hacer tu presupuesto quinquenal y, en ese presupuesto quinquenal, están incluídas las retribuciones de los trabajadores. O sea que llegás y sabés que los primeros seis meses vas a tener debate con los trabajadores. A mi no me asusta que hoy los trabajadores estén debatiendo a nivel nacional la pauta salarial, que COFE esté planteando lo que está planteando, porque saben que se están jugando el destino del quinquenio. Lo mismo pasa a nivel de cualquier gobierno departamental. Los trabajadores tenían su plataforma y, en el marco de ese debate, nosotros también teníamos la nuestra, porque fue algo que nos planteamos: tener nuestra plataforma, tener nuestra agenda. El programa fue muy incisivo en el tema de los vínculos con los trabajadores y el vínculo con el gremio. Hay un extenso capítulo que arranca diciendo que tenemos que llegar a tener un Convenio Colectivo. Y llegamos. Somos una de las cinco intendencias de las que Murro habla que tiene Convenio Colectivo. Pero ante de eso tuvimos un momento muy amargo, porque no son decisiones que uno toma con alegría, ¿no?
– ¿Usted no lo tomo con alegría o enfrente tenía un razonamiento distinto?
– Lo que no tomé con alegría fue tener que declarar la “esencialidad”. Eso es lo que no tomé con alegría. A eso me refería.
– Hubo un momento en que la sociedad vio que usted mandaba, realmente, ¿no?
– Yo creo que sí. Pero, aparte, yo tengo la sensación… Porque cuando me equivoco digo que me equivoco y todos saben que lo digo fuerte para que todo el mundo se entere y no haya duda. Porque uno gobierna en función de resolver los problemas que tiene una persona y, cuando no los logra resolver, tiene que tener la capacidad de decirlo y, simultáneamente, cuando piensa que hizo las cosas en el momento adecuado, también tiene que decirlo. Creo que tomé la resolución en el momento adecuado. Había mucha gente que pensó, desde el momento que empezó el conflicto, que tenía que declarar la “esencialidad”. Y, capaz que por la militancia que uno tiene, uno sabe que son contaditos los motivos por los cuales se puede limitar el derecho de huelga, sobre todo, porque nuestro país tiene convenios firmados con la OIT. Por lo tanto, limitar el derecho de huelga de los trabajadores – que es lo que uno hace cuando declara la esencialidad – solamente cuando hay riesgo de vida, cuando corre riesgo la salud de la población. Nosotros mantuvimos un convenio con Salud Pública durante todo el quinquenio y ahora voy a explicarle porqué. Nosotros monitoreamos y, cuando Salud Pública nos dijo “están en el límite”, ahí declaramos la esencialidad. No tuve dudas de que ese era el momento para hacerlo, porque lo que entonces ponía en riesgo, era a la mayoría de la población.
– Había un ingrediente de esa decisión que era muy fuerte. En la práctica, parte del trabajo lo hicieron las Fuerzas Armadas.
– No. En la parte práctica, las Fuerzas Armadas lo único que realizaron fue la limpieza de basurales. Pero el declarar la “esencialidad” implicó que los trabajadores tuvieran una x cantidad de horas para reintegrarse. Porque, si bien la resolución la hicimos pública y con eso hubiera sido suficiente, con la comunicación al gremio, además de eso le mandamos un telegrama colacionado a cada uno de los funcionarios de limpieza de la Intendencia. Por lo tanto, nosotros regularizamos la recolección de residuos pero, además de eso, tuvimos la colaboración de las Fuerzas Armadas para la limpieza de basurales. No sustituyeron el trabajo de recolección porque, además, el manejar ese equipamiento implica riesgos al hacerlo. Por lo tanto, al declarar la “esencialidad”, los trabajadores de limpieza se tuvieron que reintegrar a sus tareas y aquellos que no lo hicieron tuvieron una sanción que estuvo estipulada al momento de declarar la esencialidad. El que no estuvo un día en la “esencialidad”, tuvo siete días de suspensión; el que faltó dos días después de declarada la “esencialidad”, tuvo doce días; el que lo hizo tres días, tuvo veinte días y el inicio de un sumario. Estaba muy bien estipulado cuáles eran las medidas que tomamos y son contados con los dedos quienes no lo hicieron. Y eso permitió regularizar y, a su vez, sentarnos a conversar el 22 de diciembre. El 8 de diciembre de 2010 decreté la “esencialidad”, el 22 de diciembre se levantó la “esencialidad” y se establecieron nuevamente los mecanismos para seguir discutiendo con los trabajadores. Y llegamos, en el 2011, a la firma del Convenio por el quinquenio que culmina en diciembre de este año. Creo que esa, para nosotros, era una etapa fundamental porque ese Convenio tiene una cláusula “gatillo” – como le dicen algunos – y es que el mantenimiento del mismo está atado a que no se atentara contra la salud de los montevideanos. Muchos trabajadores manifestaron públicamente que fue una sorpresa y hasta una desilusión que nosotros hubiéramos tomado la medida que tomamos. Pero estoy convencida que fue justo lo que hicimos con relación a la ciudadanía.
– La sociedad – si mal no recuerdo, a través de las consultas que después se hicieron – estuvo a favor.
– Si, si. La sociedad estaba convencida de eso. Creo que ese fue un momento difícil.
– ¿Hubo otro momento álgido? No con los funcionarios, sino desde el punto de vista del ejercicio de su cargo.
– Si. Un momento muy difícil fue el vinculado con las horas de movilidad y la definición de solicitarle la renuncia al director de Movilidad. Ese fue un momento difícil para mí. Primero que nada, por lo que decía anteriormente, si uno se equivoca, tiene que decir públicamente que se equivoca y la población tiene que sentir, además, que uno es sincero.
– ¿Usted se refiere al “Corredor Garzón”?
– A las obras del “Corredor Garzón”. Es verdad que cometimos allí una serie de errores que eran imputables a nosotros y a nadie más y creo que, en ese momento, el decirle a alguien que la dificultad mayor que tenía era reconocer que se había equivocado…
– Usted recibió como herencia esa obra…
– Más que la obra el plan. No es un problema de herencia, porque cuando se habla de herencia, el término la “herencia maldita” aparece rápidamente. Es un proyecto que venía de antes. El proyecto de “Plan de Movilidad” es un viejo proyecto que termina de moldearse en el período de Ricardo Erlich y en el año 2007, prácticamente, empieza su ejecución. En la época de Tabaré, el ministerio es quien le cede a la Intendencia de Montevideo el lugar para la Terminal. Tanto es así que en la campaña electoral me convocan los comerciantes de Colón por el tema de la centralidad de Colón. O sea que es un tema que, si uno mira el programa de este quinquenio, lo va a ver plasmado en el programa la continuidad de ese “Plan de Movilidad” que había sido iniciado en el año 2007. Pero eso no me exime de responsabilidad. Yo siempre pienso que el más responsable es el más responsable. Entonces, quizás hubo una serie de alertas que uno no supo leerlas. Yo estaba convencida que los vecinos de Colón se sentían satisfechos con la obra que íbamos a emprender, que tenían conocimiento a cabalidad. Después, en conversación con el propio director de Movilidad, él finalmente me reconoció que los vecinos de Lezica… Que nos habíamos quedado convencidos que con los debates con el Consejo Vecinal estaba todo y que, mirándolo después, los vecinos de Lezica no habían sido parte de la discusión. Creo que ese es uno de los aspectos. Otro de los aspectos tiene que ver con temas más técnicos. Pero estamos hablando de una deformación cultural muy importante, de que el “ahora” fue mucho más que el Corredor “Garzón”. El corredor oeste tiene cosas invisibles a los ojos de los ciudadanos comunes y corrientes, salvo para quienes las disfrutan. O sea, la apertura de Llupes, Agraciada, San Quintín, Santa Lucía o la recuperación del viaducto. Son obras que la gente aprecia y son parte del mismo proyecto. Pero los seis metros del Corredor “Garzón”, donde personalmente me comprometí con los ciudadanos el día de la inauguración a que los que fueran en el transporte colectivo de pasajeros iban a poner menos tiempo y resulta que llegaron a poner 24 minutos más, ¡fue para mí un gran dolor! Uno no hace una obra de ese porte y se compromete frente a los ciudadanos, para que los ciudadanos digan: “Intendenta, estoy poniendo 24 minutos más que antes”. El tiempo es un bien muy preciado para los ciudadanos. Y yo puedo decirle a los vecinos que tienen una obra que valorizó sus viviendas, que tienen luz como no la tenían, que tienen veredas que antes no tenían, espacios públicos. Todo lo que quieras, pero el objetivo central de la obra era acortar el tiempo de los ciudadanos. Entonces, ¡vaya si lo he sufrido! ¡Creo que lo voy a sufrir hasta que tenga 90 años o hasta el día que me muera! Porque es algo que está incorporado en el imaginario colectivo. Aspiraría a que se acordaran de mi por el 6 de diciembre, por la plaza “Casavalle”, por la plaza “Alba Roballo”, pero a veces me miran con cara de Corredor “Garzón”.
– Pero que se lleva como positivo de su…
– Yo pongo en la balanza mucho más lo que tengo en el “haber” que en el “debe”. Lo pongo en la balanza y me siento tranquila, en el sentido que el equipo – no yo, personalmente, aunque también personalmente – pusimos todo. Hay temas que dejaron de existir, porque la “buena noticia” no es “noticia”. ¿Cuál es la mala noticia? El arbolado de Montevideo que hacía muchos años que, por diversos motivos, no había podido atenderse. No por distracción.
– ¿Aquellos que se caían?
– Aquellos que se caían. Incluso en los temporales, donde es natural que haya caídas, las caídas son ínfimas en relación a lo que caía antes, ínfimas. ¿Por qué? Porque pasamos de invertir un millón de dólares en el arbolado a invertir cinco millones de dólares anuales. A recuperar prácticamente en todo Montevideo, salvo en uno de los ocho municipios, el atraso. Y espero que cuando culmine este año haya podido recuperar todo, porque tratamos que tuviera los recursos el Municipio C para poder recuperar todo el atraso que tenía, que era el que tenía el mayor atraso cuando comenzamos hace cinco años. Tenía 4.000 reclamos, 4.000 tratamientos puntuales, que son los más caros de todos para resolver. Y, por lo tanto, nosotros habíamos hecho una distribución de recursos a los municipios en función de la cantidad de árboles y nos equivocamos en una cosa: estaba bien atender la cantidad de árboles, pero también había que atender la cantidad de reclamos. Por lo tanto, tuvimos que darle recursos suplementarios al Municipio C. Eso no es más noticia. No es más noticia porque el arbolado funciona, el sistema funciona, hay poda masiva, hay reposición. En segundo lugar, los casinos. El tema de los casinos era noticia todos los días. Hace dos años que el Casino “Parque Hotel” dejó de dar pérdida. Lo mudamos, haciendo una recuperación patrimonial fantástica con la “Casa de Andalucía” en el Parque Rodó. Le pudimos entregar el viejo local al Ministerio de Relaciones Exteriores para el parlamento del Mercosur. Y, además que el “Parque Hotel” da ganancias, incorporamos la ganancia de una obra que es todo ganancia recuperada para Montevideo y para el Uruguay que es el Hotel “Carrasco”. En el mes de junio no sé cuanto entró, pero en el mes de mayo fueron veinte millones de pesos de ganancia del Hotel “Carrasco” que se incorporaron a los recursos de todos los montevideanos. Además de lo que significa esa inversión de cerca de cien millones de dólares que realizó la empresa que ganó la licitación y que recuperó patrimonialmente ese espacio que es una tarjeta de presentación de Montevideo en cualquier parte del mundo. Porque, aparte, los turistas mayoritariamente entran por ese lado de la rambla y no es lo mismo ver un edificio tapiado y arrumbado – como lo estuvo durante 20 años – que ver esa maravilla a cualquier hora del día que es el Hotel “Carrasco”.
– Ya que usted menciona ingresos económicos a la Intendencia y maneja algunos datos presupuestales, en la reciente campaña electoral se manejó mucho el que el sueldo de los funcionarios municipales se llevaba, prácticamente, la totalidad del presupuesto. ¿Eso es cierto?
– Ese es un mito urbano (risas). El promedio de inversiones de la Intendencia de Montevideo en este quinquenio fue entre un 25 y un 28%, sostenidamente durante todo el quinquenio. Es una inversión histórica. Porque Montevideo estuvo en obras en forma permanente. Lo que no quiere decir que los gastos de funcionamiento sean una mala palabra, porque gastos de funcionamiento engloba todas las políticas sociales, toda la cultura. Cuando uno habla de gastos de funcionamiento, parece que es el gasto de la papelería de la Intendencia. Y no es así. También es eso, pero es mucho más. Y nunca, en todo el quinquenio, el pago de retribuciones personales, sobrepasó el 48% de los ingresos de la Intendencia de Montevideo. Yo llegué a escuchar a alguien que habló hasta del 80%. Hay departamentos que de su presupuesto, el 80% corresponde a retribuciones personales. No sé si es bueno o si es malo. Lo único que se es que, del presupuesto del gobierno departamental en este último período, siempre estuvimos entre el 46 y el 48% en retribuciones personales. Nunca sobrepasamos el 50%.
– ¿Califica a su personal la Intendencia de Montevideo?
– Si, claro. Hay procesos de calificaciones y hay procesos de promociones. Hubo dos promociones en el quinquenio. Hubo regularizaciones que implicaron cursos para los trabajadores y aprobación o no para regularizarse en nuevas tareas. Hubo concursos para cargos de Dirección. Como ejemplo, la directora del actual Museo de las Migraciones, donde habíamos designado a alguien cuando este museo se crea y se traslada el museo al complejo “Muralla Abierta”, es una funcionaria que entró por concurso. También por concurso ingresó la directora del Museo Blanes, recientemente hace dos años. Por concurso también ingresó el director del Subte de Montevideo. También por concurso ingresaron los ocho directores de los municipios de Montevideo. Es decir, hemos mantenido el criterio que a la administración se ingresa por sorteo o por concurso. Pero, además, hay un respeto que está entre las cosas que dice el programa de la carrera funcional, que pasa por llevar adelante concursos internos para ir ocupando los cargos de responsabilidad dentro de la Intendencia. Respecto de la carrera funcional, fue una de las preocupaciones de este quinquenio.
– ¿Su autoridad se vio en algún momento cuestionada por ser mujer?
– Tal vez en el imaginario colectivo, pero no en la vida real. En la vida real no lo sentí así. Pero, sin embargo, en la campaña electoral ya tuve los primeros indicios. Porque había ciudadanos que decían con claridad que no me iban a votar porque yo era una mujer y que no iba a poder con el gremio. Está escrito en los materiales de una de las empresas encuestadoras. Y después, durante este quinquenio – y lo dije el otro día en la presentación que hicimos de cierre de las Políticas de Género de la Intendencia de Montevideo – me sucedió una cosa muy curiosa. En esas preguntas de si usted aprueba o desaprueba la gestión de la intendenta de Montevideo, para los que contestaban “desaprueba” había un variado menú de porqué la desaprueba. Y las respuestas estaban encabezadas por el motivo de “falta de autoridad”. Y yo pensaba: ¿por qué es esto? Y me llegué a preguntar si las respuestas eran de múltiple opción, porque es un razonamiento un poquito elaborado para decir que es por “falta de autoridad”. Y, en realidad, tampoco eran de múltiple opción. Ellos hacían una serie de preguntas con las cuales habían construido un indicador que era la falta de autoridad. Entonces yo me he preguntado y se lo he planteado, no solamente a las organizaciones de mujeres, sino en diversos ámbitos que estudian estas cosas, ¿cuál es el parámetro de la autoridad femenina? ¿Cuál es el paradigma de la autoridad femenina? Es decir, ¿cómo tiene que ser la autoridad femenina? Porque, seguramente, los hombres y las mujeres somos distintos y hay maneras de dialogar, de plantearse, del detalle – como yo digo – que son distintas.
– Puede ser el reflejo de un imaginario cultural que existe.
– Creo que a la sociedad uruguaya le cuesta reconocer que es machista, pero tiene altos índices de machismo.
– Acá adentro, ¿nunca lo sintió?
– No, acá adentro nunca lo he sentido. Acá me he vinculado con el equipo, me he vinculado con los trabajadores. Alguna vez sentí algún pequeño reflejo en la calle, más allá que yo digo que los uruguayos somos muy respetuosos y uno puede manejarse y andar por la calle muy tranquilamente. Yo camino por el Centro, los domingos voy al supermercado, voy a hacer mis mandados, subo al ómnibus, tomo un taxi sola, con total naturalidad y eso a mucha gente que viene de otros lados, lo sorprende. Yo creo que esa es la ventaja de vivir en este país en el que, de alguna manera, todos nos conocemos. Lo más feo que me han dicho en la calle es: “andá a barrer”, “¿por qué no vas a barrer?”. O cosas que me han contado los vecinos, cuando le dicen a alguien: “¿por qué tirás eso?” Y le contestan: “que venga a limpiarlo Ana Olivera”. Eso también es parte del imaginario. No se lo dirían a un hombre. De eso estoy convencida.
– Usted es la primera intendenta electa en el Uruguay moderno…
– Para mí fue una responsabilidad enorme. Primero que nada porque aquí, electa mujer, la única en la historia del gobierno departamental, fue la Dra. Alba Roballo para un gobierno colegiado, cosa que recordamos poniéndole su nombre a esa fantástica plaza que es casi un parque por las dimensiones que tiene, allá en Chacarita de Los Padres. No fue la primera intendenta – porque no era la figura –, pero fue la primera mujer electa para una responsabilidad departamental. Fue la primera ministra mujer de América Latina. Yo sentí una profunda responsabilidad. Cuando usted entró me preguntó por las cosas que había acá y esa llave, me la regalaron las Comuna Mujer de esta Intendencia, que fueron de las cosas realizadas más interesantes de estos 25 años, fruto de una política pública construida – como debe ser una política pública – en vínculo con las organizaciones sociales. Si, sentí una profunda responsabilidad en ser la primera mujer electa. Creo que más allá de lo que a veces se dice por allí, me he sentido muy apoyada por todas las organizaciones de género.
– ¿Usted podría decirle a las mujeres, con convicción, que se puede?
– Yo hace años que tengo la convicción, no por ser intendenta. Hace 20 años que estoy en la gestión pública, pero tengo 61 años y milito desde que tengo 16. Por lo tanto, las mujeres asumimos responsabilidades en todos los ámbitos de la vida. Las asumimos en el movimiento estudiantil, en el movimiento sindical, en el movimiento social del orden que sea. Es decir, las asumimos mucho en lo que es la organización de base territorial del orden que sea. ¿Por qué no responsabilidades de otro tipo? Nos cuesta más. Yo creo que nos miran con una lupa y eso es verdad. Yo integré el equipo de Mariano durante los 10 años de gobierno y me sentí muy cómoda con el equipo con el que trabajé. Llegué a ser directora durante los últimos tres años del gobierno de Mariano, del Departamento de Descentralización – el más grande que tenía la Intendencia en ese momento – con 2.500 trabajadores y con la responsabilidad de todas las políticas sociales. Integré el gobierno de Tabaré Vázquez como subsecretaria con Marina Arismendi como ministra y en un equipo que mayoritariamente éramos mujeres. Pero más allá de todo eso, creo que si hay algo que las mujeres sentimos es también la doble responsabilidad. Nos sentimos con la responsabilidad de demostrar cotidianamente que sí, que estamos en condiciones de asumir las mismas responsabilidades que cualquier hombre.
– La fuerza política, el Frente Amplio, ¿cómo se portó con usted?
– Yo hice una rendición de cuentas ante la fuerza política anteayer. Y quiero decir que – primero que nada – recurrí muchas veces a la fuerza política, me reuní todas las veces que fue necesario, primero con Brovetto y luego con Mónica Xavier, fui al Secretariado Ejecutivo, a la Mesa Política Nacional y, permanentemente, al Plenario Departamental. Rendí cuentas cada uno de los años ante el Plenario Departamental del Frente. Tuve un vínculo cotidiano con la Mesa Departamental del Frente. Desde ese lugar, del vínculo, yo creo que no están los temas que tenemos que analizar. Creo que lo que tenemos que analizar no es el respaldo personal – que no dejé de sentirlo por parte de los compañeros – y que nosotros pusimos sobre la mesa cada vez que teníamos dificultades el conocimiento. Porque hay veces que hay tal desconocimiento de lo que es toda esta institucionalidad, que nosotros éramos los que advertíamos que podíamos llegar a tener problemas en tal o cual área.
– ¿Cómo puede darse eso cuando la fuerza política ya lleva tantos años gobernando esta Intendencia?
– Porque creo que, además de gobernar la Intendencia, hasta hace 10 años solamente gobernábamos la Intendencia de Montevideo. Después de eso, pasamos a tener más responsabilidades departamentales, no solamente el gobierno de Montevideo. Por lo tanto, los primeros años – mientras Tabaré fue intendente y los 10 años que Mariano fue intendente – la preocupación de la fuerza política estaba en el gobierno departamental de Montevideo y nosotros decíamos que se confrontaban dos proyectos de país. Y quedó bien claro en el momento de la crisis. Quien dio una respuesta a la crisis como había que dar en relación a la vida de la gente, fue la Intendencia de Montevideo. El Frente Amplio decía: “tiene que haber un Plan de Emergencia nacional”. Pero el camino lo mostramos desde Montevideo, cómo había que redireccionar el gasto, cómo había que atender con trabajo transitorio, etc. En el año 2005 ganamos el gobierno nacional y ganamos varios gobiernos departamentales y, entonces, la atención se diversifica. Le cuento un secreto. Yo estaba acá en el gobierno departamental cuando ganamos el gobierno nacional y nunca me imaginé que me fueran a nombrar viceministro o subsecretaria del Ministerio de Desarrollo Social en ese momento. Aparte fue una de las últimas responsabilidades nombradas, a punto que fue una sorpresa cuando se nombra el gabinete que Marina iba a ser la ministra y yo la subsecretaria. Entonces nosotros decíamos – con un grupo de compañeros que estábamos acá, entre los que está el que va a ser el futuro Secretario General de esta Intendencia, Fernando Nopitsch, estaba Miguel Fernández, estaba Pedro Apesteguía – ahora, que toda la atención va a estar centrada en el gobierno nacional, vamos a poder hacer un montón de cosas acá. O sea, nos imaginábamos siguiendo en el gobierno departamental y nos imaginábamos que la atención iba a estar en otro lado. Y así fue. La atención estuvo – en el primer gobierno – en otro lado. Y siguió así en el segundo gobierno.
– ¿Usted lo que me quiere decir que el Frente Amplio coloco su esfuerzo en otro lado?
– Estuvo concentrada – del punto de vista del seguimiento de la gestión – más, mucho más, en los temas de carácter nacional que en los temas departamentales. Y eso llevó – para mí – a algunos integrantes de la fuerza política y lo he conversado con compañeros de diferentes sectores, porque esto no correspondía a una definición sectorial, sino a la mayor cercanía o lejanía con el gobierno departamental – a muchos a pensar que Montevideo iba a ser el talón de Aquiles para ganar la elección nacional. Y tan convencidos estaban algunos frenteamplistas que cuando dos días antes de la primera vuelta de la elección nacional, un periódico que nunca se olvida de pegarnos un poquito todos los días a nosotros, dice que – en función de la pérdida de votos que va a tener el Frente Amplio en Montevideo y Canelones, tiene posibilidades de ganar el Partido Nacional. Cuando los datos dicen que el Frente está votando por encima del 54% – yo estaba en la Huella de Seregni – ¡la gente comenzó a gritar, a vivar, me abrazaban! Porque había mucha gente que no creía. Lo cuento porque lo dijimos en la Departamental. Había muchos compañeros, también, que pensaban que Montevideo era el talón de Aquiles y que, por Montevideo, podíamos llegar a perder el gobierno nacional.
– ¿Y la hubieran hecho responsable a usted, seguramente?
– Yo me hubiera sentido responsable. Yo les leía a los compañeros una parte del informe que realicé al gabinete el 26 de noviembre de 2013, o sea, previo a todo el período electoral de 2014, diciéndoles cuáles eran – para mí – los temas que teníamos que resolver como gobierno departamental para brindar elementos y ser un aporte para la elección nacional. En eso que planteábamos sosteníamos que también implicaba generar una serie de reuniones con las autoridades de la fuerza política, donde planteamos que no íbamos a ser candidatos a la elección departamental, sino que íbamos a concentrarnos en sostener esto. En esa reunión con Mónica Xavier le planteamos las preocupaciones que teníamos, entre las que estaban la limpieza de la ciudad, el abordaje de nuestro vínculo con los trabajadores, el tema de los clasificadores de residuos. O sea, temas que estaban todo el tiempo encima de la mesa como elementos de conflicto con los que nosotros íbamos a tener que trabajar cotidianamente. Y creo que cumplimos.
– ¿Cuál es el primer consejo que le puede dejar al futuro Intendente?
– Consejos, ninguno. Yo le puedo decir cómo vi yo la gestión. Creo que la experiencia es intransferible e irrepetible y lo digo con conocimiento de causa. Yo estuve 10 años con Mariano aquí y sentía que ese era un elemento que corría a favor mío para conducir esta Intendencia.
– Pero Martínez no tiene esa experiencia.
– No tiene esa experiencia, pero la tiene su Secretario General. Pero, además, independientemente de eso, nosotros hemos tratado de mostrarle cuáles son los temas y Daniel Martínez, hace dos años que está preparándose. Porque los integrantes del gabinete – o muchos de ellos – hace dos años que empezaron a participar de reuniones, convocados por él. El primero que fue convocado lo planteó acá y le dije que para todos aquellos que quisieran ser candidatos, nosotros íbamos a poner todo lo que necesitaran a disposición. Y así fue. Tanto es así que hace más de un año me reuní con Fernando Nopitsch porque él tenía una serie de preguntas para hacerme. Hay temas sustantivos, como el vínculo en los barrios, el tema de los asentamientos, sobre los que él estuvo trabajando también en estos dos años. Entonces, darle consejos es difícil, porque cada quinquenio tiene sus propios problemas. Lo que hice – inmediatamente después que Daniel ganó la elección – fue tener una reunión en la que le trasmití los temas de los que yo me tuve que encargar personalmente. Tal vez él no se encargue personalmente de esos temas, pero yo tengo un listado de temas en los que “naturalmente” siento que debo seguirlos de cerca.
– ¿Fue de incógnito a alguno de esos lugares en los que quería tener un chequeo personal?
– Más que de incógnito – y con mi mechón rojo es más difícil – de sorpresa. Por ejemplo, todos sabían que yo podía caer en el hotel “Carrasco” mientras el hotel “Carrasco” se estuvo construyendo, cualquier día de la semana y a cualquier hora, cosa que hice durante un buen período de tiempo. También los funcionarios sabían que yo podía ir a los Servicios, adonde fui sin avisar que iba, a mantener conversaciones con los trabajadores. Fui a visitar obras. Una obra que pasó inadvertida – y lo dije en la rendición de cuentas – fue la tercera intervención más importante en 90 años que se realizó en la rambla Sur y que se realizó en este quinquenio. La gente de esa obra sabía que yo podía ir y, últimamente, ya me habían tomado los puntos y sabían que yo iba los sábados. Es una obra en la que llegamos a tiempo, porque el río – que siempre busca su cauce – había logrado horadar por abajo y por arriba y teníamos cavernas de 1,5 metros. O sea que las losas estaban unidas porque estaban unidas, pero podríamos haber tenido un accidente si no lo hacíamos a tiempo. Para mí era una obra muy importante y la empresa interviniente hizo una obra de ingeniería que nunca se imaginó que iba a tener que hacer. Porque el deterioro por debajo de la rambla a la altura de la escollera Sarandí, era mucho más grande de lo que todos nos imaginábamos. En general, sin avisar, fui a las obras, a las plantas de clasificación a conversar directamente con los clasificadores. A mi me parece que uno tiene que hacer esas cosas. Las visitas preparadas a veces sirven. Las visitas en las que uno va y encuentra la naturalidad del funcionamiento, nos dan la idea más cabal de cómo eso funciona cotidianamente.
– El 10 de julio, ¿va a dormir más o va a ir a su nueva responsabilidad?
– En realidad, voy a ir a la nueva responsabilidad el mismo 9 de julio. El 9 de julio a las 11 de la mañana se produce el cambio de gobierno, ese mismo día, voy a cruzar la calle con las cajas de cosas personales que estoy preparando y me voy a instalar en la oficina del MIDES que se puede ver desde acá, en el 2° piso del edificio que está justo en diagonal con esta oficina de la IM.
Por La ONDA digital
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