La misa bárbara de Cabildo Abierto

La misa dada en la Catedral en homenaje al Ejército en su día, el 18 de mayo, no solo fue una violación de la Constitución, sino que marcó un retroceso en los valores republicanos del Uruguay que integrantes de este gobierno, y en particular Guido Manini Ríos desde antes de formar Cabildo Abierto, vienen abonando en forma consecuente.

Militares de uniforme, parte de ellos en el de gala, estaban ese día en ese lugar sagrado, sacralizando el poder que está simbolizado en esos uniformes. Los símbolos religiosos tienen una funcionalidad política muy importante, tal como lo demuestra la estampita entregada a cada concurrente, y aquí reproducida. La tradicional imagen de la biblia junto a la espada tiene el propósito de generar fuerza para esos poderes.

La reiterada referencia en sala del senador Guillermo Domenech y otros integrantes de su sector a “la dimensión católica del Estado” encontró esta vez correspondencia en las palabras del cardenal Sturla. Dijo, y bien se le puede atribuír añoranza, que “hoy es el día del Ejército Nacional y estamos aquí, en la Catedral de Montevideo que tantas veces en su historia vio la presencia las Fuerzas Armadas, antes de la separación Iglesia- Estado”. Separación que ocurrió con la reforma constitucional que fue responsabilidad del batllismo, a partir de la guerra de 1904 y consagrada en 1918. El país salía así del militarismo y el caudillismo amparado por la Constitución de 1830.

La idea de que el país nació católico romano y debe volver a serlo estuvo presente varias veces en la misa, así como seguramente lo está en la mente de muchos de los que asistieron. Esa posibilidad de que sea un destino manifiesto estuvo en las palabras de Sturla: “Y en la Batalla de Las Piedras eran todos creyentes seguramente, del uno y del otro lado”.

Si este retroceso en los valores republicanos tiene origen, se puede situar en setiembre de 2015, cuando, en coordinación con el cardenal prelado Daniel Sturla, el entonces jefe del Ejército Guido Manini crea el cargo de capellán del Ejército y nombra en él al ex coronel Genaro Lusarian. “Algo único en nuestro Estado laico”, señaló el trabajador social y estudioso del tema religioso Nicolás Iglesias; lo hizo en una entrevista en Lado B, que sirve de base a esta nota.

Luego de consagrada la capellanía militar, en 2016 se hizo una misa en la Catedral por el día del Ejercito, en la cual Manini no sólo habló como comandante en jefe, sino que se arrodilló y rezó, violando abiertamente la Constitución en ambas instancias: “Todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay. El Estado no sostiene religión alguna”, dice en su artículo 5°.

De entonces a ahora, lo que pasó es que se creó Cabildo Abierto, con muchos integrantes que se definen católicos y en una línea integrista e hispanista, dándole más organicidad a su planteo de pureza católica occidental. Su espíritu sectorial, su estampa de Cabildo Abierto, fue evidenciada por quien no asistió a esta misa del 18 de mayo pasado: el ministro de Defensa y herrerista Javier García. En la misa, se oró por los cuatro soldados asesinados el 18 de mayo de 1972 (Saúl Correa, Osiris Núñez, Gaudencio Núñez y Jesús Ferreira), y Sturla anunció: “rezamos por la reconciliación de los uruguayos”. Pero no se mencionó siquiera a los detenidos desaparecidos, a dos días de la Marcha del Silencio, y por la que Sturla, pasando al otro lado del mostrador, dió misa.

Que el Ejército tiene su nacimiento en la batalla de Las Piedras y por lo tanto es anterior a la nación, es una narrativa impuesta por el propio Ejército en beneficio de su imagen de institución fundacional, y su insistente generalización viene opacando el análisis histórico que podría situar su origen en la Guerra del Paraguay, 1864-70.

Esa conveniente narrativa pone al Ejército y a la Iglesia Católica en el origen mismo de la nación, y están allí como sus piedras fundacionales. Lo hace en defensa de aquello a lo que alude Cabildo Abierto con su particular reivindación del artiguismo y que hoy se le vuelve a pedir a la Iglesia Católica: la defensa de una sociedad occidental y cristiana en el propósito de “recuperar nuestros valores tradicionales”. Vincular el ideario artiguista a una concepción patriarcal de la familia tradicional es una “necesidad” que marca el propósito del “reestablecimiento del orden moral”. Y a esos efectos, se define a la sociedad actual en situación de caos moral, que es el escenario donde estas dos instituciones tradicionales, Ejército e Iglesia Católica, deben cumplir un rol rector de la moral y las tradiciones. Dios nos ampare.

 

 

 

 

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.

Más del Autor: