Xi militariza su política

Fueron cuatro discursos sucesivos del líder chino Xi Jingpin en la reunión anual del parlamento de China y su máximo órgano asesor político en marzo, y en todos ellos comandó preparaciones para la guerra. Le dijo a sus generales que “se atrevan a luchar”, anunció un aumento del 7,2 por ciento en el presupuesto de defensa de China (que ya se había duplicado en la última década), planes para hacer que el país sea menos dependiente de las importaciones extranjeras de granos, y referencia al nuevo paquete de leyes de preparación militar, nuevos refugios antiaéreos en ciudades al otro lado del estrecho de Taiwán y nuevas oficinas de “Movilización de Defensa Nacional” en todo el país.

Cómo interpretar estas señales claras de China en el terreno militar es, claro, una necesidad para el resto del mundo. Ya en un discurso en octubre, Xi afirmó: “Ante las guerras que nos puedan imponer, debemos hablar a los enemigos en un idioma que entiendan y utilizar la victoria para ganar la paz y el respeto. En la nueva era, el Ejército Popular insiste en usar la fuerza para dejar de luchar”. Esta última frase recoge el principio latino Si vis pacem, para bellum: si quieres la paz, prepárate para la guerra. No es seguro que eso sea todo.

La primera señal de que las reuniones de este año de la Asamblea Popular Nacional y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, conocidas como las «dos sesiones» porque ambos órganos se reúnen simultáneamente, podría plantear un nuevo panorama. Se produjo el 1 de marzo, cuando la principal revista teórica del Partido Comunista Chino (PCCh) publicó un ensayo titulado Bajo la guía del pensamiento de Xi Jinping sobre el fortalecimiento del ejército, avanzaremos victoriosamente”. El ensayo apareció bajo el nombre de “Jun Zheng”, un homónimo de “gobierno militar”, que posiblemente se refiere al principal organismo militar de China, la Comisión Militar Central, y argumentaba que “la modernización de la defensa nacional y las fuerzas armadas debe acelerarse”.También pidió una intensificación de la llamada Fusión Militar-Civil, la política de Xi que requiere que las empresas privadas y las instituciones civiles sirvan al esfuerzo de modernización militar de China. Y a partir de un discurso que Xi pronunció ante los líderes militares chinos en octubre de 2022, lanzó golpes levemente velados a Estados Unidos: “Nuestro ejército es famoso por ser bueno en la lucha y tener un fuerte espíritu de lucha. Con mijo (popular grano alimenticio resistente a la sequía) y rifles, derrotó al ejército del Kuomintang equipado con equipo estadounidense. Derrotó al enemigo número uno del mundo armado hasta los dientes en el campo de batalla de Corea, y realizó poderosos y majestuosos dramas de batalla que conmocionaron al mundo y provocaron el llanto de fantasmas y dioses”.

En diciembre, China dio señales de que el tránsito a una situación de guerra podía ser muy rápido. Legisló para que el Ejército Popular de Liberación (EPL) pudiera activar más fácilmente sus fuerzas de reserva e institucionalizar un sistema para reabastecer las tropas de combate en caso de guerra. Dos académicos estadounidenses, Lyle Goldstein y Nathan Waechter, lo atribuyen a lecciones sobre la movilización militar que dejan los fracasos del presidente ruso Vladimir Putin en Ucrania.

Más disposiciones prepararon el terreno para las directivas de Xi en marzo, otorgando a la Comisión Militar Central la facultad de ajustar disposiciones legales, incluyendo “jurisdicción, defensa y representación, medidas coercitivas, archivo de causas, investigación, acusación, juicio y ejecución de sentencias”. Hay circulando varias interpretaciones sobre su uso, dos de ellas referidas a Taiwan, y una tercera en la que Beijing podría usarlo para obligar a los ciudadanos chinos a apoyar sus decisiones durante la guerra.

No son solo palabras. A partir de diciembre, el gobierno chino abrió una gran cantidad de oficinas de reclutamiento en todo el país, incluso en Beijing, Fujian, Hubei, Hunan, Mongolia Interior, Shandong, Shanghai, Sichuan, Tíbet y Wuhan. Al mismo tiempo, las ciudades de la provincia de Fujian, al otro lado del estrecho de Taiwán, han comenzado a construir o mejorar refugios antiaéreos y al menos un «hospital de emergencia en tiempos de guerra», según medios estatales chinos. En marzo, Fujian y varias ciudades de la provincia comenzaron a impedir que las direcciones IP en el extranjero accedieran a los sitios web del gobierno, posiblemente para trabar el seguimiento de los preparativos de China para la guerra.

A principios de marzo, la Conferencia Consultiva del Poueblo Chino habría discutido un plan para crear una lista negra de activistas. Esto, incluido el vicepresidente de Taiwán, William Lai Ching-te, “si no reforman sus costumbres”, según el bloguero chino ultranacionalista Zhou Xiaoping, en su momento felicitado por el propio Xi.

En esas reuniones de marzo, el primer ministro saliente, Li Keqiang, anunció un presupuesto militar de 1,55 billones de yuanes (unos 224.800 millones de dólares) para 2023, un aumento del 7,2 por ciento con respecto al año pasado. Li también pidió intensificar los “preparativos para la guerra”. Según el reputado instituto de investigaciones militares de Estocolmo SIPRI, China subvalúa en más de un 30% el presupuesto militar que declara. Pero incluso la cifra oficial china supera el gasto militar de todos los aliados del Tratado del Pacífico de los Estados Unidos combinados: Australia, Japón, Filipinas, Corea del Sur y Tailandia.

En su discurso ante los líderes militares y paramilitares, el tercero que pronunció, Xi describió un panorama geopolítico sombrío, destacó a Estados Unidos como el adversario de China, exhortó a las empresas privadas a servir a los objetivos militares y estratégicos de China, y reiteró que considera que la unión de Taiwán y el continente es vital para el éxito de su política distintiva y lograr “el gran rejuvenecimiento de la etnia china”.

En su primer discurso del 6 de marzo, Xi parecía estar ciñendo la base industrial de China para la lucha y el conflicto. “En el próximo período, los riesgos y desafíos que enfrentamos solo aumentarán y se volverán más severos”, advirtió. “Solo cuando todas las personas piensan en un solo lugar, trabajan duro en un solo lugar, se ayudan unos a otros en el mismo barco, se unen como uno solo, se atreven a luchar y son buenos en la lucha, pueden seguir ganando nuevas y mayores victorias”. Para ayudar al PCCh a lograr estas “mayores victorias”, prometió guiar correctamente” a las empresas privadas para que inviertan en proyectos que el Estado ha priorizado.

Xi también criticó directamente a Estados Unidos en su discurso, rompiendo su práctica de no nombrar a Washington como adversario excepto en contextos históricos. Describió a Estados Unidos y sus aliados como las principales causas de los problemas actuales de China. “Los países occidentales encabezados por Estados Unidos han implementado desde todas las direcciones la contención, el cerco y la represión contra nosotros, lo que ha traído desafíos sin precedentes para el desarrollo de nuestro país”, dijo.

El 5 de marzo, Xi pronunció un segundo discurso en el que expuso una visión de la autosuficiencia china que fue considerablemente más allá que cualquiera de sus discusiones anteriores sobre el tema. Dijo allí que la marcha de China hacia la modernización depende de romper la dependencia tecnológica de las economías extranjeras. Xi también dijo que quiere que China ponga fin a su dependencia de las importaciones de cereales y productos manufacturados. “En caso de que nos falte alguno, el mercado internacional no nos protegerá”, declaró Xi.

Li, el primer ministro saliente, enfatizó el mismo punto en su “informe de trabajo” anual del gobierno el mismo día, y dijo que Beijing debe “mantener incansablemente los tazones de arroz de más de 1.400 millones de chinos firmemente en sus propias manos”. Actualmente, China depende de las importaciones para más de un tercio de su consumo neto de alimentos.

En su tercer discurso, el 8 de marzo, ante representantes del EPL y la Policía Armada Popular, Xi declaró que China debe centrar sus esfuerzos de innovación en reforzar la defensa nacional y establecer una red de fuerzas de reserva nacionales que puedan aprovecharse en tiempos de guerra. Xi también pidió una campaña de «Educación de Defensa Nacional» para unir a la sociedad detrás del EPL, invocando como inspiración el Movimiento de Doble Apoyo, una campaña de 1943 de los comunistas para militarizar la sociedad en su base de operaciones de Yan’an.

En su cuarto discurso (y el primero como presidente de tercer mandato), el 13 de marzo, Xi anunció que la “esencia” de su gran campaña de rejuvenecimiento era “la unificación de la patria”. Aunque ha insinuado la conexión entre la absorción de Taiwán y su proclamada campaña para, esencialmente, hacer que China vuelva a ser grande, rara vez lo ha hecho con tanta claridad.

Lo que Xi está haciedno es intensificando una década de campaña para romper dependencias económicas y tecnológicas clave con el mundo liderado por Estados Unidos. Lo hace anticipándose a una nueva fase de “lucha” ideológica y geoestratégica, como él mismo dice. Y su mensaje sobre la preparación para la guerra y su equiparación del rejuvenecimiento nacional con la unificación marcan una nueva fase en su campaña de guerra política para intimidar a Taiwán.

 

 

  

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