Ucrania dispara su artillería más rápido que los suministros de proyectiles que recibe, pero tuvo que reducir su ritmo de fuego para racionalizar sus existencias y disponibilidades. En esencia, el apoyo a Ucrania se hace a partir de una industria bélica de tiempos de paz, y el reclamo de mucha mayor producción implica un cambio cualitativo hacia una industria capaz de atender una demanda de tiempos de guerra.
Ninguna de las partes esperaba este desarrollo de la confrontación, y planificar producción para ella lleva tiempo e inversión capaz de producir ese cambio cualitativo. EEUU ya lo hizo, al menos a través de un anuncio de su presidente Joe Biden. Se invertirán 40.000 millones de dólares en la industria bélica.
Ahora, Bruselas está pensando en el mismo sentido, y la fórmula presentada por la presidenta de la Comisión Europea, UE, Ursula von der Leyen, retoma el mecanismo utilizado por Europa para asegurar las vacunas al principio de la pandemia de covid-19: reunir recursos para ofrecer más dinero por adelantado a los fabricantes que alentara a “invertir en nuevas líneas de producción ahora”, para los “productos estandarizados que Ucrania necesita desesperadamente”.
Se le sumaron la primera ministra de Estonia Kaja Kallas y el jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell Fontelles. Además, Borrell propuso gastar mil millones de euros en los próximos meses para ayudar a reembolsar a los países que donan municiones de artillería a Ucrania, al tiempo que presiona a los estados miembros para que realicen nuevos pedidos conjuntos para reponer y ampliar sus existencias, que se están agotando precariamente.
Los ministros de defensa de la Unión Europea se reunieron el 8 de marzo en Estocolmo para considerar el tema, y aparentemente la conversación continúa, con el propósito de usar el presupuesto de la UE para ordenar y comprar hasta un millón de proyectiles para Ucrania a un costo estimado de cuatro mil millones de euros. Esto es, aproximadamente, el 10% de la inversión anunciada por EEUU.
Se está planteando así una nueva realidad, que reclamará mayor peso bélico en los enfrentamientos políticos; no solo en Ucrania, sino en general; si se fabrican y se pagan, la lógica capitalista (y esto seguramente incluya a la industria bélica de Rusia, más allá de cómo la llamen) será para pintarlas de verde pero no simplemente almacenarlas. Si los fabricantes de armas van a aumentar la producción y construir nuevas fábricas, quieren grandes pedidos con dinero garantizado, y esas fábricas pueden tardar al menos dos años, si no más, en entrar en funcionamiento. Y así planteadas las cosas, eso supera las necesidades y los tiempos previsibles de Ucrania. Implica un incremento de los presupuestos militares del mundo.
Que por otra parte, es la tendencia que se viene dando en el globo desde los ’90, con excepción de los los años más críticos de la crisis económica y financiera de la pasada década. Ni los efectos económicos de la pandemia de COVID-19 han cambiado esa tendencia. En 2021 el total mundial superó por primera vez los 2.000 millones de dólares, un 0,7 por ciento más que en 2020 y un 12 por ciento más que en 2012.
En particular, EEUU encabeza el gasto con 801.000 millonbes de dólarees en 2021 (no hay información disponible sobre 2022), lo que supone casi un 4% de su PBI y un 8% de su gasto público. Lo sigue China, con 293.000 millones en 2021; un aumento de 4,7% respecto al año anterior. China lleva 27 años consecutivos, desde 2004, aumentando su gasto en defensa.
En una apreciación que considera que se entra en una nueva etapa, Jens Stoltenberg, el secretario general de la Otan, ha dicho a sus países miembros que por ahora no se preocupen demasiado por reducir sus propias existencias, a pesar de los requisitos formales de la Otan, ya que podrían volver a llenarlas más tarde. Pero la guerra en marcha plantea urgencias cotidianas que presionan hacia cambios cualtitativos en la industria de armamentos. “El tiempo de espera para municiones de gran calibre, advirtió, ha aumentado de 12 a 28 meses”. Evidentemente, el apoyo a Ucrania va mucho más allá del apoyo a Ucrania.
Mesa de Prensa de La ONDA
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