La resolución de la asamblea general de la ONU aprobada el 23 de febrero reitera la necesidad de una retirada inmediata, completa e incondicional de todas las fuerzas militares rusas del territorio ucraniano “dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente”, y solicita el cese de las hostilidades.
El apoyo recibido, de 141 votos de 175 presentes de los 193 miembros admite más análisis que el de un triunfo diplomático de quien presentó la moción, Ucrania, con el apoyo de 89 países. Lo sugiere la propia resolución, al afirmar que “exhorta a los Estados miembros a redoblar su apoyo “a los esfuerzos diplomáticos encaminados a lograr una paz general, justa y duradera” y solicita a las partes en conflicto cumplir con sus obligaciones, en línea con el derecho internacional humanitario, “de velar constantemente por no causar daño a la población civil ni a los bienes de carácter civil”, y “garantizar el acceso seguro y sin trabas de la ayuda humanitaria”. O sea, pide más apoyo.
El quid de la cuestión es que en octubre 2022 la asamblea general de ONU aprobó una resolución en el mismo sentido, esta vez con 143 votos a favor . O sea que Ucrania y la alianza en su apoyo de 54 países que la apoya no logró sumar más voluntades.
Esto tiene al menos dos implicancias: la hegemonía de EEUU como la gran potencia mundial sigue necesitando reafirmarse tras una década de políticas erradas respecto a Rusia, y sigue en la zona de duda para muchos países. Las implicancias de esta debilidad se reflejan en que tanto Rusia como EEUU mantienen, por razones diferentes, una política de contención respecto de la guerra de Ucrania, según se intentó explicar en la nota https://www.laondadigital.uy/
Describir la situación necesita abordar el interés puramente capitalista en entrar en fase ‘guerra’ en la producción de armamento, hoy solo de mantenimiento. Pero los arsenales fueron menguando, y los tiempos de espera para fabricar los misiles que tanto reclama Ucrania pasaron de 12 a 28 meses. En el terreno capitalista compiten Alemania (que declaró ya que se encamina a ser la potencia más poderosa de Europa) y EEUU. Por su parte, Rusia intenta superar efectos del bloqueo en el suministro de materiales esenciales para su producción de armamento y sufre la caída del precio de su petróleo, que es el 40% de sus ingresos, y que India hoy aprovecha para aceptar petróleo barato pese al bloqueo.
El canciller aleman Olaf Scholtz ya dijo el año pasado que la invasión de Ucrania era un punto de giro en materia bélica, y que su país entraba en la fabricación y venta de armamento, cosa que ya está haciendo. Por su parte, en EEUU se prepara una inversión de 400.000 millones de dólares en la industria armamentística (no está claro si es estatal o privada, o una combinación de ambas), comparable a su presupuesto de defensa para 2022, que fue de 344.400 millones de dólares. El de este año implica un cambio drástico, explicable por el cambio de modo de mantenimiento de la situación a modo guerra: 816.700 millones de dólares.
El otro aspecto que no debe pasar desapercibido es el de las abstenciones: fueron 35. Es de hacer notar que la alianza de países emergentes BRICS (Brasil, Rusia, India y China, a la que se incorporó Sudáfrica en 2010) no apoyó a su socio ruso. Brasil votó en contra de Rusia, y los otros tres, con China a la cabeza, se abstuvieron. El proyecto de esa alianza era ser, y tal vez siga siendo si esta fisura no los deshace, equiparables en importancia al G8.
En las abstenciones hay cuatro repúblicas que tras la implosión de la URSS dejaron de pertenecer a esa federación: Kazakhstan, Kyrgyzstan,Tajikistan y Uzbekistan. Su abstención se entiende como un compás de espera, donde el resultado de la guerra de Ucrania influirá en la posición internacional que adopten.
También se abstuvieron países africanos, situación en la que debe tenerse en cuenta el estrechamiento de lazos con ellos que propicia Rusia, la riqueza de minerales que también atrae a China, y la autonomía que reivindican para su política y comercio internacional. El caso más reciente es el de la justificación de Sudáfrica de sus maniobras navales con Rusia, y también se abstuvieron Burundi, República de África Central, Eswatini (nuevo nombre de Suazilandia), Etiopía, Guinea, Lesotho, Mali, Mozambique, Namibia, Sudán del Sur, Sudán, Togo, Uganda, Tanzania y Zimbabwe.
Foto de portada embajador uruguayo en la ONU Carlos Amor
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