Sara Méndez, la búsqueda de una madre

El viernes 10 de febrero fue la presentación del documental “Sara Méndez”, de la directora Sara Kochen. Fue un evento muy emocionante, particularmente por la presencia de Sara Méndez y la directora del documental, que intercambiaron palabras con el público, y Simón Riquelo, el hijo que durante casi 26 años estuvo con una familia adoptiva, en el marco de la represión de militantes políticos y sociales en Argentina en el año 1976, sumado a la presencia del nieto de Sara Méndez, hijo de Simón.

La continuidad de la vida.

Antes que comenzara la función la Coordinadora General de Cinemateca, María José Santacreu, agradeció a la concurrencia, que llenó la sala de proyección, y presentó a Sara Méndez, a la que hizo pasar al frente, junto a la directora del documental.

Desde el inicio se nos fue haciendo a la idea que lo que íbamos a ver no sólo sería un tramo de la historia nacional, y que incluía el cuarto de siglo que le llevó a Sara Méndez dar con su hijo y las circunstancias políticas de toda la historia, que es la historia de buena parte de los militantes sociales y políticos que la dictadura consideró como subversivos, sino que íbamos a ver y escuchar sobre una búsqueda de la identidad y a tener un baño de humanidad. A sentir la importancia del respeto de los derechos humanos y a su lucha constante.

La realización del documental apeló a nuestros sentimientos, más que a encontrar una razón, descabellada desde lo humano, para todo ello. Quiero decir: más allá de la política, ¿cómo es posible apropiarse de niños y niñas, darlas en adopción, desterrarles de su verdadera identidad y, por otro lado, condenar a que los familiares de los desaparecidos sigan sufriendo, día a día, su calvario? Es decir la realización de un método continuado de guerra, de guerra sucia, interminable.

Un informe de Amnistía Internacional había cifrado en 34 los desaparecidos en Uruguay y algo más de 100 en Argentina, sin embargo la Secretaría de Derechos Humanos para el pasado Reciente de Presidencia de la República, cifró, en 2015, 192 personas como detenidas-desaparecidas entre los años 1968-1985, aunque luego se corrigió esa cifra y la ubicó en 197. Entre estos, doce niños y niñas, cuatro que nacieron en cautiverio estando detenidas sus madres tanto en centros clandestinos o, como en el caso Gelman, María Claudia García dio a luz a Macarena Gelman en el Hospital Militar en Montevideo. Aún hay cuatro niñas y niños que siguen desaparecidos: Adriana Gatti Casal, Beatriz Lourdes Hernández Hobbas, Washington Fernández Hernández Hobbas y Carlos Baldomiro Severo Barreto.

El fenómeno de la desaparición forzada “no está determinado”, según palabras de Fabiana Larrobla, licenciada en Ciencia Política, candidata a magister en la Universidad Nacional de Quilmes y coordinadora del equipo de investigación histórica. “Hay casos cuyas denuncias nunca fueron descartadas, pero tampoco nunca fueron corroboradas porque no se continuaron con los trámites de indagación sobre personas presuntamente desaparecidas. (…) hay una cantidad considerable que (…) configuran casos de desaparición forzada. (…) extraoficialmente podríamos estar hablando de 220-230 desaparecidos por responsabilidad del Estado uruguayo”, dijo Larrobla (AFP Factual, 3/6/2022)

Más allá de todo, no fue solo la crueldad desatada con la detención y el trato inhumano que recibieron los mismos, sino la crueldad continuada de la desaparición a quienes le han sobrevivido y los familiares, sobre todo los más directos.

¡Es que Uruguay, a diferencia de Argentina, no tuvo un Nunca Más!

En el guión del grupo de tareas

En la búsqueda de Mauricio Gatti, integrante del PVP, dan con la casa en Buenos Aires donde vivía con su mujer, Sara Rita Méndez Lampodio, maestra y militante social, que estaba clandestina en la Argentina, y su bebé de apenas 20 días de edad que fue arrebatado en el operativo, realizado en 1976, por hombres vestidos de civil y exhibiendo armas largas. Entre ellos se encontraba el mayor José Nino Gavazzo, quien es visto por Sara Méndez en Automotores Orletti, a donde fue conducida.

Automotores Orletti fue un centro de detención clandestina ubicado en la capital argentina, donde se torturó a detenidos políticos. Había sido un taller mecánico y el piso tenía manchas de aceite. Ellos estaban maniatados y encapuchados sobre el suelo, y en el piso superior se torturaba. Ante los gritos horribles, desesperados, de los que eran torturados, Sara Méndez “se prometió no gritar”.

Eso dijo cuando dio su testimonio en el juicio contra los dictadores de Argentina. Tenía 41 años y le costaba tratar de relatar los hechos sin que se le quebrara la voz. Las imágenes son reales, y su testimonio terminó cuando tuvo que reconocer que inscribió a su hijo con el apellido Riquelo según el documento falso que tenía porque estaba siendo buscada en Uruguay y también en la Argentina.

Pero después de Automotores Orletti los mandos militares planearon toda la tramoya del Chalet Susy (26 de octubre de 1976) para “blanquear” a una veintena de detenidos-desaparecidos en el marco del Plan Cóndor, integrantes del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), y hacerlos pasar por subversivos que estaban armados (muestran el armamento supuestamente incautado a la

prensa convocada), como argumento a favor de mantener la ayuda económica y militar de Estados Unidos a Uruguay, ayuda que se desestimará tras el Informe Koch (que demuestran las violaciones a los derechos humanos realizadas por la dictadura).

Habían sido detenidos entre el 13 y el 15 de julio. En realidad eran sesenta y dos en total los que habían sido secuestrados por militares uruguayos de civil. Los que vinieron en un segundo vuelo aún continúan desaparecidos.

Después de eso, a los del primer grupo se los llevó a la casa de Punta Gorda donde fueron examinados por un médico, posteriormente llevados a la casona de Boulevard Artigas y Palmar, donde funcionaba el Servicio de Información y Defensa (SID) con los mismos oficiales y tropa que los habían torturado y custodiado en Orletti, y finalmente se los condenó a distintas penas de cárcel. Sara Méndez pasó al penal de Punta de Rieles donde, a pesar de la reclusión, ella volvió a sentirse mujer y recuperó su propia femineidad.

En 1981 sale de la cárcel y sigue militando socialmente, siempre buscando indicios de su hijo. Luego de la recuperación democrática le dan pistas falsas (en claras maniobras de contrainteligencia). Una de ellas lo lleva a un muchacho que fue adoptado por una familia de Montevideo, que tenía parentesco con uno de los militares uruguayos que habían intervenido en su detención, pero el examen de ADN confirma que no es él y ello la trae cierto descrédito.

Sin embargo, gracias a las gestiones del entonces senador Rafael Michelini y del periodista Roger Rodríguez, consignadas en el documental, logran dar con el paradero de Simón Riquelo, decidiendo preservar su identidad

El filme, incluye además el breve spot que Sara Méndez llamaba a votar por el voto verde, spot que fuera prohibido por Julio María Sanguinetti, a la sazón presidente del país, y cuenta también con las intervenciones del esposo de Sara Méndez, Raúl Olivera, el propio Rafael Michelini (que estaba presente en la sala) y la historiadora Virginia Martínez.

Pero después de la finalización del documental, volvieron a aparecer Sara Méndez, Sara Kochen y la coordinadora de Cinemateca, María José Santacreu. Desde el público se hicieron algunas preguntas y comentarios y, sin que nadie lo supiera, Simón Riquelo, que  estaba entre el público, se paró y agradeció las muestras de solidaridad.

Sara Méndez reafirmó que su lucha aún no ha terminado, que la satisfacción de haber encontrado a su hijo, en una peripecia de veintiséis largos años de incertidumbre pero también de una búsqueda desde el convencimiento personal de que su hijo estaba vivo, continúa en todos los que aún se encuentran desaparecidos. Porque su vocación es la de una militante social, comprometida y consecuente.

¡Porque tiene que haber justicia, verdad y reparación!

Por Sergio Schvarz 

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