Elites rusas apoyan a Putin

El apoyo a Rusia en su guerra con Ucrania, de palabra pero más con vestimenta militar, fotos en el frente de guerra y otros, son hoy el deber ser de la elite gobernante que aspira a escalar la pirámide del poder en el Kremlin, señala la Fundación Carnegie para la paz internacional, de EEUU.

No son los veteranos de combate los que son favorecidos, sino los funcionarios y políticos que han visitado la línea del frente para tomarse fotografías y las han utilizado para demostrar su radicalismo. Esto, en el marco de la opinión subyacente en las elites rusas que quieren que las cosas vuelvan a ser como eran antes de la invasión de Ucrania

Todo comenzó en el mismo inicio de la guerra, cuando el primer subjefe de personal Sergei Kiriyenko y el secretario general del partido gobernante Rusia Unida, Andrey Turchak empezaron a usar pantalones caqui en las áreas recién ocupadas de Ucrania. Luego vinieron apariciones en el frente de políticos de carrera, entre ellos los diputados de la Duma estatal Vitaly Milonov, Sergei Sokol y Dmitry Khubezov; este verano boreal las visitas se hicieron más frecuentes.

Ahora, legisladores formaron una unidad de reserva especial llamada Cascade, y se dan situaciones como la del alcalde de la ciudad de Chita, Alexander Sapozhnikov, que renunció a su cargo para ofrecerse como voluntario para el frente. No hay constancia de que efectivamente haya sido llamado a filas. El gobernador de Primorye, Oleg Kozhemyako, fue un entusiasta visitante de las trincheras, y el ex jefe de la corporación espacial estatal Roscosmos, Dmitry Rogozin, visitó el frente vestido con uniforme de combate.

El abrazo de oso a la etiqueta del combate debería dar rédito a sus carreras políticas. El presidente Vladimir Putin habla reiteradamente del valor de los que luchan en la guerra, e incluso pronunció su discurso de Año Nuevo contra un fondo de hombres y mujeres en uniforme.

Al parecer, mejor aún que adherir a la idea de la guerra dando muestra de la disposición a entrar en ella, como vestir el uniforme, es aparecer como radical al respecto. El gobernador de Kursk, Roman Starovoit, dice querer recibir entrenamiento del grupo mercenario Wagner. Y el secretario general del partido de gobierno Rusia Unida, Andrey Turchak, alude en discursos al mazo con que fue ejecutado el desertor Yevgeny Nuzhin en noviembre pasado. Esto vuelve al presente el método del “garrote vil” supuestamente inventado por Napoleón Bonaparte en 1809 y con el que se ejecutaba en España durante el franquismo. Y Margarita Simonyan, editora en jefe de la agencia RT, elogia a Wagner y a su fundador Yevgeny Prigozhin. La efusión de radicalismo condice con la aspiración de Putin de que “los soldados nos deleiten una y otra vez con los resultados de su trabajo”.

La adhesión de las elites al oficialismo de Putin se puede entender como una clara señal de apoyo a su gestión. En el momento en que ese apoyo esté ausente, la estabilidad de Putin estará cuestionada, según el criterio común de los analistas políticos y militares occidentales.

Hoy, la actitud de esas elites es refrendada por la encuesta de opinión publicada por Levada Center, que se puede interpretar con los recaudos que se estimen necesarios. El apoyo a la acción del ejército ruso es del 81%; la idea de que Rusia en verdad se está defendiendo tiene el apoyo del 43%; la idea de que Rusia busca evitar un ataque ucraniano tiene un 25% de apoyo, y que estas acciones frenan la expansión de Otan, 14%.

 

 

  

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