La entraña del golpe de Bolsonaro

En el prólogo de la embestida de miles contra los símbolos del poder en Brasilia el domingo, y mientras bolsonaristas acampaban ante una veintena de cuarteles militares en todo el país pidiendo un golpe de Estado, integrantes del círculo de asesores de Bolsonaro mantenían reuniones en EEUU con asesores del expresidente Donald Trump para discutir los próximos pasos, informó The Washington Post en su edición del 23 de diciembre.

FALTA INFORMACIÓN / Al cerrarse este domingo 8 de enero, Brasil vive uno de los momentos mas complejos de su historia reciente, el presidente Lula que asumió el primero de enero sus funciones como nuevo presidente dijo; «No hay precedentes de lo que han hecho hoy (los fascistas); pagarán con la fuerza de la ley». Con esta frase se refería a que miles de personas simpatizantes del expresidente Bolsonaro, asaltaron y vandalizaron la sede de los tres poderes: Congreso, el palacio presidencial y la Corte Suprema tras la violenta toma. En momentos que se escribe estas líneas la Policía reporta que recuperó el control de los edificios y que hay un centenar de detenidos.

Si bien estos hechos estaban en un universo de posibilidades, luego que el expresidente Bolsonaro cuestionara el triunfo electoral de Lula y se negara a la entrega institucional de la presidencia, la forma que tomaron las asonadas y su proceso de cómo llegaron hoy en Brasil, casi sin contención de las fuerzas policiales y militares constituyen parte de una serie de interrogante y dudas de cuales fueron las reales medidas del gobierno y cuerpos de seguridad. Ante éste comportamiento de quienes pierden las elecciones legítimas, es inevitable hacer un símil con lo que aconteció en EEUU cuando por iniciativa de Trump, sus seguidores asaltaron el Congreso.

Las dudas son más que la información real

Al menos desde las elecciones del 30 de octubre se afinaba la estrategia desestabilizadora que se puso en marcha el domingo en Brasilia. El congresista brasileño Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente, visitó Florida a partir de la votación del 30 de octubre, se reunió con Trump en Mar-a-Lago y formuló estrategias con otros aliados políticos por teléfono. Habló con el exestratega de Trump, Stephen K. Bannon, quien estaba en Arizona ayudando en la campaña de la candidata republicana a gobernador Kari Lake, sobre el poder de las protestas a favor de Bolsonaro y los posibles desafíos a los resultados de las elecciones brasileñas, dijo Bannon. Almorzó en el sur de Florida con el ex vocero de la campaña de Trump, Jason Miller, ahora director ejecutivo de la empresa de redes sociales Gettr, y habló sobre la censura en línea y la libertad de expresión, dijo Miller al Washington Post.

Esas conversaciones espejaron debates que se desarrollan en Brasilia, donde los partidarios de Bolsonaro discutieron los pasos siguientes para su movimiento conservador populista. Fue claro desde un inicio, y aparentemente no reservado, que enfrentan un ajuste de cuentas similar al de la derecha estadounidense después de la derrota de Trump en 2020 sobre cómo mantener su vigencia tras la derrota de su abanderado, pese a su carisma.

Los manifestantes han sido fotografiados con carteles hechos a mano que decían «BrazilianSpring» y «BrazilWasStolen» en inglés, ofreciendo muestra de los estrechos vínculos entre los movimientos de derecha en los dos países. Las frases han sido tendencia en twitter brasileño varias veces este mes. La “primavera brasileña” fue acuñada poco después de la elección del 30 de octubre por Bannon, dicen él y otros; desde entonces, Bannon ha dedicado varios episodios de su podcast a una elección que considera uno de los eventos políticos más importantes del mundo.

Una de las estrategias, en la que estaba Bannon, quería la impugnación de los resultados, sabiendo de su muy probable fracaso pero que alentaría a los manifestantes. El martes, el Partido Liberal (de Bolsonaro) presentó una solicitud ante el Tribunal Superior Electoral de Brasil para invalidar los votos registrados por unas 250.000 máquinas que se fabricaron antes de 2020. Los verificadores de hechos dicen que la investigación se basa en información falsa sobre máquinas más antiguas.

El juez del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes, presidente del tribunal electoral, dijo que las máquinas se usaron tanto en la primera como en la segunda vuelta, y dijo que el partido también debería solicitar una revisión de los votos de la primera vuelta, lo que podría poner en riesgo la elección. de sus candidatos que ganaron.

Otros grupo de asesores plantearon la necesidad de “peleas más grandes”, en el entendido de que podrían tener un mayor atractivo internacional. Un elemento central de este enfoque sería un ataque a la legitimidad de los tribunales superiores del país. Ellos pueden disponer el arresto de personas que publiquen información errónea sobre el proceso electoral u otro “contenido antidemocrático”. Si bien muchos brasileños ven a los tribunales como un baluarte de la democracia, hay una tendencia creciente entre estudiosos del derecho de acusar al poder judicial de extralimitación y orientación política. Muchos fallos están sellados, y términos como «desinformación» y «noticias falsas». La frase en inglés que usó Trump para describir la cobertura que consideró poco halagadora resulta estar escrita en la ley brasileña y no tener una definición clara.

Los tribunales supremos y electorales de Brasil, que se encuentran entre los reguladores más fuertes del discurso en línea en cualquier nación democrática, ordenaron en las últimas semanas a las empresas tecnológicas que eliminen las cuentas de redes sociales de varios políticos y periodistas pro-Bolsonaro, y en septiembre ordenaron allanamientos en las viviendas de empresarios acusados de promover la desinformación electoral y defender un golpe militar en un grupo de Whatsapp.

Bolsonaro y Trump construyeron una fuerte alianza cuando ambos estaban en el cargo, y Trump vio un espíritu afín en el grandilocuente Bolsonaro, impulsado por las redes sociales. Los asesores de Trump se sintieron atraídos por el amor de Bolsonaro por las armas, su nacionalismo, su voluntad de enemistarse con los aliados de larga data de Brasil y recortar las regulaciones ambientales, y su adopción de las guerras culturales. Eduardo Bolsonaro, el tercer hijo del presidente, fue a menudo el pegamento en las relaciones entre los dos mundos, y ayudó a traer la Conferencia de Acción Política Conservadora a Brasil.

La figura de Bolsonaro puede ser superada si se convierte en un estorbo, en base a la consideración pública de que el movimiento brasileño es más grande que cualquier líder. “Lo que está pasando en Brasil es un evento mundial”, dijo Bannon a The Post. “La gente dice que ha sido brutalmente privada de sus derechos”. El movimiento “ha ido más allá de Bolsonaro, de la misma manera que en Estados Unidos se ha movido más allá de Trump”.

 

  

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.

Más del Autor: