Gracias democracia, vai embora Bolsonaro

Ganó la democracia, sobrevivió Lula y perdió Bolsonaro. Respiran los ríos, cantan los pájaros y amanece en el continente. La samba es libre con alegría por más que queden nubarrones pasajeros.

Las elecciones definidas por casi la mitad más uno en Brasil muestran lo complejo y reñido que está la visión a futuro y cuál es el camino que se quiere seguir en América Latina.

La diferencia en términos numéricos es nada. El barrio nos muestra el contraste enorme en que estamos viviendo.

Este contraste no solo lo vemos en las calles de cualquier país latino donde la fortuna desfila y babosea inalcanzable sobre el mar de los marginados. También se muestra en resultados y posiciones políticas que no promueven un entendimiento. Preocupa.

Aún en sus derrotas y en nuestras victorias, es necesario analizar por qué en un continente con enormes riquezas naturales, culturales y económicas pero con enormes carencias, violencia, hambre y desigualdades de todos los estilos entre sus habitantes, afloran y persisten ideologías lideradas por personajes siniestros que logran alcanzar casi el 50% de apoyo electoral de un país como Brasil. Siendo tan importante e influyente en toda la región, continente y el mundo.

Estamos hablando de Bolsonaro. Nos mostró desde su lado ideológico que es un fascista certificado, populista militar, promotor del odio, nostálgico de la dictadura, xenófobo, machista neto, racista, clasista, reaccionario, fanático religioso y neoliberal de ojos cerrados.

Luego él de cumplir su mandato presidencial que obtenga una votación de tal magnitud es para prestarle mucha atención y cuidado.

No es necesario tener cuidado de él porque ya no va a continuar como Presidente. La democracia demostró que es más fuerte.

Pero sí entender claramente en qué marco cultural y político estamos viviendo en esta zona del mundo. Cuáles son las necesidades y por qué sectores enormes de masa de población demandan un Bolsonaro, lo quieren y lo defienden.

Entender para lograr cambiar culturalmente de manera sustentable. No solo obtener circunstanciales y buenos resultados electorales, que cuando no se obtienen, en un solo período de gobierno pueden hacer retroceder varias décadas a un país.

Es cierto, perdió Bolsonaro. Pero esa mitad de verdad a la cual él representa, ya le pisa los talones a los que entendemos que la política para la mejora de la vida de las personas y sociedad debe transitar por el camino alejado y opuesto.

El camino debe ser constructivo y proactivo en búsqueda de una sociedad más justa e igualitaria, incluyendo a todas y todos, y no esperar el derrame que prometen y nunca llega, ni con premios de Reyes Magos.

Estamos en un período de la historia en que el camino está muy en juego. Pestañás, te descuidás y nos vamos para el otro lado como en agujero negro.

Es importante en este antagonismo decodificar bien qué quiere cada parte. Qué motivos o principios los mueven y conmueven. Así, en el entendimiento, poder encausarlos en el camino del humanismo, igualdad, libertad, fraternidad y ciencia. Con tolerancia social, siempre en paz y democracia.

Saber que la otra mitad cuando nos habla, nos interpela y nos cuestiona con su verdad, por más que estemos totalmente en desacuerdo, también es parte de la misma. Solo hay que convencer y ser mejores con fundamentos y hechos. Por eso es importante el diálogo y el respeto. Ser intachables a la hora de gobernar, tener sentido de responsabilidad.

En esta cultura del odio nos vamos acostumbrando a que el sector opuesto que opina, piensa o vota distinto hay que ningunearlo, silenciarlo o hablarle más fuerte. Atropellándonos así vamos. Nos quemamos en el sartén de los contrastes. Con estos resultados el pueblo sufre, la clase política se acomoda.

Esto es una señal importante para la Izquierda en Uruguay.

Por lo general, a los votantes de Izquierda nos parece obvio que el mundo va a ir por el camino lineal de justicia e igualdad social y que en las próximas elecciones tenemos asegurados la victoria. No solo por los tropezones, errores y horrores del gobierno actual sino porque el ciclo sabio de la vida nos va abrir con gentileza el camino.

Queda claro que no es así, nada nos asegura que sea así. Solo el trabajo humilde nos puede asegurar que sea así.

Por tal motivo, siempre votando y en democracia, toda la militancia, fuerzas, organizaciones sociales, Frente Amplio, otros sectores y partidos políticos progresistas de nuestro país van a tener que trabajar en conjunto y unidos para desarrollar y lograr un cambio de gobierno en el que vuelva el Uruguay solidario y con perspectiva a futuro, donde estemos todas las personas y clases sociales incluidos en un mismo rumbo.

Volver a pensar en el Uruguay del futuro.

A bajarse de la carroza y a trabajar en serio con los pies en el piso hacia ese rumbo.

 

Por Andrés Legnani

 

 

  

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