Hay dos formas de alejar un tema de la comprensión humana: por defecto o exceso. Ocultando información o saturando al receptor. La segunda práctica es común en los vendedores, políticos y otros varios y lleva implicada la mentira y el engaño. Pero la mentira no es propiedad del mentiroso, también del que le cree. Si una vez nos engañan es culpa del emisor, si el mismo lo hace dos veces es también nuestra. Y, cuando supera determinados límites, la ingenuidad del crédulo pasa a ser estupidez. Entonces la ignorancia del tema no es un eximente.
Hay casos en que el mensaje incluye contradicciones y los propósitos del emisor no son informar y distribuir conocimiento sino inducir a error. Es muy difícil resistir este bombardeo, cuestionarlo desde la inferioridad personal. Y cuando esto lo practican colectivamente, reiterada, premeditadamente, construyen con mentiras relacionadas un relato que por su propia coherencia pasa a ser creíble. Si es asistido_ con medios masivos_ desde el entorno comunicacional del emisor se generaliza y naturaliza en la sociedad. Constituye lo que se ha dado en llamar la “postverdad”, distinta de toda verdad. Para colmo, en el paroxismo del liberalismo informacional en que vivimos, cualquiera puede expresar cualquier cosa desde el cuasi anonimato de las plataformas y las redes.
Cómo resistir
No obstante lo dicho, la buena noticia es que la tecnología no ha logrado superar la capacidad humana de discernimiento. Una resistencia efectiva es seleccionar la información de todo tipo en los medios y las redes aún a riesgo de descartar algo valioso. Riesgo mínimo si se trata de un noticiero televisivo. Una acción aún más proactiva es buscar en la intricada, densa red comunicacional, los temas que nos interesan con los sentidos bien alertas. Entre ellos el sentido común que es la interface entre información y conocimiento, precisamente agregado por el receptor. Si, nuestra educación mediante aplicamos éste último, aunque no garantiza llegar a la verdad, estaremos protegidos.
Y recién entonces, en el ámbito de la publicitada libertad individual de la actividad vital, responsabilidad y valores, sin alegar ignorancia, regirán nuestra conducta social.
Arq. Luis Fabre “Relaciones y comunicación “Educación permanente Udelar 2010. Mdeo.
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