«Te alejarás de la barra sin enterarte de la historia la mitad…».
¡Qué temón!, «Una vez más». Jaime Roos cuando quiere ser rock, es 100% rock.
¡Chirola!, un capuchino y un Alpino por favor.
– No grites que estoy cerca. Sacate los audífonos. ¿No querés un cheesecake?.
– ¿Cheesecake?. No Chirola. No vine a un pub, no me lleves la contra hoy. En este día soleado no hay nada mejor que hacer una buena pausa en un buen bar Montevideano. Ventanales grandes para mirar pa’ fuera.
Me encanta ver a la gente transitar y sus gestos. La cara de los montevideanos en un ómnibus es un poema, a veces asustan y preocupan.
La vida urbana me encanta. El anonimato de las ciudades grandes me encanta. Aunque Montevideo no sea grande pero igual.
Solo me molestan las bocinas histéricas, las personas que van paspando moscas en el tránsito o cuando van hacer un trámite. Cuando trancan las filas los enviaría a estudiar matemáticas para que razonen un poco y les compraría un cronómetro, pero en fin, no somos perfectos. No seamos irreales exigentes.
– No te olvides que este bar antes fue un banco que se fundió, allá por la época de los Peiranos, ¿te acordás?. La versión anterior de la actual Coalición Multicolor, je, ¡mamita!, ¿quién diría?.
– Sí. Imposible de olvidar. No fue para nada divertido. Por suerte luego gobernó la economía una Izquierda responsable, sino estaríamos como Brasil y Argentina con 40% o 50% de pobreza. En Uruguay se bajó de 38% a menos de 2 dígitos, ahora nuevamente comenzó a subir. ¡Abrocharse los cinturones!.
– Bueno. Como te decía, conservamos la puerta giratoria y los ventanales. Luego el gallego le dio su impronta espacial. Pura experiencia, nada de diseños interiores de revistas ni nada por el estilo.
Al gallego se lo extraña. Falleció hace un par de años por el Coronavirus. Los empleados conformamos una cooperativa y ta’, aguantamos el mostrador. Así vamos. Es la única manera de seguir, hoy nadie te ayuda, menos te salva.
El gallego un maestro de los boliches.
Aquí tenés el capuchino. ¿Querés azúcar?.
– No, así está bien. Me gusta el café 100% o los gustos puros, nada rebajado. Con el Alpino estoy sobrado. Por ejemplo, el whisky me gusta una medida sin hielo o con una sola piedra. Bastante gente hay hoy en el bar, ¿eh?.
– Sí, por suerte. Con el calor la gente se anima, igual la propina es corta. Lo importante es que la cosa algo se mueva, como te decía, nosotros somos cooperativa.
Si necesitás algo avisame. Estoy en la barra.
– Dale. No aflojen. Muchas gracias.
«El mostrador servirá de tablero cualquiera verá la intención del…»
– Pará un momento. ¿Qué está pasando?, todo está confuso, parece mentira. ¿El Sol dónde está ahora que no lo veo?. Todo toma colores extraños, no entiendo. ¿Soy yo o todo está inestable?. Esto no huele bien. ¿Por qué la gente corre para todos lados y los autos trepan las veredas?. Están chocando como los que cubren al Presidente en el Parlamento, no respetan ni una cebra.
¡Chirola!. ¿Le pusiste algo al capuchino?.
¡Chirola!. ¿El Alpino está vencido?.
¡Chirola!.
– No, señor. No es tu imaginación. El capuchino es puro y el Alpino está como tu postre preferido. El problema no sos vos, son las noticias que recibimos.
– Pero, ¡mirá!. Mirá a tu alrededor. Todo está perdiendo sus colores, las texturas se convierten en escarcha del frío, la madera suena y los pisos revientan. El viento aumenta y crece la humedad. Las caras de los ómnibus están en todos lados. Los techos se fisuran, las canillas se vacían, todos insultan y mendigan mientras el malla de oro en las tinieblas atropella y se despeina. ¡¿Lo ves o no lo ves?!.
– No sos vos. Es una pausa eterna. Vos y yo estamos detenidos en el instante justo de la involución del transcurso del tiempo. No todos los ven pero vos sí. Gracias por estar atento.
– ¿En el qué?. ¡Chirola no me veo las manos!. Alcanzame las servilletas por favor. ¿Qué está pasando?. ¿Por qué en el bar están todos con conductas extrañas?.
¡Mirá!. Aquel no para de entrar repetitivamente por la puerta giratoria con su amante y se encuentra siempre con su esposa. ¡Siempre ambos se sorprenden!.
Aquella lee un libro que el viento desordenó las letras y robó algunas vocales. Algunas páginas volaron. ¡Explica el cuento a la gente que ponen cara de interés que entienden y le hacen preguntas que ella responde seriamente!.
¡Esto no puede ser real!.
¡¿Eso?!. A la persona del cajero nunca le cierran las cuentas. Les traen más y más boletas, desordenadas y con errores. ¡Cierra y abre la caja, cierra y abre la caja, cierra y abre la caja, clin caja no cierran las cuentas!.
Aquel grupo humano sus alimentos se convierten en animales pequeños y se escapan de los platos. Los corren, persiguen y pinchan con tenedores ¡cuando muerden las figuras desvanecen y el hambre permanece!.
¡¿Qué pasa?!. Aquella pareja de amigas no paran de entrar y salir del baño. ¡Entran despeinadas y salen peinadas así sucesivamente repiten siempre las mismas sonrisas con todos sus dientes!.
Estoy transpirando. ¡Esta tiniebla es una locura!.
– Señor usted ve tangible lo que ellos de sí mismo no pueden ver. Para ellos están disfrutando del esparcimiento y del entretenimiento pero no son conscientes que en esos intervalos intangibles e ínfimos del tiempo están retrocediendo.
Es el conflicto de la realidad-tiempo con el retroceso.
Pero usted Señor, gracias a sus sentidos, sí los puede ver. Ahora estamos detenidos justo en ese instante. Es como una foto eterna en movimiento. Es sorprendente. Asusta y enseña, ¿verdad?.
Las personas entran ese estado disociado cuando leen las noticias de sus propios celulares. Nada tiene justificativo ni razón de ser. La realidad se desconstruye aunque usted no quiera.
– ¿Lo qué?. ¿En el celular?, pero yo no leí ninguna noticia.
– Por eso mismo, estás a tiempo. No las leíste pero ya las recibiste y tu próxima acción involuntaria es leerlas. Es como una pandemia.
El problema no es el receptor sino el virus.
El receptor sufre y puede morir mientras el virus sobrevive, crece y se alimenta. El virus hoy está indomable, no tiene criterio. Es dinámico e inestable. Es realmente preocupante.
– ¿Pero de qué estás hablando?, parece que hablaras del gobierno.
– No solo del actual gobierno. Estamos en momentos que afloran las voces conservadoras en todos los sentidos y ámbitos.
– ¿Por ejemplo?.
¡Esperá!, ¿Qué son todos esos ruidos?.
– Es el espíritu inadvertido del ex Vicepresidente que dice que encontró el título. Reflejos colaterales de Astesiano.
– No por favor. ¡Basta!. ¿Decías?.
– El ex obispo de Minas está preocupado por el «peligro» del efecto Tini sobre las personas adolescentes.
Primero está perfecto que opine, que sea libre en opinar en una sociedad felizmente democrática. Pero recuerde que la libertad que dispone, su institución a lo largo y ancho del mundo, por mucho tiempo condenaron y prohibieron a los demás.
Lamentablemente costaron muchas vidas inocentes pero ahora no estamos en la Inquisición. Los diablos y brujas ahora son puro cuento.
Pero para cuidar adolescentes por ejemplo. ¿Por qué él no se preocupa de sus correligionarios que no vuelvan a repetir hechos que la justicia republicana condenó anteriormente por abusos de menores en repetida y varias ocasiones en circunstancias, lugares y momentos distintos de la historia de la iglesia, tal como ocurrieron en su departamento, Uruguay y el mundo?.
El progreso para el desarrollo de las personas debe venir acompañado y sustentado con verdad, libertad, democracia, laicidad, estabilidad, vivienda, salud, deporte, educación, diálogo con el entorno natural y humano, respeto, alegría, ciencia, información y cultura.
En este caso, Tini es una mujer libre que desarrolla su arte con profesionalismo y libertad. Te puede gustar o no pero no es para tirarle arriba la Virgen María.
¡Viva las mujeres libres!. ¡Que nadie las intimide, prohíba ni les pongan un velo!.
– Chirola, a todo esto, ¿cómo salimos de esta pandemia?.
– Estando atentos.
Por Andrés Legnani
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