Entrevistado por Kairo Herrera para el programa Cámara Testigo en el año 2015, y con la vigencia que le sumó ZinTV en la actualidad, el sueño de Ignacio Sierra expresado en aquella entrevista, es una muletilla que aplica muy bien en los tiempos que corren para nuestro país. Cuando la ocasión lo justifica –y vaya si este gobierno genera situaciones- entran sin esfuerzo las palabras de aquel entrevistado. Pirotecnia distractiva que se aplica constantemente como recurso útil para desviar la atención de una opinión pública permeada por la agenda mediática que sigue el rumbo de los titulares explosivos de una agencia de publicidad bien pertrechada. Así, aparecen noticias que datan de muchos años atrás y donde se desvirtúan acciones tomadas con otros fines para echar sombras y dudas sobre la gestión pretérita de quien es hoy uno de los principales denunciantes contra el gobierno. Lo del título aplica y muy bien… son bombas, bombas, bombas…
Mientras tanto, en Narnia…
Los homicidios disparados de forma descontrolada vienen ganando con holgura a un desconocido (y fallido) plan del Ministerio del Interior para contenerlos. Mientras el principal y más brutal delito sigue su curva ascendente, el Ministro insiste en que el resto de los delitos descendieron, claro que nunca aclara que cuando dice eso está hablando de las denuncias no de los delitos. Y si hablamos de las denuncias hay que hablar de su registro, ese que han precarizado y desestimulado con acciones directas e indirectas que hemos desarrollado ampliamente a lo largo de nuestras columnas.
Con ese panorama, y donde el delito más grave de nuestro ordenamiento jurídico está descontrolado, (agravado con un índice de violencia que superó los registros históricos, en una clara señal del pasaje a otro nivel de violencia), intentan superar la situación tomando la iniciativa del ataque directo. Así, con esa manifiesta intención, surgen operaciones mediáticas que rápidamente, (podrían disimular un poco), son tomadas para perseguir a quien se atrevió nada menos que a denunciar al gobierno por la entrega del Puerto de Montevideo a una multinacional belga, entre otros temas.
Mientras tanto, y tras uno de los peores fines de semana en materia de seguridad, con la ocurrencia de 7 homicidios en un lapso de 30 horas, el tema impuesto es ir contra la gestión del hoy senador en su paso por la cartera como Director General de Secretaría (2010-2017).
Claramente hay que distraer, porque no les conviene recordar lo que afirmaban antes, cuando una pandemia lograba lo que no están pudiendo contener precisamente ellos, que se decían preparados para darnos los mejores cinco años de nuestras vidas.
Primero, la pandemia no había tenido ningún efecto; luego, que sí los tuvo pero no sabían cuánto; primero, que habían bajado todos los delitos por obra y gracia de su gestión; luego, que la pandemia tuvo sus efectos; primero, que se iban a comparar con ellos mismos; luego, que había que ir hasta 2019, año sin pandemia… Pero no tanto, porque a medida que aumentaron los homicidios llegaron a compararse con el año 2018, año del peor registro. Aunque, cabe mencionar que si sigue la tendencia actual, van camino a superarlo.
Justo cuando ocurren muertes desgraciadas como las del barrio Marconi, se distrae la atención y no se hacen cargo. Dueños de frases como “se la están dando entre ellos” o “se matan entre delincuentes”, no repararon nunca que atrás de esas palabras cabía la posibilidad de perderse vidas inocentes como lamentablemente pasó. Fueron tan básicos y lineales que ahora la realidad les explota en la cara y los encuentra sin reacción. Los vecinos son rehenes de un discurso vacío que empieza a cobrarles caro los costos de quienes han desvirtuado programas y equipos de profesionales para hacer frente a esa realidad.
Hoy, el PADO es reclamo permanente de los territorios más críticos donde campea la lucha de bandas que dejan en medio de sus balaceras a vecinos indefensos que reclaman aquella presencia policial que ya no existe.
Por Fernando Gil Díaz – «El Perro Gil»)
Columnista uruguayo
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