Mediterráneo rojo, los vecinos que quieren ser

“Pensamos que habíamos visto todo y en cambio… Vi zapatos de niños, chaquetas, chalecos salvavidas, vi un cuaderno y una mochila, y ese pequeño niño boca abajo en una enorme mancha de petróleo que marcaba la tumba de mucha de esa pobre gente. Pero no pude encontrar ni un solo sobreviviente. Ni uno.” Estas son las declaraciones de Vicenzo Bonomo, un pescador de Lampedusa, que acudió a la búsqueda de sobrevivientes del hundimiento del barco pesquero con inmigrantes en sus bodegas entre las costas de Libia y Lampedusa la noche del pasado sábado 18 de Abril.

Se calcula que unas 700 personas murieron ahogadas en el mar Mediterráneo, a unas 60 millas marinas (unos 110 km) de la costa libia. Según un sobreviviente, proveniente de Bangladesh, en el barco había unas 950 personas, 50 de las cuales eran niños y 200 mujeres. Hasta ahora han sido recuperadas unas 28 personas con vida y 24 cadáveres. “Algunos logramos sobrevivir porque estábamos afuera, pero muchos de los otros estaban presos en la bodega de la embarcación debido a que los traficantes los habían encerrado y terminaron en el fondo del mar.” La macabra escena fue descripta por el capitán de la nave portuguesa King Jacob a la que las autoridades navales italianas, sabiendo que se encontraba en la zona, le pidieron que interviniera para salvar a los inmigrantes. Es que la Guardia Costera recibió una llamada durante la noche diciendo que la nave con los inmigrantes estaba en dificultad. Por eso pidió a la nave portuguesa que interviniera en tanto llegaban los barcos de la marina italiana. El capitán de la nave mercantil portuguesa contó que cuando se estaban acercando a la barcaza de los inmigrantes, éstos se desplazaron todos hacia un lado y la barcaza se dio vuelta.

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El fiscal de Catania, Giovanni Salvi, dijo en una conferencia de prensa, ayer por la tarde, que el barco de los contrabandistas tenía tres niveles. Dijo que “unos cientos fueron metidos en el casco y fueron encerrados para impedir que salieran”. Y también que cientos más fueron encerrados en el segundo nivel, mientras que otros cientos estaban en la cubierta superior. La llamada de socorro del buque migrante llegó a última hora del sábado por la noche, cuando alguien llamó a la guardia costera italiana diciendo “estamos en el mar, necesitamos ayuda”.

Aún de confirmarse la cifra de muertos, se trataría de la tragedia más grave en el llamado Estrecho de Sicilia desde la Segunda Guerra Mundial. Lo que ha provocado, duras críticas a la Unión Europea, porque hace algunos meses, Italia suspendió su operación de salvataje de inmigrantes en el Mediterráneo llamada Mare Nostrum, dando lugar a una operación dirigida por la Unión Europea denominada Tritón que, según las organizaciones de derechos humanos, no ha servido para nada.

La mortalidad del Mediterráneo elevó su índice logrando un récord que se aproxima a los 1200 muertos en los últimos 10 días. Ahogarse en sus aguas parece ser la probabilidad más alta para quienes osen cruzar el Canal de Sicilia. Este espacio marítimo situado entre Túnez, Libia, Sicilia y Malta se ha convertido en el corredor de la muerte para todos los candidatos a la inmigración que, desde la muerte del líder libio Muamar Khadafi, acuden a Libia provenientes desde toda África con el propósito de ingresar a la Unión Europea. Según Datos suministrados por la Organización Internacional para las migraciones (OIM), la frontera europea ha sido la más mortífera del globo: 3279 personas perdieron la vida en el Mediterráneo, a modo comparativo entre el 1º de enero de 2015 y el 19 de abril, 1600 migrantes murieron en el Mediterráneo contra 41 en la frontera entre México y Estados Unidos. Desde el año 2000, más de 20 mil personas murieron intentado llegar a Europa, principalmente a través del mar.

A partir de la militar de Occidente en Libia (2011) el país quedó no sólo en una ruina política absoluta sino que, además, creó uno de los focos de desastre más espantosos de la historia. Carlotta Sami, la representante en Italia del Alto Comisionado de la ONU para los refugiados, no tiene palabras para definir lo ocurrido: “Se trata de una hecatombe nunca vista en el Mediterráneo”. La Unión Europea, hasta ahora, ha dado muestras de lo que sabe hacer mejor que ninguna potencia mundial: retórica humanitaria encendida y vacío de acciones tangibles. Una vez más, Occidente se confronta a los desastres que él mismo modela, pieza por pieza.

Esta barbarie moderna tiene una fecha de gestación, un nombre y un principal responsable, el ex presidente francés Nicolas Sarkozy, agitado promotor del derrocamiento de Khadafi y de la Resolución 1973 de las Naciones Unidas que, el 17 de marzo de 2011, abrió el cielo a la intervención militar de la Alianza Atlántica (OTAN). Dicha resolución creó una zona de exclusión aérea sobre el espacio aéreo libio al tiempo que autorizó a que se “tomaran todas las medidas necesarias” para proteger a la población civil de un país que en ese momento estaba en plena guerra civil. Pero la “protección” se convirtió, de hecho, en una cruzada para derrocar a Khadafi.

Sin sistema político consolidado, la guerra interna continuó y el desmantelamiento del Estado condujo a más violencia y, ahora, a esta nueva ventana hacia el infierno que es la muerte de los migrantes que parten desde Libia. La irrupción de grupos jihadistas también se suma a la hecatombe en permanente gestación. Varios especialistas y responsables políticos están convencidos de que estas olas migratorias desde Africa son también parte de una estrategia de los jihadistas islámicos destinada a desestabilizar a Europa.

La desaparición brutal de los migrantes en altamar es también un asunto de dinero y concierne igualmente la escasa solidaridad europea con Italia. Después del pico de muertos en la localidad italiana de Lampedusa que se registró en 2013, Italia activó el dispositivo Mare Nostrum. Este operativo permitió salvar la vida de 150 mil personas. Su alto costo, nueve millones de euros por mes, y la escasa participación en su financiación de los socios europeos de Roma, llevó a Italia a montar otro operativo mucho más económico, Tritón, esta vez supervisado por Frontex, la Agencia Europea de Vigilancia de las fronteras, y cuyo costo mensual asciende a casi tres millones de euros.

Libia se ha tornado en una bomba migratoria para Europa. El pasado 14 de abril, el ministro de Trabajo libio, Mohammed Abou Al-Khair, dijo en conferencia de prensa que “Europa debe asumir su parte de responsabilidad. Libia no puede asumir sola todo el peso”. La UE Europea convocó para este 23 de abril una cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de gobierno para estudiar una respuesta a la crisis. ¿Qué decidirán? Europa lleva una década tapándose los ojos o respondiendo con amagos. La jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, consideró que la Unión Europea tiene un “deber moral” con esta problemática, tanto más cuanto que la UE dejó prácticamente sola a Italia al timón de esta crisis.

El comisario europeo para la inmigración, Dimitris Avramopoulos, admitió en Bruselas que “los acontecimientos nos sobrepasaron”. Sin embargo, el conteo de cadáveres sigue sin movilizar los cimientos de las democracias europeas. Reunidos ayer en Luxemburgo, los ministros de Interior y de Relaciones Exteriores de la UE adoptaron un plan de 10 puntos que comprende desde el refuerzo de las operaciones de vigilancia hasta el rescate de migrantes en el Mediterráneo. Sin embargo, el texto inicial presentado por la Comisión Europea era mucho más ambicioso y de un alcance financiero dos veces superior al acordado ahora.

La comisión había elaborado un plan de refuerzo de la operación Tritón, la cual comprendía un aumento de los medios técnicos (los barcos) y un presupuesto dos veces superior al actual (tres millones de euros). Los ministros optaron por un plan más barato y no sólo en dinero. Bruselas había propuesto que se dieran 5000 autorizaciones suplementarias para los demandantes de asilo. Nada. Esa idea fue borrada del texto final de 10 puntos. Las cifras siguen jugando en contra de Europa y demuestran que el Viejo Continente se desliza hacia la fortificación de un castillo inexpugnable. En 2014, la UE accedió a autorizar 7500 pedidos de asilo mientras, en el mismo período, Estados Unidos aceptó 57 mil.

El gobierno italiano, mientras tanto, que como Grecia y Malta critica a otros países europeos que prácticamente se lavan las manos sobre el tema dejando el problema a los estados mediterráneos, prometió insistir ante las autoridades europeas. El primer ministro Matteo Renzi se puso en contacto ayer con el presidente socialista francés François Hollande y, según se informó, propondrá una cumbre extraordinaria de la UE sobre migración a realizarse en los próximos días. Algo similar ha propuesto Federica Mogherini, ex canciller italiana y actual representante de la UE para los Asuntos Exteriores, que hoy propondrá el asunto en la reunión del Consejo de Exteriores de la UE.

Pero no todos coinciden en Italia ni en Europa sobre el tema inmigración. En la medida en que en algunos países, como en Francia, está creciendo la derecha –tradicionalmente opuesta a todo tipo de inmigración–, los expertos estiman que los gobiernos de esos países serán más reticentes a tomar medidas que favorezcan la llegada los pobres habitantes del Tercer Mundo. Un ejemplo de la actitud de esos sectores la dio el actual líder de la derechista Liga Norte de Italia, Matteo Salvini. Según Salvini, Europa debe imponer un “inmediato bloqueo naval ante las costas libias” de modo de impedir que de allí partan las barcazas con inmigrantes. El tema inmigración sigue siendo cada vez más importante en Europa y muchos se preguntan hasta cuándo la UE seguirá postergando una nueva política migratoria que afronte el problema.

Por Andrés Capeluto
Periodista y dibujante (andrescapeluto.com)

(Recopilación de noticias / fuente: Página 12)

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