El resultado de la segunda vuelta de la eleccion presidencial en Chile arrojó una gran victoria para Gabriel Boric. Clamorosa e histórica por innumerables razones. Muchas veces se cae en la tentación de utilizar el calificativo de histórico para un acontecimiento de gran importancia. Sin embargo, en este caso es más precisa la aplicación del término. Histórico porque uno entiende que lo sucedido implica un antes y un después sustancialmente diferentes. Que determinan un rumbo distinto e inauguran una nueva etapa en la vida de una sociedad, un Estado, una nación. Pero que además intuye que el acontecimiento influirá más allá de donde tiene lugar, y se extenderá a otras sociedades. Razones sobran para ello. Citaremos algunas.
Boric cumplirá 36 años cuando asuma la presidencia de Chile. Será el presidente más joven de la historia.
Es el candidato electo más votado de la historia de su país.
Todavía no hemos podido ver estudios detallados del perfil etario y de género, pero la participación femenina y de menores de 30 años fue decisiva.
La incorporación de Iskia Sichel como jefa de campaña, víctima de una furibunda campaña machista en su contra, echó por tierra toda especulación sobre la importancia de la justa bandera de la igualdad de género.
Ninguna posición de izquierda y progresista puede ignorar la justicia de la causa y el primerísimo lugar que ocupa junto a la agenda de “nuevos derechos “ en un programa de cambio. La igualdad de género es tan importante como la inclusión social y parte inseparable de ella.
La convocatoria juvenil es recibida y correspondida con jóvenes que la realizan. La renovación generacional no es una sustitución de lo “viejo”, es una incorporación acumulativa. Pero implica insoslayablemente un lugar muy jerarquizado de los jóvenes en la convocatoria. Exactamente igual que lo que sucede con la mujer.
El cambio climático y la paz mundial son temas de sobrevivencia civilizatoria. Ocupan el mismo nivel de la lucha contra la indigencia y la pobreza. Cuidar el planeta para que siga siendo habitable y siga existiendo humanidad que lo habite, es una lucha universal que la izquierda debe encabezar en el mundo y confrontar a las gigantes transnacionales que nos llevan a la catástrofe, incluyendo al complejo militar industrial en primer lugar.
La condición democrática de la izquierda y el progresismo es parte de su identidad. El gobierno de mayorías, con íntegro respeto a las minorías, la separación de poderes, la independencia del Poder Judicial y la pluralidad y transparencia de los órganos de contralor electoral son, junto al pluripartidismo, indispensables e irrenunciables definiciones .
Estas definiciones enumeradas, integrantes del programa y del discurso de Boric, acompañados de una práctica política de diálogo sincero y abierto con toda la sociedad, con la clarísima preferencia por los más necesitados son parte fundamental de su histórica victoria. Su definición programática , unida a una nueva Constitución, moderna, inclusiva socialmente, y fortalecedora de un Estado fuerte, regulador, emprendedor y proveedor de bienes básicos universales y gratuitos cambiarán radicalmente al Chile de la mayor riqueza pero de la mayor desigualdad.
Un Estado de Bienestar del Siglo XXI se comenzará a construir en Chile. En paz y en democracia plena. Los privilegiados deberán ceder frente a los más necesitados. La igualdad será el bien más preciado a perseguir y lograr. La prosperidad no volverá a ser el tamaño del PBI de Chile. La felicidad de un pueblo sin indigencia y sin pobreza será el orgullo de Chile.
Como todos saben , la tarea es enorme. Las resistencias deberán ser vencidas, en un estado de derecho y con los derechos humanos como valor sagrado. Pero de todos los chilenos y chilenas. No solo de unos pocos como ha sido hasta ahora. El cambio es histórico.
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