«Pienso que hablar a la juventud de nobles y elevados motivos, cualesquiera que sean, es un género de oratoria sagrada. Pienso también que el espíritu de la juventud es un terreno generoso donde la simiente de una palabra oportuna, suele rendir, en corto tiempo, los frutos de una inmortal vegetación» José Enrique Rodó (El Ariel).
Otro tiempo,es otro tiempo. Eso pensaba mientras conversaba – escuchaba, más bien lo segundo, a un joven economista días pasados. Trazaba escenarios económicos y políticos de Europa y el mundo con idoneidad. Manejaba datos y los relacionaba con sencillez y contundencia. Se llama Felipe, como el de Mafalda, pero más grande.
No pude menos que asociarlo a mis imágenes de acá, él vive en el exterior, pero Fabiana no, devenida en candidata, no menciona “sus cartoncitos” como la inefable Bianchi, pero es escribana y abogada por allí anda arriba de los estrados diciendo cosas, defendiendo causas que aparentemente eran perdidas. O Federico, licenciado en comunicación, muchacho de perfil bajo pero trabajador permanente de causas colectivas.
Pensé en Verónica, que nadie puede creer que pueda hacer un trabajo serio riendo tanto y sin embargo educa adolescentes o lo que venga. Sabrina, puro histrionismo y con eso el teatro a veces, su teatro, es contundente en denuncia y drama.
O Nico, a pura foto va dejando memoria de cuanto suceso frenteamplista importante va pasando en estos días.
Jóvenes trabajadores que desde sus sindicatos defienden a sus iguales y mantienen viva la tradición sindical.
Muchachas que a veces van de negro o a veces de pañuelos violetas, indignadas, levantan la voz cada vez que la absurda violencia de género cobra una nueva vida.
Mujeres y hombres jóvenes han aparecido en la escena política para pensar, actuar y marcar el curso del tiempo.
Creo que hoy contradiciéndolo a Rodó, más que hablarle a la juventud es tiempo de empezar a escucharla, a darles lugar. Tienen un ejercicio más concreto y menos dramático que nuestras generaciones. Quizás por tener más futuro que pasado, con menos mochilas que las nuestras, algunas muy dolorosas, sean efectivamente hijos legítimos del Uruguay democrático de este tiempo. Seguro que con inteligencia y practicidad construyan escenarios nuevos, resuelvan problemas que nosotros dejamos y establezcan pautas de relacionamientos más justos entre seres humanos.
Como contrapartida, nosotros los de hoy andamos entre “que te descubro TISA”, no al TISA, pero no me dijiste nada sobre el TISA, sí que te dije…. y así sucesivamente.
Parece que el TISA es un asunto tan serio y complejo que los mortales comunes que transitamos por las calles todos los días no somos dignos de conocerlo o nos falta capacidad para entenderlo.
En principio por mis experiencias y quizás preconceptos no me cae demasiado simpático. Viendo la lista de participantes se me ocurre aquello de que se asocien tiburón con mojarrita no puede ser bueno para mojarrita, claro. Pero como todos sabemos tenemos sangre charrúa y a Suarez.Con los uruguayos no se puede dar ningún partido por perdido.Además tampoco podemos descartar que “haya tiburones buenos”.
Pero volviendo a la seriedad y “a la gente grande” Astori, dice que es ventajoso, Tabaré que no sabía nada, Almagro que lo estamos negociando. El nuevo canciller Nin, que vamos a respetar nuestros monopolios (empresas públicas),El PIT – CNT que el TISA no respeta a las empresas públicas. En el medio de tanta opinión sobre el famoso tratado, vamos conociendo algunos aspectos del mismo, pero su articulado, su alcance, lo que nos involucra en el papel, lo que queda escrito y no la opinión de nuestros funcionarios no.
No sé si será porque la selección de secretos que se divulgan es mala,porque los secretos “nacen para ser descubiertos” o porque los únicos secretos que vale la pena descubrir son los que arman lío, pero lo cierto es que cuando algo se sabe de repente se transforma más en escándalo que en información.
El TISA, aparenta ser un acuerdo lo suficientemente trascendente como para que se analice con seriedad, teniendo datos del mismo y sin dramatismos.
Creo que Astori es polémico pero es quizás uno de los políticos frenteamplistas más coherentes y constantes que tiene nuestra fuerza política. De la misma manera, sin conocerlo Almagro me cae bien, creo que su trabajo en la cancillería fue bueno. No creo tampoco que haya una fuerza social más importante que el movimiento obrero organizado, su vigencia, volumen y sobre todo su incidencia le dan autoridad.
Justamente por eso me parece que es hora que la desdramatización que le aporta la juventud, la información que habilita este tiempo y la participación colectiva intervengan en el proceso “TISA”.
No me parece justo que decisiones que comprometen generaciones enteras pasen por fuera de quienes se beneficiarán o sufrirán las consecuencias.
La construcción democrática no admite “guardianes del templo”, celosos administradores del bien y del mal. Si por lo menos estos guardianes tuvieran la misma opinión quizás sería más fácil confiar.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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