La guerra y los métodos del ejército francés en Indochina y Argelia, produjeron innovaciones en la llamada guerra contrasubversiva que influyó en la Doctrina de Seguridad Nacional de los yanquis y que en muchos lugares de Nuestra América penetró incluso directamente.
El principal objetivo era vencer a la insurgencia de izquierda. Bajo el auspicio norteamericano se adoptaron conceptos y métodos de una doctrina militar ya existente.
No es casual que los libros de Lartéguy – Jean Pierre Lucien Osty, militar y corresponsal de guerra francés, cuya obra literaria de ficción con la trilogía: Los Centuriones, Los Pretorianos y Los Mercenarios, se ubica en la época de la descolonización- fueran los libros de cabecera de los oficiales entre los años 60 y 80 del siglo pasado.
Donde los franceses perfeccionaron sus métodos fue en la guerra colonial en el norte de África que el ejército francés desarrolló en los años 50, donde con métodos contrainsurgentes buscaban contrarrestar cualquier movimiento social o político, fuese armado o pacífico.
La lucha es contra la base popular de cualquier movimiento de izquierda. La lógica represiva está dirigida contra toda la población en general, llegando a verdaderos genocidios como en Argentina y Guatemala.
Esta doctrina nace después de la 2ª Guerra Mundial, en el contexto del proceso de descolonización de los pueblos de Asia y África, para luego expandirse a América Latina.
Aún hoy en países como Afganistán, Iraq, Libia, Colombia o Siria, Yemen, los militares nacionales y extranjeros siguen aplicando las premisas teóricas que determinan como objetivos militares no sólo a combatientes armados, sino a cualquier otra persona o entidad social o cultural sospechada de apoyarlos dentro de la población civil no combatiente.
Estas premisas fueron elaboradas por los militares franceses a partir de las guerras de Indochina (1945-1954) y de Argelia (1954-1962), fueron luego reproducidas en militares de Latinoamérica por intermedio de cursos y de manuales, de la denominada guerra contrasubversiva.
Uno de los ideólogos de la doctrina antes mencionada, fue el coronel de infantería colonial, Charles Lacheroy, que hizo aporte sustantivos a los fundamentos teóricos de dicha doctrina. Empezó su carrera en 1925 a partir de las tácticas militares convencionales, para pasar, fruto de su propia experiencia en Vietnam y Argelia a una táctica de guerra irregular.
Este genocida, ideólogo de detener, torturar, matar y luego desaparecer al revolucionario, fue condenado a muerte por su intento de golpe de estado en Argelia en 1961, huyó a la España de Franco, que lo protegió hasta que fue amnistiado por el gobierno francés en 1968. Falleció en su país a la edad de 98 años en el año 2005, no sin antes propagar su doctrina en EE.UU y varios países de Nuestra América.
Desde las batallas definidas por frentes se pasó en Indochina a una guerra donde no existen ni campos de batalla ni frentes comparables. Allí encontraron un enemigo totalmente nuevo, imperceptible y bien organizado, que se movía por todas partes, manteniendo en jaque permanente al ejército colonial, dado que no podía fijar a su enemigo y hacerlo retroceder territorialmente.
A pesar de la superioridad en tropas y armamento no pudieron con el Vietminh que los derrotó en la batalla de Dien Bien Phu, en mayo de 1954.
Recién llegado a Vietnam en febrero de 1951 Lacheroy se preguntaba: ¿Cómo detectar al enemigo? Ese enemigo que no se ve pero siempre está presente en las zonas ocupadas por los colonialistas franceses.
Decía. “…encuentran siempre en estas poblaciones…formas de complicidad pasiva o activa que hacen que elementos aislados y aún destacamentos del Vietminh pueden llegar, a pesar de nuestros esfuerzos por oponernos, a operar en contra de nosotros hasta en los límites mismos de nuestras posiciones.”
Por Pablo Reveca
Comunicador Uruguayo
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