EEUU: El discurso de Sanders y la resurrección espectacular de Biden animan la campaña electoral demócrata

Joe Biden o Bernie Sanders: la alternativa a la que parece reducida al disputa por la candidatura demócrata a las elecciones presidenciales norteamericanas de noviembre próximo. Después del promisor arranque del senador Sanders en las tres primarias iniciales, Biden retomó la iniciativa con su triunfo en la disputa de los delegados en Carolina del Sur y luego en otros 14 estados, el pasado 3 de marzo. Ahora encabeza la carrera demócrata, y aunque es fácil encontrar cifras diversas sobre el número de delegados con que cuenta cada uno en estos momentos, la más alta asigna 671 de Biden, contra 589 de Sanders. Todavía falta decidir en estados importantes, como Florida (17 de marzo) o Nueva York (28 de abril), antes de que alguno alcance los 1.991 delegados para hacerse con la candidatura demócrata y enfrentarse a Donald Trump, que aspira a su segundo mandato y tiene asegurada la candidatura republicana.

Clase, una palabra olvidada
No ha sido, en todo caso, una campaña habitual en los Estados Unidos. Arrancó con más de 20 aspirantes de un Partido Demócrata que no termina de encontrar su rumbo. Pero, a poco andar los aspirantes con posibilidades reales se han reducido a dos, que expresan dos énfasis muy distintos en la campaña.

“Clase, la pequeña palabra que las élites quieren que olvides”, tituló su análisis sobre la campaña el periodista Chris Hedges (64), premio Pulitzer, un corresponsal de guerra que cubrió los conflictos en El Salvador, en Medio Oriente (donde fue corresponsal del New York Times) y en los balcanes. Dejó el NYT cuando lo censuraron por criticar la decisión de Bush de invadir Irak.

“Los intereses de los ricos no son nuestros intereses. Las verdades de los ricos no son nuestras verdades. Las vidas de los ricos no son nuestras vidas”, nos advierte en su artículo.

No parecen palabras habituales en las campañas electorales norteamericanas, aunque reconoce que hay pocas diferencias entre los dos partidos principales de los Estados Unidos.

Hedges resume la agenda de esos grandes intereses en las políticas neoliberales adoptadas en los últimos años, y denuncia “la desindustrialización, la destrucción de los sindicatos, la reducción o eliminación de los impuestos a los ricos y a las corporaciones, el libre mercado, la globalización, el Estado controlador, la guerra sin fin y  las políticas de austeridad”, que estos grupos tratan de presentar como leyes naturales, como mecanismos para el progreso económico y social, “aún cuando los oligarcas dinamitan las bases de la democracia liberal y exacerban la crisis climática que amenaza la existencia de la raza humana”.

Pero su advertencia no es la única. Norman Solomon, cofundador y coordinador nacional de RootsAction, una iniciativa online orientada a promover una economía justa y libertades civiles, delegado de Sanders en California en 2016, apuntó en la misma dirección.

Como nunca “Sanders es el enemigo público número uno para las élites en el poder”. La actual campaña de Sanders es una amenaza directa a la influencia que los extremadamente ricos y las grandes corporaciones ejercen sobre el proceso político, afirmó.

Su crítica incluye a los grandes medios de comunicación que contribuyen a amplificar las voces de periodistas y comentaristas bien pagados que aceptan el poder de las corporaciones. Los norteamericanos de bajos ingresos –agrega– no tiene virtualmente ningún acceso a los estudios de TV (salvo para hacer algunas tares de limpieza después de los programas).

El historial y los programas
Más cercana a Biden, la revista británica The Economist ve a los dos candidatos separados “por muchas millas” en sus programas políticos. A Biden lo ve como un fiel institucionalista, mientras que Sanders es descrito como partidario de una “revolución política que podría hacer variar profundamente diversos aspectos del estilo de vida norteamericano”.

Biden no quiere cambios estructurales, afirmó la productora de TV y escritora Natalei Shure. “Él jugó un papel no menor en promover décadas de neoliberalismo, de las que solo se podrá escapar con grandes cambios”, en su opinión.

Se trata, entre otras cosas, de poner fin al seguro privado de salud; de un “new deal” en materia ambiental (a un costo de 16 millones de millones de dólares); de descriminalizar el cruce ilegal de la frontera; o de establecer la educación universitaria gratuita. Materias en las cuales Biden propone medidas más conciliatorias o cambios menos profundos.

A los dos les interesa revertir medidas de la administración Trump, entre ellas la de poner en vigencia nuevamente el acuerdo nuclear suscrito por la administración Obama con Irán, con apoyo de países europeos, que Trump dejó unilateralmente sin efecto.

Sanders ha insistido en que su campaña es financiada principalmente por pequeños donantes. Según datos de la Federal Election Commission al 31 de enero había recaudado 134,2 millones de dólares, casi el doble de los 70 millones de dólares recaudados por Biden a la misma fecha. Datos que, probablemente han cambiado de manera importante tras la celebración de las consultas del 3 de marzo pasado y del abandono de otros cuatro candidatos, entre ellos el multimillonario Mike Bloomberg, que gastó casi 464 millones de dólares de sus propios recursos sin lograr mayores éxitos y que anunció su apoyo a Biden.

La campaña de Sanders afirma que, del total recaudado, 74 millones corresponden a pequeños donantes –más de cinco millones de personas­­– con menos de 200 dólares cada uno, mientras que otros 47 millones corresponden a “grandes contribuyentes” y acusó a Biden de estar llevando a cabo una campaña “fuertemente apoyada por el sistema corporativo». Biden respondió que el «sistema» al que hace referencia su rival en realidad está conformado por «todas esas personas trabajadoras de clase media, esas afroamericanas, esas mujeres solteras en los suburbios». «No, Joe”, volvió a decir Sanders. “El ‘sistema’ son los 60 multimillonarios que están financiando tu campaña y el financiamiento de las corporaciones que están gastando millones en anuncios negativos atacándome».

Lo que sigue
Lo cierto es que la campaña está más cuesta arriba ahora para Sanders. Para la militante socialista y escritora Sharon Smith, afincada en Chicago y autora de “Women and Socialism: Class, Race and Capital”, “el establishment del partido parece dispuesto a repetir su desastrosa estrategia de 2016, porque le tiene más miedo al «socialismo democrático» de Sanders que a Trump.

Para Matt Karp, profesor asociado de Historia en la universidad de Princeton, la ventaja de Biden, sin embargo, no es definitiva, pero para tener posibilidades en los estados que faltan, en especial Michigan, Florida y New York, Sanders tiene que revertir su desempeño entre los afrodescendientes norteamericanos, identificados con Biden principalmente por su cercanía con el expresidente Barack Obama.

Pero Karp destaca también los efectos que puede tener un debate enfocado ahora en solo dos candidatos, lo que expondrá a Biden a nuevos temas, como la discusión de la participación de su hijo, entre 2014 y 2019, en la directiva de Burisma Holdings, una importante empresa ucraniana productora de gas natural. Un cargo para el que –según sus detractores–  fue nombrado sin tener la experiencia necesaria, cuando su padre ejercía la vicepresidencia y atendía asuntos relacionados con Ucrania.

Karp destaca también que en la mayoría de los estados donde se hicieron consultas el pasado 3 de marzo los grandes temas defendidos por Sanders, como su programa de salud para todos y de estudios universitarios gratuitos, obtuvieron un apoyo mayoritario.

La semana que viene, el 17 de marzo, el resultado de Florida –donde Biden es amplio favorito– puede empezar a despejar las verdaderas posibilidades de los aspirantes demócratas a representar a su partido en las elecciones presidenciales de noviembre.

Por Gilberto Lopes
Escritor y politólogo, desde Costa Rica para La ONDA digital (gclopes1948@gmail.com)

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