La desmedida ambición, la mentira, el subterfugio y la inteligencia deductiva son los cuatro ejes temáticos de “Entre navajas y secretos”, el nuevo largometraje policial del joven realizador y guionista Rian Johnson, quien, como se recordará, cosechó un merecido galardón en el Festival de Cine de Sudance por su ópera prima “Brick” (2005).
Este cineasta, que adquirió una comprensible notoriedad por haber dirigido nada menos que “Star Wars- Episodio VIII” (2017)- título referente de la célebre saga de ciencia-ficción- ostenta una carrera cinematográfica cuya impronta es la diversidad. Al respecto es pertinente mencionar, por ejemplo, títulos como “Asesino del futuro” (2012), “Estafa de amor” (2008) y “Seven Mummies” (2005).
En esta oportunidad, Johnson construye un policial de ritmos bastante más sosegados, al punto que parece más una película inglesa que un producto fabricado por el cine de industria.
La otra alusión ineludible para comenzar a decodificar esta propuesta es nada menos que la mítica escritora británica Agatha Christie, quien, en el decurso de su prolífica carrera literaria, publicó sesenta y seis novelas policiales y creó al no menos legendario detective belga Hércules Poirot.
Por supuesto, la extensa producción de esta famosa dramaturga, que como tantos creadores mayores hizo escuela, constituye en este caso una fuente de inspiración para el propio director.
En efecto, “Entre navajas y secretos”, que es una suerte de mixtura entre el cine policial y la comedia satírica, cumple a cabalidad con la premisa de entretener pero también de convocar al espectador a reflexionar sobre la propia naturaleza humana.
No en vano, el relato está no sólo centrado en lo que realmente sucede sino también en cómo sucede y, particularmente, en quiénes son los responsables de lo que ocurre.
En ese contexto, la alusión a Agatha Christie y sus libros, muchos de los cuales fueron oportunamente adaptados al cine con resonante éxito de taquilla, es realmente muy pertinente.
Al respecto, la propia estructura e impronta narrativa de “Entre navajas y secretos” es muy similar a las novelas de la emblemática escritora, cuya producción, pese a incursionar en el género policial, está absolutamente disociada de la cultura meramente gastronómica que prioriza la acción.
En este caso, casi todo lo que sucede se desarrolla dentro de una inmensa mansión habitada por una familia tan numerosa como acaudalada, con personajes, si se quiere, bastante enigmáticos.
En tal sentido, la primera premisa de la anécdota es, por su supuesto, que varios o todos los integrantes de esa fauna burguesa y parásita sean sospechosos y que, a priori, nadie esté libre de culpa, porque, sin excepciones, parecen tener motivos para cometer un crimen.
Fiel a la tradición de un género policial radicalmente diferente al cine negro o a productos de bastante liviana digestión, el disparador de la narración es la extraña muerte del anciano anfitrión de la suntuosa casa Harlan Thrombey (Christopher Plummer), quien coincidentemente es un legendario escritor y también propietario de una poderosa empresa editorial.
La aparición de su cuerpo sin vida del anciano con la garganta seccionada seguramente por una daga, es el elemento movilizador de una puesta si se quiere cuasi teatral, cargada más de tensión que de violencia propiamente explicita.
Aunque a priori todos los indicios conducen a inferir que se trata de un suicidio, igualmente la Policía se aboca a las pesquisas pertinentes, con el propósito de esclarecer las causas reales del fatal desenlace.
Empero y aunque la potestad para investigar esta muerte sospechosa es de las autoridades, igualmente irrumpe en escena el detective privado Benoit Blanc (Daniel Craig), quien es una suerte de émulo del propio Hércules Poirot.
Por supuesto, los interrogatorios a los miembros de la numerosa familia se tornan, al principio, tan estériles como extenuantes. Sin embargo, más allá de eventuales conjeturas e hipótesis, la presunción de que puede tratarse de un homicidio sigue planeando en el ambiente, porque casi todos tienen motivos para matar al millonario y así engullir una parte de su cuantiosa herencia.
Un detalle no menor es que el infausto suceso acaeció la misma noche en la cual se celebraron los 85 años de vida del anfitrión, fiesta a la cual acudió una auténtica multitud.
Con indudable sutileza para manipular los hilos y los tiempos narrativos, Rian Johnson construye una escenografía signada por los enigmas y las sospechas, con la inclusión además de personajes aparentemente marginales, como la enfermera Marta Cabrera (Ana de Armas), quien tiene a su cargo nada menos que la misión de administrar la medicación al longevo patriarca.
Aunque el relato aporta algunos indicios que pueden conducir anticipadamente a develar la verdad de lo sucedido, el director y guionista maneja hábilmente los siempre complejos resortes del suspenso, apelando a revelaciones, a una suerte de minucioso examen de las conductas individuales y al descubrimiento de las intimidades de los eventuales implicados.
Más allá de su mero formato policial, esta película es también una suerte de minucioso ensayo sobre las conductas humanas, los hábitos y obsesiones de una burguesía que vive más de apariencias que de realidades, la desmedida ambición, el enojo y hasta el soterrado resentimiento de seres insatisfechos.
A un relato prolijo, inteligente y siempre consistente, “Entre navajas y secretos” suma un reparto actoral realmente de excepción, donde se lucen ampliamente ese mito viviente que es Christopher Plummer, Daniel Craig, Jamie Lee Curtis, Chris Evans, Michael Shannon, Toni Collette y Don Johnson.
Por Hugo Acevedo
(Analista)
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