Crónicas de Chile (V) / Todas las miradas, todas

 

28 oct. 2019
Crónicas desde Santiago (V)
Todas las miradas, todas

Es la multitud de voces. La de los que tratan de hacerse oír en la precaria pausa de silencio. Todas las voces. Todas.

Las que sueñan con el pasado, las que sueñan con el futuro, las que no sueñan. La transición corta se ha revelado como la larga transición. La corta, la que no fue como dijeron. La larga, que será como la construyan. En eso están.

Los que no quieren ver. Ni el tránsito de la dictadura a la democracia vio los niveles de destrucción que hemos visto en estos días, dice el expresidente. Es la transición larga, la que busca sus cauces.

Las visiones no cuadran. Reivindican la desaparición “milagrosa”, de la pobreza y de la extrema pobreza. Pero las familias “están todas en crisis”. “Los horarios de trabajo semanal efectivo superan las 45 horas, el promedio en tiempos de desplazamiento casa-trabajo-casa ronda las tres horas diarias para mucha gente”.

Parece un sueño. Hablan del milagro. Los “expertos” también. Temen que Chile vuelva a ser parte del “vecindario incómodo”. Es solo un paso el que separa el oasis del desierto.

“Nunca fue tan alta la deuda en las familias como porcentaje de sus ingresos”. “Muchas familias hoy están usando sus tarjetas de crédito del retail para comprar alimentos básicos en los supermercados”.

“El mundo del trabajo está inundado de precariedad o incertidumbre. Muchos viven al límite para llegar a fin de mes, expuestos a que una enfermedad catastrófica o una pérdida de empleo los exponga a la vulnerabilidad absoluta”.

Todo es culpa del progreso. La gente mejoró tanto que ahora está inconforme. El es 30% de los que eran pobres y que ahora temen volver a serlo. Aspiraban a más.

Es difícil entender las cosas así. Y encontrarle solución a los problemas. Es difícil.

El expresidente sugiera al gobierno “buscar espacios para escuchar mejor a la gente. Podría convocar un núcleo de 30 o 40 chilenos de los más distintos sectores: de las universidades, premios nacionales de ciencias o artes, el mundo vivo de las organizaciones sociales, juntas de vecinos, que refleje los diferentes segmentos y que tengan comunicación directa con la sociedad”.

¿Cómo fue que una generación con más oportunidades que las precedentes, de repente se convirtió en una masa desbordada, colérica, pero a la vez movilizada, crítica, valiente, festiva, dispuesta a todo?, se preguntan, sin encontrar respuesta.

No falta el que desvaría, el que sueña despierto:– Espero que el ejército y la DINA controlen a estos locos socialistas como en los tiempos del héroe Pinochet, se atreve a decir.

Y agrega: –Si siguen por ese camino, ya se quedaron sin Metro, dentro de poco no tendrán ni Papel higiénico, a los socialistas les gusta la miseria, cuando un pueblo progresa, lo echan a perder.

Hay todavía mucho loco suelto. Los que piensan que todo es culpa de Venezuela…

Hoy es día de cambio de gabinete. Difícil tarea para el presidente y para los que acepten incorporarse al gabinete. ¿A cuál receta se atendrán? ¿A cuál diagnóstico?

Me parece que la transición ha entrado en su fase final. Ya veremos…

Por mi parte, hasta aquí he llegado. Por ahora…

 

Por Gilberto Lopes
Escritor y politólogo, desde Costa Rica para La ONDA digital
gclopes@racsa.co.cr

 

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Crónicas de Chile / Romper la lógica de a dictadura

Crónicas
Se asoma una mañana perezosa. Mañana de domingo. Todos los tiempos se alargan.

Es tiempo propicio para el asombro. ¿Qué hemos hecho? Ha sido una semana que cambió el mundo. Llovió en el oasis y la tierra floreció y se extendió su verde más allá de los límites de ayer.

¿Qué hemos hecho?

Nadie se lo imagina todavía. El país hierve. ¡Hay que verlo! Se multiplican las asambleas. Todos hablan. Es una sinfonía de voces. Se han ido afinando: ¡Hay que romper la lógica de la dictadura!

Crónicas desde Santiago (III)
La desaparición de los alienígenas
Amaneció temprano. Hoy el toque de queda terminó a las cuatro de la mañana. La ciudad todavía dormía.Leer más


¡Zás!, hace el mago con su varita. Y la plaza queda vacía. En un instante más de 1,2 millones de personas se han esfumado. Desaparecen los alienígenas…

¡Zás!, vuelve a hacer el mago con su varita. Y la plaza se llena, como por arte de magia.

Hay magos que han hecho desaparecer un avión en el escenario. No recuerdo bien si alguno ha hecho desaparecer un elefante. La magia es un arte encantador. Desconcertante.

Aquí, lo hace el toque de queda. ¡Zás! Y la plaza queda vacía. Lo puedo ver por televisión. No se puede asomar uno a la calle.

Era viernes por la noche. Como por arte de magia, desaparecen más de un millón de personas, mientras hombres armados cuidan la plaza vacía para que no vuelvan los alienígenas. Por lo menos hasta hoy, que es sábado, cuando la plaza volverá a llenarse de alienígenas.

¿Hasta cuándo?

Ayer caía la tarde. Un cielo enrrojecido los cubría a todos. No se si era también por arte de magia. Empezaba a hacer fresco, pero no parecía importarle a los alienígenas.

Lo hacían todo en silencio. No se oía ni una palabra. ¡Había un silencio ensordecedor! No tenían con quién hablar. No había interlocutor. Entonces hablaban a todos. No se entendía bien lo que querían decir. No estaba claro.

O quizás era la multitud de voces lo que no dejaba entender bien lo que decían. Hablaban todos al mismo tiempo y no se alcanzaba a entender si todos decían lo mismo.

Son costumbres alienígenas. Difíciles de entender. Tocan tambores. Golpean ollas. No se entiende bien lo que quieren decir.

Pero algo querían. Había que aguzar el oído para entenderlos. Es difícil con los alienígenas.

No hay discursos

No hay discursos. Ni tarimas. Es una plaza muda, críptica, escandalosa. Imprecisa y exacta, según se la mire. No hay quien los dirija. Que les diga lo que tienen que hacer. Ni lo que tienen que decir. Es eso lo que hace tan difícil entender a los alienígenas. Son otras costumbres.

Había un letrero grande. Algunos eran amigos de Sebastián. Antes de desaparecer le decían adiós. Como en una despedida: “Adiós Sebastián”. Como si estuvieran despidiéndose antes de irse.

Quizás vuelvan hoy. Es casi seguro. Entonces quizás intenten hablarle de nuevo.

Pero, ¿con quién hablará Sebastián? ¿En qué idioma? ¿Qué les dirá? Han sido días frenéticos. Los alienígenas están por todas partes, en Temuco, región de la araucanía, en Punta Arenas y Antofagasta, en Viña… ¡por todas partes!

No se sabe bien con quien dialogar. Ni qué decir. Sebastián parece estar solo. Nadie sale a apoyarlo. Ni una sola expresión masiva a su favor.

¡Silencio! Callado hasta en las mesas de conversaciones, ve pasar a los alienígenas. Una multitud. La esperanza es que se vayan. Los oye en silencio. Lo cierto es que no se entiende bien lo que dicen.

¿Qué quieren? ¿Tocar el cielo con las manos? ¿Trabajar? ¿Comer? ¿Educar a los hijos? ¿Poder ir al médico? ¿No morirse antes de morirse?

¡No son claros los alienígenas! Parece que lo quieren todo/pullquote]

En el Chile de hoy, lo que la gente de Pinochet amarró sigue bien amarrado. Los dedos apuntan a la constitución.

Fui de asamblea en asamblea. Eso fue ayer. Todos repartidos en mesas de diálogo, se pensaban a sí mismos. ¿Qué hemos hecho? ¿Hacía adónde queremos ir? Todos los caminos parecen conducir a una nueva constitución. Pocos cambios parecen posibles si no se cambia la constitución.

La derecha se asusta: que Lagos, que Bachelet, que no lo hicieron cuando fueron gobierno. Pero lo cierto es que ni el sistema perverso de pensiones de ahorro individual en manos de cinco o seis empresas, que condena a la mayoría de los chilenos a la pobreza en su vejez, se puede cambiar a fondo sin un cambio en la constitución. Y ese cambio necesita dos tercios de los votos en el congreso.

¡Plebiscito!, pide la gente. ¡Hay que romper la lógica de la dictadura! La derecha se resiste. Esperará que se diluya la marea que levantó el millón y medio de chilenos en las calles, de Arica a Punta Arenas. Se atrinchera.

No es el único debate. Se multiplican las imágenes de la brutalidad policial. Se insiste en las denuncias de vandalismo tolerado (¿promovido?) por Carabineros. En crímenes, en violencia abusiva, cobarde. Se los ve apaleando a mujeres, a gente que camina por las calles, como en patota, con sus bastones y sus cascos.

El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), institución estatal, presenta 50 querellas por violaciones a las derechos humanos. 15 por violencia sexual y cinco por homicidios.

“La democracia tiene derecho a defenderse”, se oye en televisión. Son los que critican la violencia. La de los que salieron a saquear. Se defienden con la otra violencia, con la suya, la misma que los permitió adueñarse del país hace tan solo 46 años. Y del que aun son dueños.

Quedó al desnudo la magnitud del dolor. Es lo que explica la magnitud de la protesta: los hijos sin escuelas adecuadas, casi todos con atención médica deficiente y la perspectiva de una vejez miserable. Un Estado despiadado.

¿Y ahora?

Se multiplican las voces. Una multitud en estado de asamblea. ¿Qué quieren? ¿Cómo lo pretenden lograr? Un error de cálculo ¿qué costo tendría? Estamos todos en la encrucijada.

Al otro lado de la cordillera

Hoy la mirada traspasa la cordillera. Se va al otro lado. Se ha vuelto el país al revés y hay que tomar un minuto de descanso. Hay que repensarse.

Al otro lado, se tambalea la vergonzosa jornada del macrismo, que puso a la Argentina de rodilla. Hacía yunta con Piñera. Aglutinaban desde el sur la ofensiva conservadora del norte. Prometió de todo y, cuatro años después, devuelve a sus ciudadanos una Argentina miserable.

¿Cambiará el rumbo?

¿Y Uruguay? Tierra del inefable Almagro, que ha llevado la ignominia a niveles difíciles de imaginar, es también escenario de otras luchas, de resistencias, corredor de aires frescos. ¿Seguirá la brisa?

También Colombia elegirá autoridades locales. ¿Se amarrará la mano a una derecha que ha hecho política siempre con el machete en la mano?

Ya lo hizo Bolivia.

Se alarga una mañana de domingo perezosa en la que se arremolina una historia que tendrá que encontrar nuevos cauces esta tarde.

Por Gilberto Lopes
Escritor y politólogo, desde Costa Rica para La ONDA digital
gclopes@racsa.co.cr

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