Por Europa

Luego de Italia hace tres años, completamos un recorrido por ciudades de Francia y España. Los aspectos más significativos de las mismas y la vida social en ellas se pueden resumir en:

El valor de la historia y su devenir en períodos milenarios: París, Marsella, Toulouse, Montpellier en Francia, San Sebastián, Bilbao y Barcelona en España nacieron hace muchos siglos, algunas antes de Cristo. Los valores patrimoniales de las construcciones físicas, del urbanismo, son universales. También los culturales y los religiosos. El respeto por ellos, su conservación y conocimiento similares en todas ellas.

La sociedad del consumo y del espectáculo: La primera y segunda industrialización trajo el equipamiento de transporte público y hogareño. El primero viable por el aumento de población urbana.  Y el nivel de vida aumentó bajo la Unión Europea, potenciando el consumo de bienes naturales; las propias ciudades, playas, montañas, etc.

El turismo como integrador e invasor: la promoción, oferta de producciones culturales lideradas por las del patrimonio, aumentaron la demanda turística hasta límites de saturación en algunas ciudades. Las multitudes invaden hospedajes, calles, locales, edificios  y todo espacio público. El comercio también ha sido tomado por personal de todas las latitudes. Los lugareños son los menos, en todas ellas.

La mutación de la sociedad sobre el territorio: del trabajo fabril se pasó a los servicios  de todo tipo. La vestimenta, el transporte, la  gastronomía, el cuidado de la salud, la música y la danza, la literatura y cinematografía para propios y extranjeros. La circulación intro e interpaises satura los medios y en particular los aeropuertos. En estas regiones es dable observar la implementación turística a todo nivel: educativo, gastronómico, patrimonial. Y la movilidad y accesibilidad masiva. Claro que la preponderancia de estas actividades sólo es explicable por la enorme demanda aportada por el multitudinario turismo.

La revancha de la ciudad medioeval: nacida para la habitación, la protección fortificada trajo la densidad y estrechez de sus edificaciones y calles, la mayoría peatonales. Las ampliaciones de siglos posteriores contemplaron a los vehículos, que hoy quieren sacarse de los centros históricos y los espacios públicos para destinarse…al peatón! Esas acciones  urbanística-espaciales son comunes a todas estas ciudades, precedidas de la expulsión de la industria contaminante de sus centros histórico-urbanos. Las comparaciones nos resultan evidentes con un sólo ejemplo: ríos urbanos recuperados con un enorme valor paisajístico y recreativo.

Por Luis Fabre

La ONDA digital Nº 924 (Síganos en Twitter y facebook)

  

(Síganos en TwitterFacebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA

Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.

Más del Autor: