En Política, las matemáticas y la unidad

Lo último que llegué a comprender de matemáticas fue cuando el prof. Cobas enseñaba la ley distributiva y las ecuaciones de primer grado, en ese momento, me di cuenta que lo nuestro era imposible, las matemáticas y yo íbamos por caminos irremediablemente distintos.

Me refugié sin remordimientos en literatura e historia y mi vida liceal desde entonces fué más divertida. Tarde comprendí las aplicaciones importantes de los números en la vida, pero ajo y agua, convivo con ello.

En eso andaba cuando recordé que las tradicionales divisas, aquellas que emergieron de la guerra grande y nos gobernaron por más de un siglo cuando entendieron que andar de montonera en montonera no resolvía el predominio. En realidad fue don Pepe, (Batlle, el colorado, no el nuestro) el que los hizo entender. Con mejor armamento fortaleció al gobierno central y Aparicio Saravia fue el último gran caudillo de los alzamientos armados. El Uruguay moderno nació. Aprendieron a convivir y aplicaron una simple suma para ejercer gobierno: tres más dos. Así el partido ganador se quedaba con tres cargos y otorgaba dos a su adversario. Especialmente en el siglo XX y en los entes autónomos se veía claramente esta división. El simple ejercicio de la suma proporcionó la solución casi mágica de gobernabilidad perfecta.

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Pasó el tiempo y frente al deterioro del Uruguay y al calor de las luchas populares la izquierda uruguaya descubrió que sumar en realidad multiplicaba. Nació el Frente Amplio en aquel país donde todo era difícil, aquella naciente fuerza, con las banderas de Otorgues y Artigas como símbolo, abría una enorme cuota de esperanza que hizo irrupción en las elecciones de 1971.

La política uruguaya pasó entonces de las sumas a las fracciones, los tercios. La probable posibilidad que la izquierda fuera el tercio mayor y por consecuencia llegara al gobierno alertó a la política tradicional acerca de la necesidad de usar otras fracciones. Claro que mientras aprendían esto en la América convulsionada los militares y el capital financiero, poco dados a sutilezas matemáticas, con golpes de Estado, represión, tortura y muerte pretendieron resolver con pocas matemáticas el asunto. Volvimos a las matemáticas básicas, menos libertades, más represión, más pobreza, más tortura, más cárcel, más desocupación y sobre todo más deuda externa y más ganancias para los bancos. Tiempos de solo restas y sumas, aquellos de la dictadura.

No les fue del todo bien, las tercas fracciones, reaparecieron en democracia, La tradición cambió sus contenidos y, la imagen del viejo Artigas y la voz tranquila y firme del Gral. Seregni se encaminaban indefectiblemente al tercio mayor.

La tradición colorada y blanca cambió de fracción del tercio al medio. Acumular para que esta vez la frontera del cincuenta por ciento fuera el límite infranqueable para el FA.

No hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo su historia, decía Zitarrosa, la izquierda uruguaya, siguió sumando y multiplicándose. Finalmente también el cincuenta por ciento fue superado. Los dos tercios sumados de blancos y colorados no alcanzaron para detener al tercio que sumó y se multiplicó hasta ser más de la mitad del país.

Las matemáticas, que respeto pero que las miro de lejos tendrán que representar nuevos fórmulas para abarcar el Uruguay luego del tercer gobierno del Frente Amplio.

Creo que el desafío de una nueva revitalización de la unidad del FA tiene una oportunidad excepcional. Este nuevo gobierno de Tabaré llega en un escenario que los uruguayos no miramos demasiado pero que es inédito. No recuerdo un gobierno que tenga en su agenda la posibilidad de consolidar las bases materiales del país como hoy. Me parece que la campaña electoral tuvo como mérito complementario la síntesis y enumeración de la gestión y los logros alcanzados. Éstos, nos plantean que el cambio de matriz energética, el aprovechamiento de nuestras hidrovías, la multiplicación y la diversificación de la producción y mercados, un prestigio e inserción internacional que no recordábamos.

La diversidad del FA ha operado creo de manera positiva, hemos contrapuesto miradas, nos hemos trancado muchas veces, pero la sensibilidad frente a las luchas sociales a los reclamos de la sociedad civil, no ha dejado represión y postergación sino que nuestra legislación ha recogido una serie de leyes novedosas, en contenido y búsquedas. Está claro que Tabaré y Mujica no son parecidos, pero si es nítido que la pueblada que salió a la calle y defendió con banderas y votos al Frente Amplio los considera suyos e imprescindibles para la vida del país. El recambio generacional está en marcha, no será sin conflictos ni desgarros, tenemos una sociedad a la que le faltan varias generaciones intermedias, la emigración por primera vez en décadas se pudo detener. Tengo la nítida percepción que el Uruguay conservador ha sido derrotado, en sus propuestas, en sus tradicionales formas políticas de agrupamiento, en sus dirigentes. El triunfo nos fortaleció en impulso unitario nos recordó que sumar, multiplica.

Como contrapartida los partidos colorado y blanco están obligados a recorrer un camino desconocido para ellos que los cuestiona desde su historia misma. Desde el origen de las divisas hasta hoy nunca fue tan claro que el largo recorrido llegó a su fin . Herrera y Batlle no serán más los antecedentes posibles para sus nuevas maneras de agruparse. La lucha política los fue obligando a encolumnarse desde un cuerpo de ideas, es nítido que las derechas de los blancos y colorados se sienten más cómodas entre sí que sus sectores progresistas. Los batllistas y los wilsonistas han sido violentados en su manera de concebir al Uruguay y la política, para defender a sus divisas han tenido que resignar sus ideas. Esto es irreparable.

Definitivamente el Frente Amplio marcó la frontera de lo progresista y de izquierda. Nuevos campos de disputa estarán en juego, los contenidos de una mejor sociedad necesitarán discutirse pero ésta se desarrollará dentro del marco del Frente Amplio.

Batlle, Sanguinetti, Lacalle, Bordaberry, deberán cambiar el color de las divisas y darle otra simbología a sus contenidos. Un viejo Uruguay murió, definitivamente, las viejas formas de producción, las formas a las que apelaron para gobernar caducaron, la demagogia o la represión (alguien dijo alguna vez que eran las formas que las clases dominantes usaban para ejercer su dominio) fueron derrotadas. Podrá abrirse aquí otro capítulo sobre lo pertinente de mi afirmación, pero lo que afirmo es que la derecha conservadora o reaccionaria uruguaya, recorrió ambos caminos y perdió. Nuevas representaciones matemáticas tendrán que buscar para intentar cambiar esto.

Por Walter Martinez
Columnista uruguayo

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