Washington ante las emergentes realidades electorales y geopolíticas sudamericanas

Ninguno de los más recientes procesos electorales en Sudamérica ha tenido como centro de gravedad las relaciones exteriores de estos países, quizás en Brasil fue donde más estuvo planteado el tema, pero las discusiones estaban vinculadas a factores económicos en ausencia de los ideológicos. La ratificación del llamado progresismo político, en algunos casos como Brasil y Bolivia, reeligiendo a los presidentes o Chile y Uruguay con el retorno de Bachelet y el favorito a noviembre; Tabaré Vázquez, no ha dado lugar a que las relaciones con los EEUU ocuparan un lugar relevante.

Este fenómeno está aún huérfano de un análisis donde estén integrados todos los actores y coordenadas que lo integran.

Casi sin disimularlo Washington ha manifestado su preferencia en que los líderes del progresismo sean confirmados en Chile y Uruguay, como que sean reelectos en Brasil y Bolivia, aun cuando con estos dos últimos persisten diferencias estratégicas y conflictos políticos puntuales.

Una corriente de satisfacción recorre en boca de diversos funcionarios de la administración Obama y en forma directa del vicepresidente Joseph Bide, el que esta realidad se esté consolidando en Sudamérica. En todos los casos estos líderes recibieron señales directas durante los procesos electorales y saludos al ser confirmados en sus cargos.

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El último fue el caso de Brasil; el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, felicitó a la mandataria brasileña mediante una llamada telefónica y dijo esperar hablar con ella «en los próximos días» para tratar de aumentar la colaboración bilateral. A su vez la Casa Blanca, por intermedio de su portavoz, Josh Earnest, transmitió formalmente felicitaciones a la presidenta de Brasil, un país al que calificó de «socio importante» para Estados Unidos. “Estamos comprometidos con seguir trabajando con la reelecta Presidenta Rousseff para fortalecer nuestra relación bilateral», afirmó Earnest. Aunque con polémica interna, entre quienes trabajan en el círculo más estrecho de Dilma, la reelecta Presidenta y algunos de sus colaboradores reconocieron que ya se acordó con su par norteamericano una reunión bilateral en la próxima cumbre del G20 en Australia. Allí se buscará “descongelar las relaciones” entre ambos países. Tomaremos en conjunto todas la iniciativas “y medidas para que podamos continuar nuestras relaciones estratégicas, incluyendo visitas de Estado recíprocas en este segundo mandato mío y de él” manifestó Dilma. La mandataria brasileña suspendió el año pasado una programada visita de Estado a Washington tras revelarse abusos en el esquema de espionaje de Estados Unidos.

No debe perderse de vista que hoy la mayor parte del comercio de Brasil se realiza con China en primer lugar con alrededor del 16% del comercio internacional del país y en segundo lugar está EE.UU. con cerca del 12% del comercio de Brasil.

Quizás lo más enigmático de estas preferencias de la Casa Blanca por los líderes progresista esté en la búsqueda continua de la estabilidad económica de estos países, cuando los EEUU aun carga rémoras de la última gran crisis económica y Europa no logra salir de ella.

Las alternativas a los progresistas en la visión de Washington se presentaron como “agente del cambio” sin determinar claramente de qué manera los cambios que proponían se concretarían sin volver a un pasado que hoy, salvo sectores muy conservadores en los EEUIU, se ve críticamente.

No solo sobre Brasil sino sobre toda la región sudamericana, EEUU observa con mucha atención como los “continuistas” resolverán temas como “corrupción y seguridad que han sido reclamos ciudadanos de vastos sectores. Entre sus preocupaciones está el que estos fenómenos no se conviertan en puentes de extensión con la presente realidad mexicana”.

Quedan muchas preguntas sin respuesta sobre estas estrategias. Pero seguramente el gobierno de Obama con muchas promesas incumplidas para con esta región y abrumado por la realidad en gran medida autocreada en Medio Oriente y una Europa en crisis no solo económica, espera señales de estos países especialmente de Brasil en facilitar las inversiones internacionales.

Entre otras razones, porque se acabaría con la especulación de que Brasil lleva la misma dirección que Argentina y Venezuela. Permitiendo así no solo buscar cambios en próximas instancias electorales en Argentina, sino también lograr que Brasil se sume a la iniciativa propuesta por Chile para estrechar lazos entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico. En el Departamento de Estado cuando se habla de estos fenómenos solo se interrogan en qué dirección se resolverá en este segundo periodo, la “ecuación, Dilma e Itamaraty”.

Esta realidad; cuanto depende del futuro de Barack Obama, que puede dar un giro notable con las elecciones parlamentarias de este mes. Elecciones legislativas de cuyo resultado dependerán los planes que ha diseñado cuando le faltan dos años y tres meses en la Casa Blanca.

Por Antonia Yáñez
Socióloga

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