Porque la gestión de Bonomi instaló una verdadera refundación de esta cartera que se encontraba abandonada por décadas y de la que depende nada más ni nada menos que la Policía Nacional. Esa fuerza civil y pública en materia de seguridad interna, la que tiene el ejercicio legítimo de la fuerza para cumplir con sus cometidos. Una fuerza que fue reconvertida en su totalidad para dotarla de un salario digno, de un horario laboral razonable y con reconocimiento de sus derechos sindicales; mejor capacitada, mejor armada, con mayor y eficaz movilidad (flota renovable y equipada tecnológicamente), mejor comunicada (comunicación Tetra), y a la que se le incorporaron nuevas tecnologías que mejoran su efectividad y respuesta en la emergencia (9-1-1, videovigilancia, sistemas de información interconectados, laboratorios científicos para la remisión de pruebas); una dimensión aérea (creación de la Unidad Aérea de la Policía Nacional).
Una gestión que fue vanguardia al manejar el concepto de integralidad aplicado a la seguridad por cuanto no solo la Policía debe intervenir para construir convivencia (un concepto que lleva implícito al de seguridad, pero en el que intervienen otros actores públicos y privados). Esa seguridad integral que se traduce en una Policía orientada a la solución del problema, que previene y disuade, evitando la acción posterior que solo puede apelar a la represión y que no garantiza la reparación del daño en todos los casos.
Transformó la privación de libertad, instando a la creación del Instituto Nacional de Rehabilitación, que llevó a descentralizar el control del sistema bajo su égida y lo hizo verdaderamente nacional en la práctica y que impulsa su salida de la cartera convencido que quien reprime no está capacitado para rehabilitar. Una gestión que puso en práctica la figura del Operador Penitenciario creada en 1986 -sí leyó bien- y que fue aplicado recién en el año 2011 (hablame de eficiencia de las gestiones pretéritas!). ¿Que todavia falta más? Por supuesto!, pero nadie hizo tanto por mejorar las condiciones de reclusión como durante sus dos administraciones.
Gestor de muchos cambios que trascienden su competencia pero que no dejan de apuntar al objetivo primordial de la misma: la seguridad y la convivencia. Así se acunó y creció un programa como Pelota al Medio a la Esperanza, que sorteó todas sus carencias iniciales para consolidarse entre los estudiantes, verdaderos dueños de una iniciativa que cultiva la amistad y el crecimiento académico como puntales para construir relaciones amigables entre los que tienen el desafío de seguir construyendo este país.
Una gestión que -pese a todas las críticas que recibió en su momento- tuvo claro el rumbo que debía seguirse para ponerle fin a la violencia en el fútbol y vaya si se han obtenido resultados en esa materia (más allá de algun episodio aislado). Hoy ya nadie discute la pertinencia de las cámaras de reconocimiento facial ni las entradas nominadas con documento de identidad, ni las listas negras para los que participan de hechos violentos, ni la responsabilidad que desde siempre tuvieron los organizadores de los espectáculos deportivos. Y así podríamos seguir sumando ejemplos…
Muchos la recordarán como la gestión fundacional de todo lo que seguramente se vendrá en pos de mejores procedimientos y soluciones, pero que sin estos puentes consolidados por Bonomi hubiera sido imposible llegar. Y si ello no ocurriere, porque quien llegue no logre siquiera mantener lo hecho, seguramente -también- lo extrañarán mucho más.
Otros vendrán -seguro- que bueno lo harán…
el hombre hacía memoria,
el perro, un registro…
Por Julio Fernando Gil Díaz – El Perro Gil
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