La guerra de todo el pueblo (ll)

En el artículo anterior, hacíamos referencia a un artículo del 17 de mayo de 2007 del diario La República, donde el coronel Gustavo Vila argumentaba sobre la necesidad de cambiar la Doctrina de la Seguridad Nacional por una Doctrina de Defensa Nacional, donde el pueblo no fuese visto como el enemigo.

Vila recuerda que en el año 1965 en el IMES ya se hablaba de las acciones irregulares. Que el tema fue retomado en los años 90 por la guerra de Irak y que a partir de 1994 se incluye en las monografías de ascenso y se empiezan a usar términos como”lucha popular prolongada” en los diferentes cursos y que la base doctrinaria de las Operaciones de Resistencia Nacional aparece en diferentes documentos entre los años 1999 y 2006.

El periodista dice: “Vila no lo dice, pero el simple examen de las fechas explicita que esta concepción de integrar al pueblo a la defensa nacional estuvo congelada durante toda la dictadura, cuando primaron la Doctrina de Seguridad Nacional, la concepción de la lucha contrainsurgente, el enemigo interno y las Fuerzas Armadas como policía de su propia población.”
El coronel insiste en que varios países han incorporado a su doctrina diferentes grados y formas de “resistencia nacional”, como Suiza, Cuba o Israel entre otros.

Que se pueden extraer enseñanzas para enriquecer la nueva doctrina, desde la resistencia anti alemana en la Segunda Guerra Mundial, de la lucha del pueblo palestino, vasco, o norirlandés; la lucha en Chipre, Argelia, Chechenia o Irak.
Como se puede ver el abanico es muy amplio y muy rico en enseñanzas.

Sobre el concepto de la Operaciones de Resistencia Nacional manifiesta.” Forman parte de una estrategia defensiva que basa su desarrollo más en el apoyo activo y decidido de la población y en el alargamiento de la guerra que en las tecnologías avanzadas, el material y las grandes formaciones. El primer componente es el desarrollo en nuestro territorio de las citadas ORN, en el seno de la población una vez sobrepasado nuestros mayores medios por parte del enemigo. Precisamente, éste es el tema del presente artículo. El segundo componente es mantener capacidades para globalizar un conflicto que el invasor buscará por todos los medios mantener limitado exclusivamente a nuestro territorio.”

También establece qué unidades militares deben encargarse de las ORN en caso de una agresión exterior. “Las ORN –dice Vila- son desarrolladas en cada guarnición por los llamados Grupos de Resistencia Nacional (GRN), a razón de uno por Unidad Básica de todas las armas. Su misión principal es actuar como un multiplicador de fuerza, que una vez producida la ocupación de todo o parte del territorio nacional, mediante orden y desde el seno de la población de las respectivas zonas de acción, organiza, coordina y eventualmente conduce los diferentes tipos de acciones que materializan la Resistencia Nacional, involucrando activamente a la población local en la lucha. Estos GRN son los encargados de organizar en sus respectivas zonas de acción la organización armada y logística de la Resistencia Nacional incorporando a la lucha a toda la población local. El disponer de reservas entrenadas obviamente facilitaría la tarea de estos ORN, pues permitiría que determinados segmentos de la población tuvieran una formación previa que les permitiría incorporarse de inmediato a la lucha.”

Para esto último, si bien nos existe en nuestro país el servicio militar obligatorio, se podría instrumentar la instrucción militar voluntaria, autorizada por las normas vigentes.

El coronel Gustavo Vila sobre la virtudes de una estrategia de defensa nacional con el pueblo manifiesta: “Si la resistencia armada y la resistencia civil se organizan y complementan adecuadamente, es posible empantanar a cualquier agresor por más poderoso que éste sea.”

La conclusión a la que llega: “Tal como lo aprendieron los Estados Unidos en su momento en Vietnam y hoy lo vuelven a aprender en Irak. O la URSS en Afganistán y hoy lo experimenta Rusia en Chechenia o Ingusetia. O Israel en Gaza, el sur del Líbano y los territorios ocupados: la historia contemporánea demuestra una y otra vez que por más alta tecnología que se posea no es posible ganar una guerra cuando se enfrentan enemigos decididos y perseverantes que voluntariamente bajan el umbral tecnológico y de intensidad de conflicto armado. Las armas de alta tecnología puede haber cambiado las técnicas y las tácticas pero nunca la forma en que se ganan (o se pierden) las guerras: son la moral y la motivación del combatiente individual con o sin uniforme y su capacidad de aceptar eventualmente el autosacrificio los que deciden en última instancia las contiendas, particularmente cuando el bando que se sabe más débil plantea una lucha prolongada con participación activa de toda la población.”

Suscribo en todo, los conceptos del coronel. Pero hay un problema a ir resolviendo de a poco y cuanto antes mejor. La unidad del pueblo con los militares honestos. Para eso hay que resolver en tema de la violación de derechos humanos durante la dictadura. Entre otros, el problema de los desaparecidos, que es una herida que dificulta esa unidad imprescindible, para pensar en un futuro en una guerra de todo el pueblo contra una egresión exterior. Porque si no va a resultar muy difícil lograr la “moral y la motivación del combatiente individual con o sin uniforme…”, que se necesitaría para recorrer “una lucha prolongada con participación activa de toda la población”.
La seguimos la próxima.

Por Pablo Reveca.

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