CINE | “Pirañas”: La génesis de la violencia

La delincuencia fraguada por la miseria residual originada en una sociedad fragmentada y disfuncional, es la desafiante propuesta temática que desarrolla “Pirañas”, el cuarto largometraje del realizador italiano Claudio Giovannesi, que cosechó el León de Plata al Mejor Guión en el prestigioso Festival de Berlín.

Este film, que denuncia las actividades ilegales de una mafia criminal insólitamente liderada por adolescentes en la deprimida Nápoles, es la adaptación cinematográfica de la novela “La paranza dei bambini”, del periodista y escritor Roberto Saviano.

Como se sabe, Saviano es autor de la impactante “Gomorra”, que denuncia los crímenes de la mafia napolitana denominada Camorra. El libro fue trasladado al cine por Matteo Garrone, en 2008.

Precisamente, a raíz de la publicación de “Gomorra” –que también devino en miniserie- Saviano vive con custodia policial las 24 horas del día hace veinte años, ya que el crimen organizado lo tiene amenazado de muerte.

Más allá de su mero formato de thriller, esta película denuncia el desolador panorama de la Nápoles contemporánea, que es aterrorizada por bandas organizadas de criminales de apenas 14 o 15 años de edad.

En efecto, con la mayoría de los mafiosos muertos, presos o con sus organizaciones desmanteladas, ahora la nueva Camorra está dominada y liderada por menores que edad que utilizan las mismas estrategias que los adultos para sembrar el terror en la población local.

Esa es la directa consecuencia de un cuadro de aguda desintegración y fragmentación social y de una tasa de desocupación que, en el sur de Italia, trepa a más del 19%. En tanto, la pobreza extrema afecta al 10% de la población.

Con esos indicadores más propios del Tercer Mundo que de los países desarrollados, no sorprende, en modo alguno, que prolifere la delincuencia en los estratos más humildes de la sociedad.

En este caso concreto, para los jóvenes la clave es sobrevivir como se pueda o bien disponer de dinero fácil para adquirir los bienes que ofrece la economía basada en el mercado.

Ese es el caso de Nicola (el debutante Francesco Di Nápoli), Tyson, Biscottino, Lollipop, O’Russ y Briato, seis chicos de 15 años que no trabajan ni estudian, por falta de hábito, de estímulo y, por supuesto, de oportunidades.

Sin embargo, como no han sido educados para integrarse y ajustarse a las reglas de la sociedad, aspiran a una vida sin sobresaltos, sin esfuerzos y sin ningún compromiso.

En efecto, lo único que han mamado desde niños es abandono y violencia, en una ciudad gobernada por la Camorra, que, entre otros atropellos, extorsiona permanentemente a los pobladores. Obviamente, en que no pague lo que le exigen estos hampones, se expone a graves represalias.

Desde el comienzo, el relato presenta descarnadamente una situación de caos, cuando los jóvenes derriban y hurtan un inmenso árbol de navidad emplazado en plena vía público. No satisfechos con tal acto de vandalismo lo queman, mientras bailan frenéticamente con sus rostros y sus cuerpos pintados.

Esas imágenes iniciales dan cuenta de una conducta salvaje y descarriada, anclada en una suerte de universo paralelo que desafía a las normas jurídicas y las reglas sociales.

En el devenir de la narración, estos seis jóvenes que transitan las estrechas calles napolitanas en veloces motos de alta cilindrada, se irán apropiando de varios territorios de la trama urbana del distrito napolitano Sanitá.

En ese contexto, se dedicarán a delinquir con el apoyo de un capo mafioso que debe purgar prisión domiciliaria, quien, a cambio de una generosa tajada, les proporciona poderosas armas de fuego.

Obviamente, el único propósito de estos chicos es obtener abundante dinero para financiar la compra de ropa de marca, el consumo de drogas y alcohol, los favores sexuales y hasta poder pagar 500 euros para ingresar a una fiesta exclusiva.

Empero, Nicola, quien es el líder de una banda que se ama y se cuida mutuamente como si se tratara de un clan familiar, le compra muebles nuevos a su madre (Valentina Vannino). Consciente de los riesgos que corre su hijo, esta mujer abandonada y golpeada por la vida y el destino acepta los obsequios sin cuestionar nada.

Si bien “Pirañas” se inspira en un relato de ficción y no en hechos verídicos, igualmente denuncia una situación dramática que está sucediendo realmente en la actualidad.

No en vano el propio Roberto Saviano, que es el autor del libro, confiesa que su obra es el retrato de un mundo sin salida.  «La política no deja otras alternativas a los jóvenes más que delinquir o emigrar”, proclama en tono crítico el escritor y periodista.

En tal sentido, el propio título de la novela “Los chicos de la paranza”, resulta por cierto sumamente ilustrativo, en la medida que la palabra paranza alude a pequeños peces que caen en las redes atraídos por las luces.

En este caso, los peces serían los chicos con toda su primigenia ingenuidad y las luces una auténtica metáfora de las tentaciones que ofrece un modelo social gobernado por las leyes del mercado.

“Pirañas” es, sin dudas, un film de acento realmente testimonial, que denuncia los estragos provocados por la violencia, la marginalidad, la desesperanza y la falta de oportunidades.

La película, que está protagonizada por un reparto actoral no profesional que sorprende por su trabajo interpretativo, es también un grotesco retrato de una sociedad capitalista en franca decadencia y desintegración terminal.

Pirañas (La paranza dei bambini) Italia  2019. Dirección:
Claudio Giovannesi. Guion: Claudio Giovannesi, Roberto Saviano y Maurizio Braucci. Música: Andrea Moscianese y Claudio Giovannesi.Fotografía: Daniele Sipri. Reparto: Francesco Di Napoli, Viviana Aprea, Ar Tem y Pasquale Marotta (Publicada en Revista ONDA digital)

 

Por Hugo Acevedo
(Analista)
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