El lacerante exilio del inolvidable cantautor Alfredo Zitarrosa es el sustento temático de “Ausencia de mí”, el documental de acento testimonial de la realizadora argentina Melina Terribile, que condensa la peripecia vital de un creador mayor de la música popular uruguaya y de su inclaudicable compromiso político e ideológico.
Este trabajo cinematográfico de producción compartida entre Uruguay y Argentina, que tiene 85 minutos de duración, trasunta particularmente las diversas inflexiones emocionales, los afectos y las nostalgias de un personaje paradigmático del arte nacional.
No en vano Zitarrosa, que dejó de existir hace ya treinta años, sigue siendo un referente ineludible para las nuevas generaciones, por una insobornable coherencia ética que trasciende a sus meras cualidades de magistral intérprete y creador.
Por supuesto, Zitarrosa, que fue además comunicador, locutor y periodista, fue, ante todo, un apasionado militante de izquierda, que- perseguido y censurado por los inquisidores uniformados de turno- debió abandonar compulsivamente su suelo natal.
Ese doloroso segmento de su existencia, que transcurrió entre 1976 y 1984, provocó un agudo trauma en Zitarrosa, quien vivió sucesivamente junto a su familia en Argentina, España y México, sin lograr arraigarse.
Este emotivo documental fue trabajado a partir del profuso archivo personal del músico, que fue otorgado, en 2014, en custodia por su familia al estado uruguayo.
En ese contexto, la idea comenzó a plasmarse cuando la directora Melina Terribile viajó a Montevideo, con el propósito de entrevistarse con las dos hijas del músico, Serrana y Moriana, a quienes les planteó su idea de realizar la película.
Eso le permitió acceder a las ciento sesenta cajas que atesoran el archivo de célebre cantor popular, las cuales contienen abundantes fotos, audios, filmaciones e manuscritos.
El propio relato revela la minuciosa y compleja tarea de búsqueda y selección que debió asumir el equipo de producción del film, conjuntamente con la familia del artista.
Esa suerte de trabajo de hormiga y de paciente reconstrucción de la memoria permitió recolectar valioso material inédito, que coadyuvó a otorgar vida propia a esta coproducción.
A partir de estos insumos, nació “Ausencia de mí”, un título que ya de por sí trasunta una agobiante sensación de dolor, vacío y si se quiere de rebelión ante lo inexorable.
En esas circunstancias, Melina Terribile otorga voz a ese Zitarrosa inmortal, que padeció el exilio como una suerte de inenarrable condena, como otros tantos miles de uruguayos expulsados de nuestro Uruguay por la ignominia.
A diferencia de lo que podría presumirse, esta película no recrea al Zitarrosa artista en toda su dimensión sino al Zitarrosa ser humano, que reflexiona -desde la lejanía- sobre la patria martirizada por el monstruo autoritario.
Obviamente, esta removedora historia comienza con la partida, en 1976, del cantautor rumbo la Argentina, evoca su estadía en España y en México y su alborozado retorno a nuestro país en 1984, en los albores del retorno a la democracia.
Con el propio Zitarrosa como relator, la narración está poblada de más sombras que luces, en la medida que el exilio bloqueó, en buena medida, la capacidad de crear del desterrado.
Queda claro que en el transcurso de este itinerario marcado por la distancia geográfica y por el dolor emocional, Zitarrosa encontró refugio en sus afectos, particularmente en sus dos hijas.
Ese tan arraigado sentido de familia contrasta radicalmente con la triste infancia del protagonista, quien se crió con una familia adoptiva lejos de su madre biológica y fue rechazado por su verdadero padre que se negó a reconocerlo.
Por razones estratégicas y para su mejor comprensión, este trabajo documental se divide en capítulos –Exilio I, Exilio II y III- con el propósito de capturar momentos y sensaciones del artista, en cada uno de los tres países que lo acogieron como refugiado político.
En ese marco, el relato evidencia un desencanto no exento de pesimismo por la pesadilla que está padeciendo la lejana patria natal, salvo en los testimonios registrados cuando el regreso a Uruguay ya parecía inminente.
Empero, este invalorable aporte al rescate de una figura sin dudas señera de la cultura nacional, incluye, naturalmente, un contextualizado repaso de la traumática historia reciente.
En tal sentido y nutriéndose de archivos públicos, la directora y guionista argentina recrea los tiempos más oscuros. Al respecto, resulta particularmente elocuente la contundencia de las imágenes que reproducen manifestaciones callejeras y el despliegue de personal militar pronto a reprimir.
Aunque obviamente las secuencias más emotivas del relato son las que condensan el regreso de Zitarrosa a nuestro país, en el espectador quedó igualmente el sabor amargo del desencanto. En efecto, todo parece indicar que, para el artista, el desexilio fue una contingencia singularmente compleja.
Por supuesto, la interpretación de “Adagio para mi país” –una de las más paradigmáticas y significativas partituras de Alfredo Zitarrosa- constituye una suerte de alegoría sobre la vida y lucha del referente cantautor uruguayo.
“Ausencia de mi” es, sin dudas, un testimonio ineludible, que reconstruye la memoria y rescata la peripecia vital de un artista que militó con la palabra, retrató como pocos a la idiosincrasia uruguaya y removió con su sensibilidad la conciencia colectiva.
Por Hugo Acevedo
(Analista)
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