La obsesión por la libertad y por romper con las códigos del sistema sin apelar a la violencia, son los dos ejes temáticos que propone “Un ladrón con estilo”, el nuevo largometraje del realizador y guionista estadounidense David Lowerly.
Esta es la recreación cinematográfica del legendario raid delictivo de Forrest Tucker, un célebre ladrón de bancos que, durante décadas, mantuvo en jaque a la policía de varios estados norteamericanos, fue capturado treinta veces y se evadió de la cárcel en nada menos que dieciocho oportunidades. Su primer encarcelamiento fue cuando tenía apenas quince años de edad.
Según se estima, el producto de los hurtos perpetrados en pequeños locales bancarios pero también en casas matrices, le habría reportado un botín de más de cuatro millones de dólares.
Pese a su ajetreada peripecia vital, este ladrón de guante blanco tuvo una doble vida, ya que se casó en tres oportunidades y fue padre de una niña y de un niño. Sin embargo, ninguna de sus esposas descubrió su carrera criminal hasta que se concretó su última detención.
Por más que tuvo una infancia dura y signada por el abandono -que constituyó el mejor caldo de cultivo para desarrollar su prematura carrera criminal- Tucker, quien murió en la cárcel a los 84 años de edad, no fue para nada un individuo violento.
Un testimonio de ello es que jamás disparó un arma de fuego y todos sus robos fueron auténticas obras maestras de ingeniería delictiva. No en vano, solía presentarse en los bancos solicitando realizar retiros, exhibía ante los cajeros un revólver sin que nadie se percatara de ello y colocaba el dinero hurtado en un maletín con semblante siempre sonriente y amable.
Era tal la grata impresión que generaba en sus interlocutores, que la tarea de identificación se tornaba particularmente compleja. En efecto, todos los testimonios destacaban su sonrisa y la afabilidad de su trato.
El papel de este folclórico personaje es asumido por Robert Redford, el legendario actor, director y productor de 82 años de edad, quien anunció su retiro de la actuación.
En ese marco, el relato está ambientado en la década del ochenta, que coincide con una larga secuencia de robos perpetrados contra bancos por parte de una banda de ancianos, integrada por él y por dos longevos delincuentes encarnados por Tom Waits y Danny Glover.
Mediante una estética de acento nostálgico que privilegia a los personajes sobre la violencia –que aquí es virtualmente inexistente- David Lowerly construye una narración enriquecida por abundantes guiños al cine clásico y a la propia carrera del actor protagónico.
No en vano, Redford interpretó por lo menos dos recordados papeles de ladrón, en emblemáticas películas como “Butch Cassidy and the Sundance Kid” (1969)- un western crepuscular que narra las peripecias de dos famosos asaltantes que hicieron historia- y “El golpe” (1973), un excelente policial narrado en clave de comedia y ambientado en los tiempos de la depresión. Ambos films fueron dirigidos por el gran George Roy Hill.
Obviamente, también hay referencias y hasta algunas escenas de otro título clásico como “La jauría humana” (1966), de Arthur Penn, en el cual el célebre actor interpretaba el papel de un preso que había escapado de la cárcel. Por supuesto y por más que el argumento de esta historia es radicalmente diferente, las semejanzas del personaje parecen evidentes.
En este caso concreto, la propuesta es una comedia policial de trazo si se quiere agridulce, que narra las aventuras de un ladrón para quien el robo es, más que un oficio, una suerte de arte.
En tal sentido, David Lowerly imprime a su película un ritmo nada vertiginoso y naturalmente descontracturando, acorde con la avanzada edad del protagonista y de sus compañeros de fechorías.
En efecto, aunque los robos son minuciosa y cerebralmente planificados, aquí no hay armas de alto calibre, poder de fuego ni tecnología para penetrar gruesas cajas fuertes. Por el contrario, todo transcurre en un ambiente sosegado.
Como si no fuera suficiente, la historia integra a Hunt (Cassey Affleck), un policía más preocupado por su familia que por su trabajo y hasta propenso a admirar las “proezas” del veterano delincuente, y a Jewel (Sissy Spacek), una romántica hacendada que se relaciona afectivamente con el longevo ladrón de bancos.
David Lowerly elabora una película intransferiblemente nostálgica, que cuida hasta los más mínimos detalles en materia de ambientación y privilegia particularmente el trabajo del calificado reparto actoral sobre la mera peripecia de los ocasionales personajes.
En ese contexto, el papel de Forrest Tucker, que parece calzarle a Robert Redford como un anillo al dedo, coadyuva a transformar a esta película en una suerte de homenaje a su tan prolífica como dilatada carrera actoral.
Seguramente, su vocacional identificación con el cine –que para él es una suerte pasión- deparará la prosecución de su trabajo como director y productor cinematográfico.
Por supuesto, no le va en zaga la estupenda Sissy Spacek, quien, con casi setenta años de edad, sigue exhibiendo una estampa juvenil y todo su versátil y reconocido talento.
Aunque “Un ladrón con estilo” es un policial liviano concebido en clave de comedia, igualmente reserva un espacio de reflexión en torno a la soledad como estigma subyacente. Asimismo, critica algunos arraigados estereotipos sociales y el papel habitualmente marginal de los adultos mayores en la sociedad contemporánea.
Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario
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