Los rodados individuales eléctricos son una novedad en el extenso centro de Santiago. Su valor de compra promedio, alrededor de los U$S600, abarca una variedad de modelos. Desde las simples ruedas auto equilibradas con el conductor de pie, pasando por monopatines y bicicletas hasta las motos que ya conocemos en Montevideo. Algunos son plegables, pasibles de colgarse al brazo o llevar en un vehículo mayor. Su radio de acción no es muy grande pero su velocidad alcanza (y sobrepasa) los 20 km por hora, aparejando riesgos para propios y ajenos. Con una referencia a mis anteriores artículos, me eximo de comentar el carácter no contaminante de estos vehículos pero hago notar la influencia sobre la accesibilidad urbana que pueden traer.
De esta reseña se deducen ventajas respecto a caminar o usar un vehículo mayor. La inminente problemática se plantea con su circulación en los espacios urbanos ampliando la de bi rodados a tracción a sangre. Constaté, con los que vi, una manifiesta invasión de vías vehiculares y peatonales, excediendo bici sendas y fajas marcadas en las vías de tránsito vehicular pesado. Hago notar que, en las veredas de Santiago, las normas permiten una circulación restringida a determinados usuarios.
Ampliar la mirada
Cómo incorporar estas formas no contaminantes obliga a repensar integralmente la movilidad de la sociedad en la urbe. Resolver una nueva controversia entre el derecho individual y el colectivo. Uno de los componentes de la ecuación es el espacio disponible, otro el volumen de gente que por el mismo transita a lo que se agregan las frecuencias y horarios de los diferentes tránsitos.
Una ciudad como Santiago de Chile, cuya población permanente y eventual supera la de todo Uruguay es un sistema dinámico y complejo que requiere soluciones ídem. Tiene a su favor espacios disponibles libres en una amplia trama urbanística extendida en sucesivos valles adyacentes a la cordillera de los Andes. Las históricas avenidas coloniales, alamedas y calles, poseen un ancho notoriamente mayor que en nuestra ciudad capital.
Prevenir legislando
El gobierno de Montevideo debería legislar la inclusión de estos recién llegados a la movilidad de la sociedad sobre el territorio. En tanto se anuncia el aumento del parque municipal de bicicletas, avanzar sobre las normas de la convivencia vehicular-peatonal es necesario.
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Por Luis Fabre
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