Esta es la resumida crónica sobre un pueblo fundado a comienzos del siglo pasado.
La construcción de comunidad fue colectiva, protagonizada por agrupaciones humanas interactuando en una porción de territorio. Trabajadores rurales, agricultores, estancieros, tamberos, educadores, comerciantes, policías, estudiantes, artesanos, deportistas, religiosos, viajeros, todos fueron protagonistas. Como allí confluyeron las manifestaciones vitales, costumbres, conductas y productos, físicos o no, de la actividad de todos, Guichón fue mucho más grande que su planta urbana. En los años 50 del siglo pasado su razón de ser por la ganadería y agricultura, fue superada. En el pueblo devenido ciudad se generaron actividades urbanas con vida propia. Consecuentemente, se ganó algo de independencia política y administrativa del gobierno departamental y órganos centralizados del Estado. Impulsados por los gestores locales al Centro Auxiliar_ dependiente del Ministerio de Salud pero atendido por funcionarios locales_ le siguieron otras instituciones con sus sedes edilicias.
El comercio de víveres, equipamientos y vestimenta, la actividad de entes del Estado, la enseñanza, diversiones y deportes entre otros se conjugaron en un intercambio con logros notables. Sólo en referencia al deporte, los populares campeonatos de futbol y básquetbol, competencias ciclísticas y equinas trascendieron el ámbito local a todo el país. Se sucedían Peñas de canto, un Cineclub, campeonatos de ajedrez, continuadas veladas bailables, actos patrióticos con desfiles peatonales y a caballo. Festividades religiosas, retiros espirituales, el carnaval y otras diversiones colectivas como la “Búsqueda del tesoro”. Eventos culturales en instituciones sociales. Casi todo ello nacido, promovido y efectuado por la comunidad en Comisiones abiertas, de participación voluntaria. De esta organización y práctica social merecen destaque las que actuaron para el bien general como la de Termas, la de “Ruta 4” y “Los Dinámicos”.
“Lo esencial es invisible a los ojos” Saint Exupery
Pero hubo resultados sociales intangibles más importantes aún que los enumerados: la sinergia entre la población de la planta urbana y toda la zona nunca estuvo teñida por el rechazo y la exclusión de razas, credos o clase social. Merced a esta práctica consensuada, la comunidad construida en Guichón produjo hábitos, costumbres y conductas sociales que hoy distinguen a sus habitantes, y por extensión a los oriundos, en el ámbito nacional e internacional. Es para mí un motivo de identidad.
La historia reciente
Treinta años después, en la década de los ochenta, dos actividades inéditas en el País, la forestación y termas de Almirón, completaron un cambio en la zona vinculada a la ciudad. Pero sobrevino una crisis en el crecimiento. Como en la mayoría de poblaciones similares en el interior, se produjo una salida de habitantes hacia las capitales departamentales, Montevideo e incluso al extranjero. Y simultáneamente, como en la canción “Santa Marta”, similares invasiones foráneas sobre la cultura local. O peores, como las drogas.
Sin embargo
Tenemos en la actualidad una percepción optimista sobre la ciudad. Hemos hecho referencia en varios artículos, a los valores humanos y destrezas que perviven en ella. Lo interesante es que, pese a todo, parece renacer lo colectivo, en una conjunción de capacidades individuales al servicio de una renovada comunidad.
Lo singular en la diversidad
Podemos tentar establecer la identidad local, la singularidad de una comunidad, ahora extendida, a partir de nuevos significantes sin orden de prioridad.
- Alrededor de las Termas de Almirón posicionadas como emprendimiento local.
- El descubrimiento y puesta en valor de hechos, lugares y construcciones significativas en la historia, la ecología, flora y fauna de la zona de influencia.
- Reconocimiento al desempeño de oriundos diseminadas en Uruguay y el mundo.
- Promover la integración de la comunidad a través de las redes y eventos en el ámbito local.
Por Luis Fabre
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