CINE | “Monsieur & Madame Adelman”: Un romance agridulce

Una prolongada historia de amor con sus pasiones, encuentros, desencuentros, conflictos, reproches y frustraciones es el núcleo temático de “Monsieur & Madame Adelman”, la reflexiva comedia dramática del debutante realizador francés Nicolas Bedos.

Una de las particularidades de esta ópera prima es que su director es además protagonista, junto a Doria Tiller. Además, ambos –que son marido y mujer en la vida real- ofician también en este caso como guionistas.

En ese contexto, esta película está visiblemente hecha a la medida de la pareja de cineastas, que en la ficción reproduce algunas de las peripecias de la realidad.

Apelando a recurrentes flashbacks que abarcan bastante más de cuatro décadas de historia, el relato indaga en el extenso romance de Victor (Nicolas Bedos) y Sarah (Doria Tillier).

Mientras el es un aspirante a escritor que con el tiempo se transformará en un referente de las letras, ella es una universitaria estudiante de literatura que se enamorará perdidamente del hombre y lucha denodadamente por conquistarlo.

No en vano en el comienzo del idilio, la primera noche juntos en la cual comparten una cama no sucede nada, porque él duerme su propia borrachera como si despreciara a su compañera.

Aunque el proviene de una familia burguesa y ella es una judía de clase media, igualmente se las ingenian para sintonizar y formar una pareja duradera, más allá de los inevitables contrastes.

De todos modos, el hecho de que ambos compartan el amor por la literatura va cimentando un vínculo que se apoya en el afecto, pero también en el compromiso mutuo.

Desde ese punto de vista, esta es una relación unida por uno de los estereotipos más recurrentes y arraigados de la cinematografía gala, como lo es, sin dudas, la afinidad intelectual.

Al respecto, la pareja sintoniza con el statu quo del cine francés, que siempre sobresale por esa predisposición a intelectualizar y hasta a ideologizar los contenidos cinematográficos.

El relato, que abarca cuarenta y cinco años y está ordenado en catorce capítulos como si se tratara de una novela, indaga en el tema de la pareja con un sesgo intransferiblemente realista, acorde con la mejor tradición de la producción de dicho país.

En efecto y contrariamente a lo que sucede en el gastronómico cine de industria para consumo de paladares poco o nada exigentes, el discurso cinematográfico no es nada edulcorado sino todo lo contrario.

En efecto, aquí el abordaje del amor es realmente crítico, exponiendo los recurrentes conflictos de una relación inexorablemente desgastada por el tiempo y las contingencias cotidianas, muchas de ellas adversas.

En esas circunstancias, el tiempo es un fenómeno clave de la narración, en la medida que –en apenas dos horas- transcurren nada menos que cuarenta y cinco años.

En este caso concreto, el film es narrado por la mujer, quien, luego de la muerte de su esposo, concede un reportaje a un periodista que se propone recrear la vida del escritor.

En el decurso de la entrevista, la viuda reconstruye el largo itinerario de convivencia de una pareja de la cual nacen dos hijos, con sus encuentros, desencuentros y separaciones.

La evolución del relato desnuda una literal demolición de la pareja aparentemente paradigmática, que luego de un tiempo de consolidación deviene en celos, infidelidad y reconciliación, entre otras traumáticas situaciones.

Esas contingencias, que son habituales, están expuestas en esta historia sin subterfugios y con la frontalidad requerida, acorde con una escuela de cine francés que no soslaya el abordaje de problemas y eventuales controversias.

El debutante cineasta sabe trabajar con el recurso de la temporalidad, sintonizando los tiempos históricos con los cinematográficos, para recrear una convivencia que se inicia en 1971 y se proyecta a la actualidad.

Esas inflexiones reconstruyen un periplo abundante en radicales mutaciones culturales, signado por la música, la moda, la vestimenta y hasta los cortes de pelo, entre otros signos de identidad epocal no menos relevantes.

La recreación histórica, que es funcional a la evocación de la peripecia de la pareja, no soslaya naturalmente los contextos políticos del país, las disputas por la hegemonía intelectual y social entre la izquierda y la derecha y hasta apelaciones a la dicotomía entre católicos y judíos.

En esta película, que cuando es menester apela al fino humor de escritura sarcástica, no falta la reflexión sobre el desgaste del amor provocado por el inexorable transcurrir del tiempo.
Es evidente que el cine francés jamás camufla las miserias humanas, en la medida que siempre aborda los problemas afectivos con una superlativa frontalidad y radicalidad.

Aunque la película jamás abandona su formato de comedia, aquí no faltan los reproches, los engaños, los desengaños, las palabras hirientes y las situaciones de exacerbación.

El hecho que el guión haya sido escrito por dos cineastas y actores que son esposos en la vida real, coadyuva a otorgar una singular verosimilitud y realismo a esta propuesta artística.

“Monsieur & Madame Adelman” conjuga el romance con el drama y hasta con la reconstrucción histórica de un tiempo de intensas y fermentales mutaciones, en un film que discurre entre la tensión, el humor, la nostalgia y naturalmente la reflexión.

En un reparto actoral competente, sobresale la actuación protagónica de la pareja central integrada por los actores y guionistas Nicolas Bedos y Doria Tillier.

Por Hugo Acevedo
Periodista y crítico literario

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