Hay quienes consideran que la Izquierda debe dar un viraje hacia el Centro para mejor «captar» votos. Lo consideramos errado y falto de sentido. Veamos nuestro por qué:
- No procede en la Izquierda, con seriedad y sentido, promover cálculos electoralistas que desmerecen tanto a quienes lo formulan cuanto más, y peor, al público objetivo, pues es considerarlos cosas y no personas.
- Esa postura infiere que habría que quitarle «radicalidad» a la Izquierda para acercarla al cálido y benéfico centro que en buen romance sería aceptar a la derecha, con un matiz electoral, en nuestro plan de acción.
Cuando lo que se requiere, el pueblo lo necesita es más y mejor Izquierda. Profundizarla para que abarque de forma confiable el sentir y el apoyo específico de más gente.
Lejos de radicalizarse, la izquierda debe reverse autocríticamente y, así, repensarse, mediante un proceso que le permita hallar su huella en la senda de la autoconciencia pues su destino es saber llegar al otro y juntos construir un mañana mejor.
Para ello, debemos reencontrarnos con la gente, entre la gente. Saber tener oídos para escuchar y brazos para tender una mano y junto con la de ella y la de él luchar por la vigencia plena de la democracia participativa.
La mejor comunicación, entonces, consiste en salir al encuentro de la gente. Asumir para los legisladores en todos los niveles y en todo el país, como asimismo toda la dirigencia, que buscar comunicarse mejor no consiste, ni central ni únicamente, el hacerlo a través de los medios de comunicación – lo que, en sí mismo no está mal, naturalmente. Esta no es la panacea que resuelve la ostensible incomunicación con la gente.
Más aun, tomar a los medios de comunicación como la solución no sólo degrada y envilece a quien así procede por su comodidad “palaciega” de intentar hacer política desde un despacho, sino que por su torpeza pasa a ser un potencial esclavo de los grandes medios y de sus cortesanos. No.
Debemos regresar a la cultura como ámbito regio para la reunión entre personas.
Tenemos necesariamente que dejar de ser peones de supuestos Mefistófeles que nos harán “llegar más lejos y más rápido” y volver a mirar a los desposeídos a los ojos. Y, así, actuar políticamente y dejar la politiquería para aquellos cipayos que se colaron en el bondi de la gente, de nuestra gente: el Frente Amplio.
En este sentido, ya tenemos nuestro propio tótem de lo que no debe ser, ni hacer o dejar hacer, un político de izquierda que se precie: Raúl Sendic. Apenas basta, para empezar, con hacer lo contrario a lo que él realizó, fuere por acción u omisión.
Veamos a nuestros vecinos y aprendamos, compañeros: cómo duele el haber dejado de tener contacto sincero, permanente y directo con el pueblo. Y qué peligros cabe aguardar a quienes olvidaron esta cuestión básica, empezando por los pueblos hermanos que hoy pagan las culpas por las miserias de sus dirigencias.
Asimismo, aunque es por demás significativa, no alcanza una buena gestión de gobierno, como la hay, si no es acompañada de ese diálogo enriquecedor, más que nada por la escucha atenta a ese otro, hombre y mujer, que hoy como mañana nos interpela por sus necesidades aun insatisfechas. Necesariamente, entonces, le toca a la dirigencia cumplir con otro de sus cometidos esenciales: el de ser el nexo idóneo entre el mandatario, su gestión y la gente.
En un año nada fácil para el Uruguay y en un contexto regional de la gravedad y proyección social muy negativa, no entender ni hacer esto será, que nadie lo dude, tan temerario como contraproducente para nuestro pueblo y ciertamente para nuestra Izquierda.
Se trata de salvaguardar, respetar y buscar acrecentar la dignidad de la gente, de tal modo que, en el Frente Amplio, por lo menos, los idiotas morales no deben tener cabida o, por lo menos, que no tengan futuro.
Por Héctor Valle
Investigador social y periodista
La ONDA digital Nº 854 (Síganos en Twitter y facebook)
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.