La coyuntura política del Uruguay tiene arriba de la mesa los temas de la ética, de la corrupción, del amiguismo. La realidad del Uruguay lo marca como uno de los países de la región con menores niveles de corrupción. Una de las características centrales de la izquierda es mantener principios éticos invulnerables. Sin embargo, los gobiernos progresistas de la América Latina no han cumplido con dichos preceptos.
Los casos de Brasil, Argentina, Venezuela y más recientemente Chile son claros ejemplos de conductas no adecuadas a los principios éticos y la corrupción también ha penetrado en los partidos de izquierda. Uruguay está muy lejos de estos ejemplos sudamericanos. Sin embargo, el tema llegó al Frente Amplio por los gastos de Raúl Sendic como presidente de Ancap, que culminó con su renuncia a la vicepresidencia de la República.
En estos días el tema vuelve al primer plano por problemas dentro del partido Nacional y la decidida intervención de Tabaré Vázquez, destituyendo a los representantes políticos de ASSE. El Presidente Tabaré Vázquez tiene una extraordinaria intuición política. En la última elección nacional del 2014, tomó la decisión de priorizar la campaña electoral en el interior y volvió a ganar con mayoría absoluta en el parlamento.
En este 2018, recibe directamente a los “autoconvocados” y rebaja sensiblemente el tono de las demandas, baja los decibeles de los productores rurales imponiendo el diálogo. Las escaramuzas de este lunes no van a cambiar mucho este panorama. La semana pasada aprovecha el contrato del vicepresidente de ASSE a la novia de su hijo, para pedirle la renuncia a los tres cargos políticos de dicha institución, con quienes mantenía diferencias por algunos rasgos de su gestión. Con esta medida puso el tema ético en el primer plano y en un lugar relativamente muy exigente.
Este accionar de Vázquez le complica la vida al Partido Nacional, que no consigue desprenderse de factores de corrupción en las Intendencias de Soriano, Artigas, Lavalleja y Cerro Largo. Gastos de la Intendencia a empresas de propiedad del Intendente, como en Soriano, múltiple número de familiares incorporados a la Intendencia de Artigas, intentos desproporcionados de aumentos de sueldos, incluyendo a su pareja, en Lavalleja y enorme número de cargos de confianza en Cerro largo y otras intendencias gobernadas por los blancos, son ejemplos elocuentes y demostrativos, que han puesto en posiciones divergentes a sus principales líderes Lacalle Pou y Larrañaga. Por ello, las decisiones de Tabaré Vázquez ayudan a la izquierda y pone en aprietos al partido Nacional.
La izquierda avanza en estos días, con un gran acto en Piriápolis, pero los problemas éticos pueden haber jugado en el descontento y en el notorio descenso del FA en las distintas encuestas nacionales. A los temas de Sendic, que la justicia aún no se ha pronunciado, surgen designaciones en los Ministerios que atienden a los sectores políticos y no al FA en su conjunto. La designación a cargos políticos del mismo sector al que ostenta el Ministro correspondiente, limita las posibilidades de atender las designaciones de frentistas mejor preparados y calificados para obtenerlos.
Sin duda es imprescindible avanzar en estos temas porque afectan directamente a votantes frentistas en general. Junto a estos problemas surge la pérdida de valores, y de alguna forma, cierta derechización del gobierno, para los votantes de izquierda. Algunos ejemplos pueden ayudar a comprender descontentos desde la izquierda. La falta de avances en los temas de verdad y justicia; las dificultades para cobrarle impuestos a jubilaciones privilegiadas de los militares; el impuesto a la renta a las personas físicas dual, donde a partir de cierto nivel de ingresos, las rentas de capital pagan menos que las rentas del trabajo; las exoneraciones impositivas, en algunos casos desmesuradas a las inversiones; el lenguaje y las prioridades en las políticas macroeconómicas de corto plazo, con énfasis en los objetivos financieros y afectando ,en muchas ocasiones, a la producción y al empleo; el énfasis en acuerdos comerciales que por mejorar unas toneladas de exportación de carne se afecta la industria manufacturera, el empleo, las cadenas de valor, los avances de la integración, sus potencialidades y las actuales exportaciones industriales dentro del Mercosur. En esencia, un aumento de cuota o una rebaja de aranceles para la carne contra la propia estrategia del futuro desarrollo del país. Con los gobiernos del FA no han habido grandes cambios en la estructura de poder.
Un caso evidente es la demora en la aprobación de la reglamentación de la ley sobre los medios de comunicación, cuyos principales exponentes siguen jugando un papel central en la opinión pública y notoriamente contra las ideas de izquierda del FA. Los grandes medios de comunicación, mucho más que los partidos tradicionales, han jugado nítidamente el papel de oposición a los gobiernos del FA. Es también llamativo el descontento dentro de los jóvenes. Es notorio como les afecta el tema del desempleo, pero sin duda tienen más peso la erosión de ciertos valores clásicos de la izquierda.
También pueden haber influido en los descontentos de izquierda los enfrentamientos y confrontaciones de líderes políticos del FA y entre sectores del FA a través de los grandes medios de comunicación, que aprovechan la oportunidad para sobredimensionarlas y mantenerlas en el primer plano. Ello también es consecuencia del debilitamiento de la fuerza política, que no tiene ámbitos adecuados para el debate interno ni para tomar decisiones trascendentes, limitando las posibilidades de acuerdos internos.
También hay descontentos en sectores más moderados por temas de ética, de seguridad, de educación, de impuestos a sectores medios. Pero esto no significa que el FA los atienda con programas más moderados para llegar a los votantes del centro, como lo demuestra Constanza Moreira en un reportaje en Brecha de la semana pasada. Importa también reflexionar si en la sociedad existen nuevas aspiraciones como causa de dichos descontentos. Todo esto servirá para el trabajo programático de este año.
Por Alberto Couriel
Economista y ex senador
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