Habitar Brasil. Parte (II) El trabajo

El trabajo
Los primeros días en Rió bastaron para derribar mi percepción sobre los países tropicales, su buen clima y la vida distendida de sus habitantes. En realidad trabajan…y mucho. Dada la  multitudinaria clientela, para  dependientes de comercio, choferes, mozos de  bares y restaurantes, las ocho horas son de frenética actividad. Algunos  sin aire acondicionado. Y  con una temperatura  ambiente  exterior promedio de 37 grados, recorriéndola,  en la playa pululan los ambulantes. Como dije, conté hasta cincuenta en una media hora ofreciendo  lo (no) imaginable. Sin agredir, sin invadir,  mostrando y voceando durante todo el día. Está claro que su actividad es informal, admitida por todos, incluyendo al comercio instalado. Los esquemas legales no existen, prima la vida ganada día a día, todos los días. Con buena onda, bromeando, riendo… corriendo. Por supuesto que hay arrebatos, rapiñas e  incapacitados pidiendo ayuda en la calle. Pero sobre la mendicidad prima la actividad, el movimiento continuo de multitudes día y noche, sean  jornadas laborales o  fines de semana.

La estética
La diversidad en el diseño y sobre todo los colores en la vestimenta son componentes de  inusitada saturación visual para un uruguayo. Es entendible que una cultura multicolor perciba nuestra sobriedad como “gris” (la que por cierto estamos al fin superando).

Como me concierne la arquitectura como expresión de la cultura y el arte de todos los pueblos, vinculo la obra del gran  Oscar Niemeyer al baile y la danza con raíces afro en el Brasil. Me remonta a una falda girando la forma redondeada del Memorial Roberto Silveira y danza la espiral de la rampa gigante en el Teatro Popular junto al primero, en Niteroi. También en esa ciudad, el Museo de Arte Contemporáneo, suspendido en el aire,  parece  girar! Recuerdo que este colega fue el autor de los principales edificios de gobierno para Brasilia en los que  ya aparecían estas referencias formales y cabe agregar que Niemeyer siempre residió en Río de Janeiro.

Mirar todo
Desde el recorrido de y hasta el aeropuerto, las apiñadas viviendas sin revoque exterior son mayoría en las enormes zonas urbanizadas entre y en los morros. Es lógico imaginar las precarias condiciones de las mismas y su entorno espacial. Es la otra cara de Rio.

Simultáneamente, en las ferias populares del centro histórico o en la península de Niteroi, estuvimos con el común de la gente. A tenor de los compradores, la infinita cantidad de puestos pequeños denota la precaria condición de sus dependientes. Y hay mucha gente pernoctando en las calles. Según un viajero frecuente, más que algunos años atrás. Aún desde nuestra condición  de turistas salta a la vista que las mayorías no viven bien.  A buen entendedor….

Por Luis Fabre

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