Mientras la oposición despotrica, el Gobierno proyecta y opera buen futuro. Creemos del caso especificar qué pensamos cuando hablamos de “gobierno”. Nos referimos tanto al Poder Ejecutivo – que lo lidera -, con su correlato parlamentario, bien como su Partido y las fuerzas sociales (sindicatos, Bases, ONGs, etcétera) que lo sustentan societariamente y desde un aspecto organizativo. A esto se le suma, con su apoyo crítico, la ciudadanía que lo ha votado.
Ahora bien, en ese conjunto se destaca nítidamente, pese a todos los pesares, el
Presidente de la República. Su carácter, estilo y visión, bien como su formación científica que toma a la organización como la atmósfera indispensable para encarar cualquier tarea con seriedad y posibilidades de ser concretada, lo convierten en el estadista uruguayo del siglo XXI.
De esta forma, con su batuta, la tarea de llevar adelante al Uruguay, en el sentido de crecimiento interno y externo con equidad y aspiraciones otrora inéditas para nuestro país, se va concretando, un día sí y el otro también. Todo tiene, convengamos, sus mesetas y, de vez en vez, sus pendientes, pero el asunto de gobernar, como el de la vida misma, es saber sobreponerse, bien y lo antes posible, para proseguir la senda. Y, en esto, Vázquez Rosas sabe cómo hacerlo.
El avance de la pirámide nunca comienza, en lo concreto y cotidiano, al influjo del
modo de ser del Presidente, mejora lenta pero probadamente en todas sus estructuras
(pensamiento y acción, en el vértice superior; planeamiento y delegación en el segundo
nivel, y concreción y seguimiento por fases de los distintos proyectos, en su tercer
nivel).
Tareas que son realizadas con disciplina y discreción que van abriendo un horizonte
promisorio a corto y mediano plazo, esto es, mejorando la performance de dichas
estructuras, para que, como en una buena orquesta, ningún nivel desafine o toque su
partitura a destiempo.
Esto, que la oposición tilda de secretismo es, ni más ni menos, que seriedad para con la
ciudadanía y profesionalidad desde el hacer que procura, antes que el circo mediático,
tan necesario para los Narciso, el bien superior de la República.
Todo lo cual, se comprenderá claramente, equivale a “preparar”, desde bases firmes, al
país para nuevos y mejores horizontes.
En tal sentido, vale recordar que los avances del país, en estructura como en calidad de
vida, van cubriendo una gráfica en ascenso progresivo pese a los altibajos que toda
actividad humana conlleva, sin que esto pueda ser cuestionado, al menos con seriedad.
Atención societaria en todos los niveles, en algunos casos más que en otros pero que en
el futuro todos coordinarán importantes ascensos (profundizaciones), tanto etarios como socioeconómicos.
Así como también, apertura y diversificación de mercados, ascenso de exportaciones,
proyectos de inversión concretados y a concretar, tanto propios (ferrocarriles, a vía de
ejemplo) como de privados (notoriamente, UPM2), son algunos de los blasones que si
quisiera ufanarse, el Gobierno podría mostrar.
Ahora bien, lo mejor está por venir y es lógico preverlo. Parte de ello, de un modo u
otro, lo establecimos más arriba, pero queremos destacar algo fundamental: la gestación
de ese mañana por parte del Gobierno.
Resulta esencial considerar, como centro estratégico de esa planeación del mañana, el
armado estratégico y su posterior concreción de los viajes del Presidente en su segundo
período de gobierno. Estos fueron, a no dudarlo, el impulso, racional y certero que
posibilitará aquel mañana. Luego aparecieron determinados frenos los que, poco a poco
fueron dejando lugar a una lógica del trabajo con sus consecuencias positivas.
Todo lo que el Ejecutivo tiene en su cerebelo, planificaciones y seguimientos, contactos,
a los que hay que mantener cercanos, posibilidades nuevas que surgen de la dinámica de
tales relaciones, bien como logros que una vez alcanzados permiten idear otros, es la
base formal, estructurada y en creciente mejora operacional, que da pie a nuestro
vaticinio.
Por eso lo de “Utopía posible”, porque su concreción progresiva se da en medio de un
“Mar de los Sargazos”, donde tantas iniquidades viven pueblos enteros y, en especial,
por cercanía y afinidades, pueblos hermanos que, lamentablemente una prognosis seria
avisa que empeorarán. Es así, reiteramos, que se vuelve creíble dicha Utopía, ese
territorio donde lo humano está adelante y por encima de lo instrumental y cosificador.
En suma que, cuando el Presidente pasó por un Comité y, sonriente, junto con la gente,
profirió la letra de “Cuando va a amanecer”, dándole el toque frenteamplista, sobre la
posibilidad firme de un Cuarto Gobierno del FA, no hacía futurología ni política menor.
Él, desde el lugar de dirección, viendo al país no solamente en su integridad y desde el
mismo sino también, y específicamente, desde afuera hacia adentro, dijo algo que será.
Y los poderes centrales del mundo lo saben. Solamente la oposición, casi en su
totalidad, lanzada desde su nimiedad, se dedica a una crítica total y permanente,
mientras no atienden las miserias que tienen puertas adentro, pensamos en los partidos
nacionales y sus cuestiones éticas no resueltas.
Hacen la vista gorda a sus miserias los mismos que al pensar en el Estado, en la Nación,
no piensan en la ciudadanía, menos aun en un Estado-Nación, sino en atender los deseos de los parias del mundo y su correlato estamental dentro de fronteras.
Por Héctor Valle
Periodista y analista social
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