Los paradigmas son ese conjunto de creencias e ideas, principios aceptados por la sociedad sobre los cuales se desarrollan la ciencia y muy variadas actividades. Con referencias a la naturaleza, las religiones y el arte, conforman los llamados universos simbólicos del hombre que caracterizan las etapas de la humanidad en el planeta. Cuando entran en crisis, dan cauce a nuevas concepciones o nos remiten a algunas que, aunque arcaicas, contribuyen a salvar la humanidad y su permanencia de tantos siglos sobre el globo.
La educación
La preparación no debe solamente hacernos más idóneos en algo; debe construir nuestra personalidad. Contribuir a la “autopiesis”, que significa crearnos a nosotros mismos. Por eso los más destacados pensadores de nuestra época propician la educación como un fin en sí misma, llegando a proponer la universidad gratuita para todos. Porque cuando la preparación excede el ser específica, especializada para una actividad profesional u oficio, se transforma en humanista y universal y beneficia por igual a toda la sociedad. Como lo ha sido en Uruguay en la Universidad de la Republica.
La competencia
Cuestionamos la competencia como principio de vida. No queremos ser ganadores ni perdedores. Todos somos seres humanos hermanados en nuestra especie, responsables de nuestra existencia y la de nuestro único hogar: el planeta tierra.
Competir implica pagar un alto precio en términos de vida, de salud, de dinero. Una opción pautada por la vocación, el deseo y los propósitos puede justificarlo, no debería ser por la supervivencia. En una civilización que produce más que el consumo necesario de necesidades básicas, no es justo que parte de ella muera por enfermedades que son curables, de hambre o incluso de frío. Esto nos interpela como especie, herederos de la vida inteligente en el planeta y el universo entero. Si la vocación, deseos y propósitos refieren a estos principios, los incentivos pasan de ser materialistas a morales. Y la forma de actuar en cualquier actividad pasa de la competencia a la colaboración.
El trabajo
Cualquiera sea la motivación para trabajar (incluso sin propósitos altruistas) es necesario superar otro paradigma; las categorías del trabajo. Desde una obra de arte a la elaboración de alimentos, pilotar un avión o cuidar un niño, el ser humano hace y crea a la vez. Todo lo que se hace, a toda edad, es trabajo. La segmentación de la vida humana (inventada y heredada de la era industrial) perdió razón de ser. Una etapa de vida para educarnos y prepararnos, otra para trabajar y otra para no hacerlo es también un invento humano, obsoleto e inaplicable en la vida individual de la sociedad contemporánea y, sobre todo de la futura, en tanto el trabajo humano pasa a las máquinas cibernéticas.
El consumo
Planteado como paradigma de la felicidad humana, el consumo por encima de las necesidades básicas es sobre todo, un objetivo inducido por el hipercapitalismo actual. Es hora de rechazar una vida como carrera tras un premio móvil siempre inalcanzable. No abundaremos sobre este asunto muy bien tratado desde muchos puntos de vista.
Los nacionalismos
El espacio y el tiempo ya están suprimidos para la sociedad humana en el globo. Las fronteras naturales se diluyen por los actuales medios de comunicación y transportes. Y las fronteras políticas se mantienen por razones ajenas a los derechos de los seres humanos sobre el planeta, su libre circulación, lugar de residencia o actividad vital. En tanto, son más perforadas por el capital especulativo, las grandes corporaciones y empresas dedicadas a la extracción de recursos naturales con la bandera del último, también cuestionable, paradigma económico de la inversión productiva.
Por Luis Fabre
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