La distribución de la riqueza, paradigma del gobierno progresista, tiene una cabal traducción en el otorgamiento de una mínima cantidad de. La idea, de lo que se conoce como renta básica viene a mi memoria con el nombre de salario universal expresada en el libro “Imperio” de los italianos Hardth y Negri hace ya unos cuantos años. Se basa en la solidaridad social amparando el derecho a la vida de todos los seres humanos independientemente de su condición. Habilita a los destinatarios a forjarse una vida mejor, despegada de las necesidades primarias.
Proyecciones i(ni)maginables
Con una base igualitaria, todos los propósitos podrán ser logrados de acuerdo a las destrezas, las vocaciones que hacen de la diversidad en la individualidad un componente único de la especie humana. Que permiten a algunos destacarse sobre la mayoría con logros materiales o intangibles que aportan al acervo social, a la acumulación de conocimiento y riquezas que retroalimenten la propuesta distribución.
El delito, inescrutable resultante de las humanas miserias, seguirá existiendo, pero ya no impulsado por las necesidades básicas. Y, simultáneamente, no exonerado por esas mismas. Imagínese solo los beneficios que a la justicia puede acarrear, no verse limitada por eximentes hoy ineludibles a su aplicación en una sociedad tan injusta.
Las políticas sociales elevarán sus objetivos con propósitos adecuados a la complejidad de la sociedad actual, asistiendo en capacitación y adiestramientos acorde a las vocaciones y propósitos individuales y colectivos. Igualando en lo básico, se podrán generar mejores oportunidades.
Quienes por herencia u otras razones tengan ingresos y patrimonio, también recibirán el salario puesto que igualar arriba es congruente con igualar abajo. Y en esta línea de pensamiento se podrá cuestionar, con el fundamento de la segura renta, las propias leyes de herencia que habilitan esta cuestionada distribución de riqueza, independiente de los méritos y necesidades del beneficiario.
Consecuencias inmediatas
Se replanteará todo el sistema jubilatorio, abandonando al fin el paradigma del hombre máquina, de los ciclos activos e inactivos, contrarios a la integridad de la vida humana. Se terminará con el dogma de una edad para adiestrarse, otra para trabajar y otra para la inactividad. Todas las edades podrán ser para todo y toda actividad, remunerada o no, podrá ser realizada a cualquier edad!
Amparados por la renta básica, las personas podrán dejar de trabajar solo para vivir y hacerlo para vivir mejor. Claro que podrán elegir no trabajar para vivir peor, volcados a una adicción. No tengo respuesta para las consecuencias negativas de esta proyección.
Pero se verán menos obligados los niños a tener trabajar. Los artistas desplegarán su vocación, los pensadores su capacidad de reflexión. El ocio creativo será revalorizado, menos discriminado, así como todas las actividades, acciones individuales y sociales que hoy aparecen como no utilitarias y en el futuro, como pasó a lo largo de toda la historia, mostraran su aporte a una sociedad más versátil, más justa, rica en la diversidad, solidaria, inclusiva. Puedo ahorrarme parte del extenso listado de adjetivos que se me ocurren: una sociedad más humana.
Por el Arq. Luis Fabre
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