Esta nota busca expresar algunas ideas, especialmente económicas, sobre el futuro de la izquierda, para intentar ayudar al debate que siempre se mantiene sobre la misma. Hoy no queremos seguir insistiendo en la profunda crisis que está viviendo actualmente el Frente Amplio. Es una crisis de dirección, de dificultades de acuerdos, de personalismos, de perfilismos, de luchas de poder que afectan la imagen de la fuerza política y contribuyen al descontento existente. Las controversias en los medios de comunicación, que nos están fijando la agenda, limitan las posibilidades de mostrar las acciones positivas del gobierno del FA.
Pero por sobre todas las cosas, están afectando la cultura, los valores, los principios de la unidad, de la unidad de acción, que es lo que nos diferencia de la izquierda regional e internacional. El tema Sendic ha sido básicamente una controversia interna, en un contexto de avances de la derecha en el ámbito regional.
Si miramos el futuro debemos partir de la base de que Uruguay es un país pequeño en territorio y, sobre todo, pequeño en población. Por lo tanto no puede ser autárquico y necesariamente tiene que tener un importante relacionamiento internacional. La inserción económica internacional es un tema vital para el futuro de la izquierda. Los frentistas somos críticos del capitalismo, pero es importante analizar la futura evolución de la competencia entre EE UU y China. Mientras tanto, tenemos que asumir el poder de las grandes empresas transnacionales, con sede en los países desarrollados, la relevancia de las cadenas de valor, el poder de las grandes instituciones financieras privadas y la continuidad de la velocidad de las innovaciones y cambios tecnológicos. Estos último aon clave para el futuro.
Los objetivos de la izquierda del futuro seguirán siendo la igualdad, avanzar hacia mayores grados de igualdad de la riqueza y el ingreso entre los distintos sectores sociales, pero también enfrentar las inequidades de género, de etnias, generacionales y continuar los distintos logros en materia de nuevos derechos. Esto significa seguir avanzando desde la democracia política hacia la democracia económica y social. El Uruguay es una democracia plena y ello es vital asegurarlo y garantizarlo con elecciones limpias y libres, con pluripartidismo, con estado de derecho, con las más amplias libertades, con independencia de poderes y defensa permanente de los derechos humanos.
Uno de los temas centrales pasa por el papel del mercado y del Estado. Después de las negativas experiencias de la Unión Soviética y en la región Cuba, el mercado es vital como indicador de resultados. El mercado determina, por ejemplo, el consumo de los zapatos y de los celulares. Es muy difícil enfrentar el consumismo. Es muy difícil modificar las conductas de las personas que viven mirando sus celulares. El mercado y sus precios van a seguir jugando un papel central. Pero el mercado, puede influir pero no es determinante en la asignación de recursos, como expresan los ortodoxos. En el mundo no hay libertad de comercio, porque en los países desarrollados hay cuotas, rubros sensibles, picos arancelarios y los propios tratados de libre comercio.
Para un país pequeño como Uruguay es esencial la participación del Estado, como conductor, orientador, regulador, como productor de bienes en sectores estratégicos y de servicios esenciales para la población y como redistribuidor de riqueza e ingresos. Ello requiere de una estrategia de desarrollo, con cambios en la estructura productiva que atiendan centralmente una nueva inserción económica internacional y el pleno empleo. En esta inserción es muy relevante el papel de la integración, para participar en cadenas de valor, internacionales y regionales, en etapas de contenido tecnológico. Ello junto a la continuidad de seguir exportando recursos naturales, en lo posible, incorporando tecnologías y con mayor valor agregado.
Esto también significa que lo productivo y lo social predominen sobre lo financiero. Pero también que lo productivo y lo social avancen conjuntamente, porque para la nueva inserción económica es vital la educación y esta requiere ingresos familiares provenientes del empleo. Es muy relevante la atención del empleo por los efectos futuros de los avances tecnológicos. Investigación científica y tecnológica en el campo nacional y regional son vitales para una inserción con mayor contenido tecnológico, que es lo que predomina en el mundo del comercio internacional.
La estrategia de desarrollo deberá elaborarse por el Estado junto a la sociedad civil como empresarios, trabajadores, académicos, cooperativas, representantes de la propiedad social y así sucesivamente. Pero ello requiere de un Estado más eficiente, más capacitado, menos burocrático, donde los cargos tengan en cuenta no solamente la representación política sino fundamentalmente su grado de calificación. Esto no ha sido contemplado en los gobiernos del Frente Amplio, donde los distintos sectores se reparten los cargos entre sus dirigentes y militantes. Y los frentistas independientes calificados no tienen espacios de participación en los cargos gubernamentales. Si el Estado no tiene la calificación y eficiencia necesaria no va a poder cumplir con las funciones que le hemos asignado y que son centrales para alcanzar los objetivos de la izquierda del futuro.
Hay un tema central para el futuro que no sabemos cómo resolver. La participación del sector privado se va a mantener e inclusive las inversiones extranjeras directas, sobre todo cuando sean funcionales a la estrategia de desarrollo. Pero son indispensables nuevas formas de propiedad de los medios de producción. Hay experiencias de formas de propiedad social, de autogestión, de cooperativas, de distintas formas de participación colectiva de los trabajadores.
Pero no han alcanzado el nivel necesario para competir con las empresas transnacionales. Y no tenemos paradigmas sobre nuevas formas de propiedad, porque la propia propiedad estatal ha mostrado claros límites de expansión. Hay claros fracasos en la URSS y en Cuba. Hay que atender la especificidad de cada país, pero este es el gran desafío para el futuro de la izquierda en el Uruguay y en el mundo. Mientras, a seguir empujando y profundizando por lo colectivo y lo solidario.
Por Alberto Couriel
Economista y ex senador
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