África de las Heras, la espías de la KGB en Uruguay

Su identidad en clave para la KGB fue Patria. Pero África de las Heras -como la bautizaron en la ciudad española de Ceuta en 1909- tuvo muchos nombres.

En México la conocieron como María de la Sierra. Y en Uruguay -desde donde coordinó la red de espionaje soviético en América del Sur en plena Guerra Fría– la llamaban María Luisa.

Pero, ¿cómo llegó a convertirse la hija de una familia acomodada vinculada al ejército español en una de las agentes de la KGB más relevantes en América Latina?

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Valentino Marchetti, otro espía enviado por Moscú. Juntos formaron una pareja que tras una fachada de apariencia anodina desarrolló un papel fundamental en la coordinación de la inteligencia soviética en la región.

Pero, ¿por qué la URSS escogió Uruguay para establecer a dos de sus agentes clave?
Raúl Vallarino, periodista uruguayo autor de Mi nombre es Patria, una novela biográfica sobre África de las Heras, apunta a la neutralidad mantenida por el país latinoamericano durante el conflicto mundial como una de las razones.
África de las Heras se casó en segundas nupcias con el espía italiano Valentín Marchetti.Derechos de autor de la imagen.

«Se le conocía como la Suiza de América por todo lo que podía ofrecer de paz, bienestar y condiciones para los negocios. Era el país que nadie podía sospechar que desde allí se manejaran los servicios de inteligencia en otros países. Era un lugar ideal para pasar desapercibido», dice en diálogo con BBC Mundo.

Además, Montevideo era una de las pocas capitales latinoamericanas que mantenía relaciones diplomáticas con Moscú en aquel momento. Desde esta ubicación discreta, África de las Heras mantuvo conexiones con espías en todo el Cono Sur y, a través de una radio instalada en su apartamento, transmitió informaciones a Moscú.

«Si había un agente que tenía que instalarse en Ecuador, por ejemplo, o en Chile, tenía que pasar por Uruguay primero para que le hiciera los documentos María Luisa, o sea, África. Ella era la jefa de todo el servicio de espionaje en toda América del Sur», indica Vallarino.

Ese papel lo desempeñó durante casi 20 años, hasta que abandonó Montevideo en 1968 sin que su labor como espía hubiera sido descubierta. (Especial para BBC de Pablo Esparza)

Leer la crónica completa de esta historia en BBC Mundo


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