El Brasil que viene ahí…

Este es momento trágico para el Brasil, bien como para América del Sur.

Han tenido lugar acciones espurias que, sin bases jurídicas serias en relación directa con la cuestión tratada, se llevaron por delante o al menos han herido de gravedad al mayor, por más trascendente, hito histórico de la democracia del hermano país: la Constitución de 1988.

En un contexto no sólo jurídico, sino humano también, creemos que la frase final del comunicado del Gobierno uruguayo, de fecha 1º de Hector-Valle-septiembre, resume con justeza y hondura la cuestión. Dice así: “(…) Más allá de la legalidad invocada, el Gobierno uruguayo considera una profunda injusticia dicha destitución.”

Asimismo, planea sobre el horizonte del Brasil, hablamos de su más amplia base, constituida por hombres y mujeres de a pie, la posibilidad de que las políticas sociales puedan quedar sino recortadas, quizá paralizadas, congeladas.

Están en peligro los logros conseguidos en los últimos 12 años, en lo que hace a los Derechos Humanos, a través de los cuales vastas capas sociales, históricamente postergadas, pudieron alcanzar, específicamente, niveles de libertad y de dignidad, desde la concreción de la satisfacción de sus necesidades básicas, pudiendo así proyectar sus vidas a objetivos aun más elevados.

Para ellos, para el pueblo soberano del Brasil, nuestra mirada fraterna, nuestros puños cerrados, y nuestro intento de comprender el drama que se cierne cual oscuros nubarrones en su firmamento.

Ojalá que las instituciones democráticas brasileñas, en particular su Poder Judicial, prevalezcan y se recuperen de manera tal que puedan aclarar, sin cortapisas de índole alguna, todo lo que sea dable aclarar en cuanto al uso legítimo de los tres Poderes, en especial el Judicial, sensible y última garantía de la vida democrática de una Nación.

Máxime cuando se sabe de la ponderación y el tino que, con el paso de los años y singularmente a partir de la Constitución de 1988,  la Justicia brasileña alcanzó, tanto en sus instituciones cuanto en la aplicación de leyes y normativas, muchas promovidas por los Gobiernos del ex Presidente Inácio Lula da Silva y de la ex Presidenta Dilma Rousseff.

La noche es profunda y oscura. El mañana, una clara interrogante. Nos queda por ahora – en última instancia algo siempre permanece, sobre todo en los tempos oscuros – el anhelo de Justicia.


Por: Héctor Valle

Brasilienista

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