¿Qué es ser de izquierda?

Difícil y compleja respuesta en agosto de 2016. Para responder a ella de acuerdo a la conceptualización del italiano Norberto Bobbio, la izquierda se caracteriza por la búsqueda de la igualdad. Distinguía a la extrema izquierda por desear la igualdad, pero con un régimen autoritario, de la izquierda moderada por anhelar también la igualdad pero defendiendo la libertad y los principios democráticos. Sin duda el Frente Amplio pertenece a la izquierda moderada. En palabras de Seregni, el FA nació para defender y salvar la democracia.

Atender la igualdad significa enfrentar las discriminaciones étnicas, sociales, de género e inclusive en la actualidad, generacionales. Los afrodescendientes tienen los niveles más altos de desocupación y de pobreza y los menores niveles educativos. La equidad de género es otro elemento central de la igualdad, ámbito en que se han concretado avances relevantes, pero quedan todavía valores y culturas que AlbertoCourieldificultan alcanzar dicha equidad. El elemento más clásico de la igualdad refiere a la distribución de la riqueza y del ingreso entre los distintos sectores sociales. La distribución de la riqueza pasa por el tema de la concentración de la propiedad, que la izquierda mantiene pendiente de resolución. La distribución del ingreso requiere mejoras en los niveles de empleo digno y productivo, de los salarios reales, del gasto público social y de mayor equidad en la tributación. Esta última también es importante para enfrentar la distribución de la riqueza. La igualdad generacional requiere apoyos estatales a los más jóvenes, que presentan tasas de desempleo más altas y de mayor vulnerabilidad.

Ser de izquierda requiere acciones menos individualistas y la mayor atención a lo colectivo, lo social y lo solidario. Significa también la defensa de los derechos civiles, sociales y políticos de los ciudadanos. Bajo los gobiernos del FA se han concretado avances significativos en derechos sexuales y reproductivos, en derechos y libertades en la orientación sexual, en matrimonio igualitario, en derechos de las mujeres y otros que marcan nítidamente la orientación de izquierda de los gobiernos frentistas.

Para conseguir avances en la igualdad es imprescindible la acción y conducción del Estado para realizar las intervenciones, regulaciones y controles necesarios, y para implementar una protección social universal, sin perjuicio de atender, en determinadas etapas prioritariamente, a los sectores más vulnerables en situación de pobreza. Si bien la historia del Uruguay contempla el Estado de Bienestar desde el viejo batllismo de principios del siglo pasado, los gobiernos frentistas lo han profundizado y enriquecido.

El mercado es un indicador de resultados que determina la cantidad y calidad de los bienes y servicios. Pero el Estado debe participar en la asignación de recursos, para lo que requiere una estrategia de desarrollo, que permita conformar una estructura productiva que atienda a una inserción internacional más moderna, con más valor agregado y contenido tecnológico y la resolución de los problemas del empleo. La inserción internacional abarca también la necesidad de la integración regional, para ganar poder de negociación en los futuros acuerdos económicos y para procesos de complementariedad productiva que nos permita avanzar en nuevas cadenas de valor. El libre juego del mercado profundiza desigualdades. Por ello la participación del Estado es central. Éste es fruto de las relaciones de poder, por lo que se requiere un Estado transformado, eficiente, al servicio de objetivos nacionales, con cambios culturales necesarios para garantizar los objetivos de igualdad.

En materia internacional, ser de izquierda requiere que los acuerdos comerciales no afecten la participación e intervención del Estado, que no afecte a las empresas públicas, que permita el uso del instrumento de las compras gubernamentales para la promoción de pequeñas empresas, para el empleo y la innovación, que no me afecten los monopolios estatales, que mediante la propiedad intelectual no me alargue los plazos de patentes en favor de las grandes empresas transnacionales y que las controversias entre inversor y Estado se resuelvan en la jurisdicción nacional del destino de la inversión, o en su defecto, en tribunales internacionales que no defiendan exclusivamente a los inversores privados.

Con la experiencia del Uruguay, ser de izquierda sin duda significa la defensa de los principios democráticos. La democracia se ha transformado en un fin en si mismo y en un estilo de vida. La democracia como régimen significa democracia electoral, que requiere elecciones libres y limpias con sufragio universal, pluralismo político y alternancia de partidos en el poder. La democracia política requiere gobierno de mayorías y control de minorías, libertades básicas, garantía de derechos humanos, estado de derecho con igualdad para todos, sistema judicial independiente y control ciudadano. Para la izquierda es relevante el pasaje de la democracia política a la democracia económica y social, donde se alcance el desarrollo y por lo tanto los objetivos de igualdad. La democracia como organización social busca expandir los derechos civiles, políticos y sociales de los ciudadanos. La democracia significa respeto y tolerancia al otro, la convivencia pacífica de la diversidad cultural y es una promesa civilizatoria que tiene un valor ético de equidad e igualdad.

Ser de izquierda significa también aceptar que hay temas pendientes que no han tenido resolución específica. Están en discusión las nuevas formas de propiedad, los modelos de participación social, los sujetos sociales de transformación, las bases y mecanismos democráticos para los necesarios cambios en las relaciones y en la estructura de poder.

Por Alberto Couriel
Economista y ex senador

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